Él detestaba la primavera.
Si se lo preguntaras, te diría que era por lo sobrevalorada que estaba. Era época de amor, de amistad, de todas esas excusas que ponía la gente. Era un tiempo hermoso, colorido, brillante. Era un tiempo donde las mujeres pensaban que se veían mejor que nunca, donde adornaban todo, hablaban sin cesar del amor y de lo que harían el resto de su maravilloso día. Algo que hacían, de todos modos, pero en primavera todo parecía tornarse más desagradable.
Al menos, eso era lo que decía él.
A menudo su hermano menor, Adrien, escondía flores en su habitación en esa época del año sólo para molestarle. Si él fuese como su padre, probablemente tiraría las flores. Pero Félix no era así ni quería serlo. Siempre ponía las flores en agua y se aseguraba de que Adrien no lo encontrara haciéndolo, pues sólo lo molestaría aún más.
Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que disfrutaba secretamente de ella. Sí, secretamente porque no era algo que le dijera a nadie ni algo que alguien le pudiera interesar. Félix disfrutaba sentarse en los campos de Marte, cerca del Seine o en una buena cafetería, bebiendo una humeante taza de café. Leía, o a veces fingía que lo hacía; muchas veces sólo disfrutaba del ambiente, callado, suspirando, anhelando... ¿Qué anhelaba? No lo sabía, no lo entendía, y eso le molestaba. Sólo sabía que en ese momento, sentía que quería algo... o que le faltaba algo.
Así pues, ese fue uno de sus secretos mejor guardados hasta la época: la admiración hacia la sobrevaluada estación. Luego, apareció ella.
Bridgette Dupain-Cheng. Su admiradora personal. Su muy entusiasta admiradora personal que lo sacaba de sus casillas. Él no entendía lo que ella veía en él. No entendía lo que cualquiera pudiera ver en él. No se consideraba interesante y, aunque tenía bonito rostro, era sólo eso, nada más. Comenzó a pensar en la posibilidad de que ella sólo estuviera interesada en él por eso, pero algo le decía que iba más allá.
Quizás la odiaba tanto porque no la entendía.
Quizás no la odiaba en lo absoluto.
No importaba, la verdad.
Mientras escribía con diligencia notas en su cuaderno, Bridgette irrumpió en el salón de clases. Era estrepitosa, demasiado ruidosa, demasiado torpe. Algo que también le molestaba. La profesora la envió a su lugar con una advertencia, como era usual, porque ella solía llegar tarde.
¿Por qué siempre llega tarde?, se preguntó Félix con fastidio.
Luego, respiró y dejó que todo pasara. No era de su incumbencia.
Fuera estaba soleado y el viento soplaba con fuerza. Era un buen día para que los niños jugaran y para que los adultos pasearan. Imaginó a las mujeres comprando las insufribles flores y decorando sus mesas con ellas. Imaginó a los enamorados pasear de la mano y jurarse eterno amor que quizás no sería tan eterno al final del mes. Imaginó un sinnúmero de cosas, cada cual lo enfermaba más.
Cuando Bridgette se posó en sus pensamientos, intrusa, decidió dejar de pensar más y simplemente seguir con su clase.
*
Al final del día, el increíble día soleado no fue más que una mentira. Comenzó a llover a cántaros. Félix tenía que pasar por la escuela de su hermano a que lo fueran a recoger, pero al menos tenía un paraguas consigo y sabía que Adrien al igual. No estaba preocupado, todo estaba resuelto... hasta que la vio sentada en los escalones.
Bridgette no parecía estar esperando a nadie, sólo examinando la lluvia, como queriendo calcular cuándo se detendría.
—Deberías estar en casa ya —le dijo él, sacándola de sus pensamientos.
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Blossom. ⤐ Miraculous Ladybug (One-Shot) #RoyalAwardsMLB
FanfictionHistoria ganadora del primer lugar en los Royal Awards MLB con motivo de la primavera, organizados por @-Royal_Squad- Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Thomas Astruc, pertenecientes a su serie animada "Miraculous: Las Aventuras de La...