Mudanza.
Una de las tantas palabras prohibidas. O al menos, en mi diccionario.
Tercera, para ser más precisos. El trabajo de mi padre siendo el CEO de una de las cuartas compañías más importante a nivel mundial, nos obligaba a estar en constante movimiento y si bien no éramos nómadas, tampoco podría decirse que echábamos raíces en un lugar. Cuando la rama de la empresa principal radicaba franquicias en otro país, era costumbre de mi padre el que nos mudasemos a ése lugar para ver de cerca el desarrollo y rendimiento óptimo de la misma.
La idea o concepto de mis progenitores se basaba en la unidad familiar y en si uno se iba, los demás debían ir con él. Y así es como nunca llegaba a formar un lazo real con nada ni con nadie.Tampoco es como si lo añorase.
¿Quien desearía sentirse horrible y miserable de dejar a alguien o algo que amas atrás?
De poder elegir, nadie.Y eso era lo que yo hacía.
Me mantenía lo suficientemente alejada de todos. "Distancia prudencial" así es como le llamaba y cuidando detalles, como los de de no resaltar y manteniendo un perfil de "chica mala".
Y, francamente, no me importaba lo que pudieran pensar de mí.
Y es que Estados Unidos, Nevada, no era Japón.
Las mudanzas previas habían sido en diferentes prefecturas, pero nunca fuera de Japón.
Mi madre una mujer atenta y encantadora que ponía siempre su granito de arena,y que era el optimismo del cual procuraba imbuirnos a todos y mi hermano menor lo veía como una aventura, y yo, bueno, como una especie de castigo en donde debo aprender nuevas experiencias y sacar lo provechoso de la situación.
Todos teníamos diferentes posturas aplicables a un mismo hecho.Y en el fondo, intentaba tomarlo como ellos.
Pero al sentarme en el borde de la cama y mirar por última vez a las valijas lilas, me di cuenta de la pesada carga que comenzaba a generarse en mi interior.
Preparándome mentalmente para lanzarme lejos de todo lo que conocía.Y más lejos aún, de todo lo que me era familiar.
Era como estrellarse contra una dura y fría pared a 120 k/m
Me hubiese quejado, de no ser porque no dejaba nada que considerara realmente importante atrás.No, no había nada como eso.
No mejores amigos,salidas nocturnas,ir a bailar,karaoke,escaparse del instituto.
Bien, ésa última podemos saltearla.
Y es que hasta ése entonces, no había repasado seriamente en ello.
¿Qué estaba haciendo con mi vida?
¿Hacia dónde me dirigía?
Todo lo que había hecho hasta la fecha,entre lo que predominaba las clases extra,cursos de modales,cursos de cocina avanzada, cursos de idiomas, destacándome en inglés, francés, italiano y chino. Todo, había sido por el trabajo de papá, otorgándonos la mejor educación y "preparándonos para el mundo" como solía decir , y nuestra futura residencia en algún lugar remoto.Pero también , para hacer felices a mis padres.
Entonces, ¿que había de mi?
Basta.
No deseaba pensar mucho en ello.
No ahora, no era el momento.Aparté la mirada distraídamente de las valijas, saque los auriculares de mi chaqueta, me los puse sin más , encendí el móvil y una lista aleatoria comenzó a sonar.Acto seguido, me desconecté del mundo y la abrumadora realidad, aunque fuera por tan sólo unos minutos.
“When we are no longer able to change a situation, we are challenged to change ourselves” Viktor Frankl
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No digas que NO te lo advertí
Teen FictionHablas de tu virginidad como si se tratase del premio gordo,pero ¿sabes qué?-dijo aclarándose la garganta-en una noche puedo follarme a diez como tú. -¿Qué?¿acaso iba en serio?- Pero Darren no se conformó con aquella escandalosa confesión.Todo lo co...