Sentí el suelo duro e irregular incluso antes de despertar y mi dolorido cuerpo me informó de que llevaba un tiempo tendida ahí. Abrí los ojos de golpe para encontrarme con una pared oscura, angulosa y sucia que era evidente que no pertenecía a ningún edificio y al echar un vistazo a mi alrededor solo vi esa pared. El olor a tierra y a humedad solo me confirmaba que estaba en el interior de una cueva. ¿Qué como había llegado ahí? No tenía ni idea. De hecho estaba pensando en si estaba soñando pero esto era demasiado real. Intenté mantener la mente fría pero al parecer no podía, sabía que en cualquier momento iba a entrar en un ataque de pánico. ¿Qué narices estaba haciendo en una cueva yo sola? ¿Me habían secuestrado? ¿O es que mi sonambulismo había llegado demasiado lejos? No sabía si ponerme a gritar para que me escuchase alguien o si eso empeoraría aún más las cosas. A lo mejor me habían secuestrado, me había escapado y no lo recordaba, así que gritar pidiendo ayuda no sería muy buena idea. De todas formas si gritaba en allí podía derrumbarse todo, por lo que decidí seguir en silencio.
Pasaban los minutos y seguía en la misma posición, en shock. ¿Qué podía hacer? Mi mente solo daba vueltas sin llegar a ningún pensamiento coherente. Súbitamente, me di cuenta de que mi bolsillo tenía un peso familiar y esperé con todo mi corazón que el móvil no estuviese apagado sin batería o fuera de cobertura. Me incorporé con movimientos mecánicos y lo saqué con un atisbo de esperanza mientras me quedaba sentada de rodillas. Bingo, estaba encendido. Pero estaba en el quince por ciento de batería y cuando intenté llamar a mis padres una voz enlatada me informó de que no había cobertura. Genial. Puse el móvil en modo ultra ahorro de energía esperando que me aguantase por lo menos hasta encontrar un sitio en el que pudiese llamar. Tras el momento inicial de pánico que duró menos de lo que esperaba, decidí que por muy cansado y magullado que estuviese mi cuerpo, debía levantarme para intentar encontrar una salida o al menos explorar los recovecos de aquella estancia interminable. Aunque debía de estar bastante lejos del exterior, porque la única iluminación que había procedía de unas pequeñas lámparas de aceite que se situaban a varios metros unas de otras. Parecían estar empotradas a las paredes así que fui acercándome una a una hasta encontrar una que tenía los tornillos aflojados y que empecé a mover hasta sacarla de su sitio.
Caminé durante minutos cada vez más agotada, sedienta y dolorida, tanto que casi me caigo al tropezar con algo que había en el suelo que podría haber hecho que tirase la lámpara, pero en el último momento recuperé el equilibrio y vi que la causa de mi tropiezo era una mochila de tamaño medio y de un color oscuro. Sin pensar demasiado en por qué habría una mochila allí, abrí las cremalleras y saqué lo que había en el interior: dos cantimploras bastante grandes llenas de agua (una hasta el tope y la otra con poco más de tres cuartos), embutidos, una bolsa de panecillos crujientes, cerillas, dos cuchillos, un bote pequeño de agua oxigenada y dos paquetes de vendas (uno estaba vacío y en el otro solo quedaban un par). En el fondo del bolsillo trasero también encontré media tableta de chocolate, un inhalador y un mechero.
Sin creer la suerte que había tenido cerré la mochila, bendije a la persona que se hubiese olvidado de todo aquello allí y seguí caminando, esta vez con rapidez hasta que llegué a dos aberturas. Escogí la derecha y aminoré el paso al notar que cada vez me encontraba peor.
Empecé a toser así que bebí un poco de la cantimplora que menos cantidad tenía y decidí que caminaría solo un trecho más y después podría descansar un rato. Justo cuando creía que mis rodillas me iban iban a fallar escuché un ruido. Parecía como si algo se hubiese movido por el suelo. O mejor dicho: arrastrado.
Saqué uno de los cuchillos y me puse alerta esperando encontrarme con cualquier persona o cosa. Me acerqué más con la linterna por delante hasta que vi una figura que me era demasiado familiar.-¡Oh Dios! -dejé caer el cuchillo al ver quien era- ¿Ignacy?
Como respuesta obtuve un quejido y vi cómo movía con lentitud un brazo. Me puse a su lado con cuidado y le llamé hasta que vi cómo abría los ojos.