#9: Necesitamos más Magis

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En menos de cinco segundos el escándalo fue tan fuerte que logró ponernos a todos de los nervios. Tao enseñaba los dientes y mantenía las orejas pegadas a la cabeza, mostrando sus instintos asesinos más primitivos. Por otra parte, la burbuja en la que Judal llevaba todo el rato encerrado se estaba rajando y el Rukh volaba por todas partes reflejando la desesperación de los trece individuos allí presentes. 

No aguanté más y me derrumbé entre descontrolados espasmos y palabras sin sentido, notando a Harith regresando a su escondite. Todavía no procesaba nada, sólo sabía que un ente de Rukh negro acababa de usar mi cuerpo para manifestarse en el plano físico, y eso había provocado el pánico y la ira generalizados. Primero la discusión por mi secreto, luego el silencio por la presencia del parásito que habitaba en mi interior y ahora un ataque de ansiedad múltiple. 

Por fin alguien enfrió su cabeza y se lanzó sobre mí, posando ambas manos sobre mi espalda y quitándome poco a poco ese insoportable dolor. Lo que no me esperaba era que ese gesto compasivo viniese de nada más y nada menos que de Judal, que había hecho pedazos su burbuja sólo para acabar de una vez con tantos gritos.

- Apártate de ella- masculló Sphintus golpeándolo en el estómago con su bastón, dejando que me apoyase en su cuerpo para ponerme de pie. Estaba muy desorientada, no veía del todo bien y encima aún escuchaba las motas de Rukh negro chillando en mi pecho. Ahora al menos era más soportable. 

- Lárgate antes de que te arranque la cabeza- Sinbad estaba en un momento muy duro, se le veía en los ojos. Por un lado seguía furioso conmigo por mentir, igual que todos los generales, por otro dejaba ver su histeria por no saber cómo ayudarme y finalmente mostraba claras intenciones de cumplir su amenaza contra el Magi.

- Espera- jadeé, estirando una mano hacia él y negando con la cabeza-. Espera...

- ¿¡A qué, a que vuelva a ponerte otra maldición que nos vas a ocultar!?- gritó terminando de quebrarse. Su Rukh blanco y negro no era nuevo para mí, yo sabía casi desde el principio que Sinbad estaba a medio caer en la depravación, pero me asusté al ver más motas negras que blancas revoloteando alrededor de su figura. 

- No es momento para que andes actuando de padre responsable- le cortó Judal, por primera vez muy serio-. Ahora que Harith se ha manifestado sabemos que la usa como fuente y escudo, da igual lo que hagamos, eliminarlo implica matarla y no creo que quieras tirar por ese camino.

- Tú no eres el más indicado para preocuparte por Reena- de la nada, Sphintus acabó por descontrolarse también y le soltó un puñetazo en la cara al pelinegro, que cayó al suelo tapándose la nariz que acababa de empezar a sangrar-. Nada de esto estaría pasando si no hubieses hecho nada en Kou, le amargaste la vida y ahora por tu culpa nuestro mundo peligra. 

- Sé que si salgo vivo de esta sala va a ser de milagro, pero ahora tenéis que escucharme- habló otra vez, limpiándose la sangre con el dorso de la mano-. Le acabo de quitar el sello, eso la ha liberado de la principal carta a favor de Harith, sin embargo no podemos sacárselo ahora porque la matará si lo intentamos siquiera. Tiene razón en todo lo que ha dicho, es un parásito que se ha alojado en el cuerpo de Reena para alimentarse de su alma atormentada, y cuando ella estuviese a punto de morir la poseería por completo. Ese plan ya no le vale, el sello que iba a consumirla dentro de diez meses ha desaparecido, y por eso es más peligroso tratar de derrotarlo en el estado que se encuentra ahora.

- No me puedo creer que esté diciendo esto- suspiró Jafar-, ¿pero qué sugieres?

- Por ahora lo único que podemos hacer es intentar extraer el Rukh negro de Reena poco a poco, se ha ligado a su alma y Harith tiene el poder suficiente ahora para destruir cualquier imperio, y si no lo ha hecho aún es porque quiere más.

Gemas amatistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora