Capítulo 13.

42 7 0
                                    

Natalie Harper.

Juego con mis anillos, cambiandolos de lugar y volviendolos a colocar como modo de distracción, y manteniendo una ligera sonrisa para los presentes en la mesa que apenas conozco. Soy consciente de que fui yo quien tomó la decisión de acompañar a Samuel a esta boda, que parecía más un nido de problemas que una velada especial para uno de sus mejores amigos; pero por encima de todo eso, sabía que en algún momento me iba a encontrar en esta situación, rodeada de gente desconocida hablando a mi alrededor de temas y gente que desconocía, porque tampoco pretendía entrometerme en el pasado amoroso de Samuel, además de ser la menos indicada.

Paralelamente mi mente ha viajado a mi adolescencia, donde me limitaba a observar todos los compañeros de clase, hablando ajenamente a mi. Por aquel entonces me sentía bien con esa soledad impropia de una niña de 15 años, pero ahora que he conseguido admitir que esa vida no era buena para mi y que me prometí no volver a recaer bajo ningún concepto, me siento ligeramente atrapada en este salón. Creo que necesito salir fuera y tomar algo el aire, será lo mejor.

Me levanto de la silla, escusandome pero dejando el chal sobre el respaldo de la silla, y llevándome conmigo mi bolso con la cámara. Salgo a lo que parece un jardín trasero del restaurante, sentándome en uno de los bancos y cogiendo una bocanada de aire para eliminar la presión que siento en mi cuerpo y mi mente.

Muevo mis anillos, alrededor de mis dedos y cierro los ojos, repitiendo en mi mente que todo está bien, que debo disfrutar de este día con Samuel y esquivar de una vez por todas ese pasado que decide volver repentinamente. No quiero que una vez más mi pasado dañe la relación con Samuel, otra vez no.

Giro mi rostro para ver a través de las ventanas si Samuel ha vuelto a la mesa, sin embargo, le veo saliendo del salón, y probablemente buscándome. Inconscientemente bajo la cabeza, sintiendo remordimiento por haber salido cuando le había dicho que estaría bien sola, y al mismo tiempo vergüenza por comportarme de esa forma tan infantil, una vez más. Noto su presencia cerca, pero no me atrevo a alzar la vista.

–¿Qué haces aquí? –Interroga, más preocupado que otra cosa. –¿Ha pasado algo mientras estuve en la entrada, o es que te agobian las multitudes? Si es lo segundo, lo siento. Tal vez no debí invitarte. – Posiblemente dado mi estado mental, lleno de dudas, sus últimas palabras no me ayudan para nada ya que hacen que mi cabeza empiece a darle dobles sentidos a sus palabras, cuando no las tienen. Se crea un silencio algo desconcertante entre nosotros, que termino por romper.

– Solo necesitaba tomar el aire, nada más. - Susurro aún jugando con mis anillos, sin dirigirle la mirada, cohibida por la situación y saltando en mi, las barreras de protección, bloqueando mi mente y dejando salir a la Natalie neutral.

–Ya veo. –Dice entonces, más aliviado y se sitúa a mi lado. –Yo de vez en cuando lo hacía también, ya lo sabes. Así que, mientras estés bien ningún problema. –Sonríe un poco, aunque no sé por qué no lo culmino de ver feliz y observa el paisaje. Las palabras no salen de mí, porque ni yo misma sé si estoy bien así que simplemente apoyo mi cabeza sobre su hombro, enlazando mi brazo con el suyo.

–Gracias. –Murmura a aquello último y me besa la mejilla. –Perdona mi humor pero la charla con Gerard no culminó del todo bien. Aunque creo que era de esperar.– Se disculpa, encogiéndose de hombros. –Cuando te sientas capacitada para volver dime y lo hacemos los dos. Creo que Víctor estaría encantado de conocerte mejor. –Añade con una sonrisa más soñadora. El nombrar a su mejor amigo me devuelve a la realidad, pues ambos estábamos saltándonos una fiesta a pocos metros, y no era un buen plan quedarnos allí fuera, evadidos en nuestras mentes. Me levanto cogiendo su mano, sin no antes dejar un beso sobre sus labios.

SimilaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora