- Capítulo Único. -

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Conocer a su futuro consorte le quitó el sueño días atrás cuando no le había visto siquiera y ahora que ya en su reino estaba, conocerlo parecía un riesgo aún más grande de lo estipulado, sobretodo tras la mordida que este le había dado al ayudarlo a bajar de su caballo cuando recién arribaba a su castillo.

El alboroto había sido enorme tras el grito que soltó y empeoró cuando varios de sus caballeros sacaron sus espadas al creer que intentaban asesinarlo.

Por fortuna los padres del rubio príncipe y su siempre veloz consejero, intervinieron apaciguando rápidamente a sus hombres.

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-Yura esta más tranquilo. - escucho en el momento indicado para su tranquilidad mental, la calmada voz de Otabek que ingresaba a sus aposentos sin siquiera anunciarse. -Él pide disculpas por su comportamiento.

-Ja, ja... - se burló de sus palabras. -No creo en lo absoluto que la pequeña dama dijera eso.

-Se más respetuoso. - le retó su consejero mientras se acercaba a su cama donde se encontraba sentado. -¿Tan fuerte te mordió?

-¡Bekaaa! - lloriqueo. -Será todo lo lindo del mundo que tú quieras, pero yo no quiero casarme con él si me quedaré sin dedos en el proceso.

-Vamos, actúa como el rey que eres. - tomó la mano agredida de su señor para limpiarla y curarla. -Él no es malo Jean, seguro se llevarán bien.

El joven gobernante observó en silencio a su amigo hacer y deshacer con su maltratada extremidad. Solo él lograba que se quedara de esa forma tan calma y así había sido desde el primer día en que se conocieron.

Antes de que se convirtiera en rey y Otabek en parte de la nobleza, cuando era solo un plebeyo más de su reino.

Curiosamente, desde esa tierna edad es que se dio cuenta de la verdad tras sus sentimientos por su amigo.

-Nunca me llevaré tan bien con él como contigo. - el rostro de Otabek se ruborizo.

-Tendrás que ser entonces, igual o aún más paciente de lo que yo lo fui. - sacudió levemente su cabeza como si así se deshiciera de lo que su señor le hacía sentir. Distraído, ajustó la venda con un poco de rudeza haciendo a Jean sisear de dolor. -Lo siento.

Se incorporó veloz para abandonar ese lugar que últimamente le aceleraba el corazón en demasía.

-Quédate un rato. - le pidió Jean mientras arrojaba su corona, sin cuidado alguno sobre la cama. -¿Por favor?

-Tengo mucho que hacer. - le respondió sin mirarle. -Tenemos visitas y le prometí a Yura mostrarle los jardines.

Jean gruño ofuscado como pocas veces lo hacía, el gesto no pasó desapercibido para el otro pelinegro que se detuvo a mirarle antes de salir de ahí.

Otabek y el príncipe Yuri eran amigos, se habían conocido cuando aún se desempeñaba como uno de sus mensajeros.

Encantado por sus cualidades, el joven heredero del reino vecino, le pidió que se quedara en su corte pero el pelinegro rechazó cortésmente tal oferta.

Él mismo se lo había contado y no descartaba también que por ello el rubio le odiara, así que por esa ajusta razón tampoco veía obligación en compartir a su consejero ahí en su reino. 

¡Podría alejarlos aún más de lo que su corona ya hacía!

-Beka, soy un rey. - el moreno le miró fijo y aunque era una afirmación, le asintió como respuesta. -Entonces, ¿por qué siempre tengo que mendigar por tu atención, por tu amor, por todo tú?

El monarca camino hacia él, con decisión pues tras muchos años por fin había hablado y no podía arruinarlo, Otabek en cambio se quedo en su sitio sin saber como reaccionar ante la magnitud de aquella declaración.

Jean le sonrió quedo y un tanto divertido pues sabía lo que pensaba, lo nervioso que lo había dejado, era una pequeña victoria pensando en el poder que ejercía su consejero amigo sobre su corazón.

Le acarició su mejilla haciendo que el de menor estatura, se sobresaltara.

-¿E-es una broma? - alcanzó a preguntar, dudando de inmediato en sí quería escuchar realmente la respuesta, ya que deseaba de verdad lo que ahí estaba ocurriendo.

-Claro que lo es. - el corazón del consejero se saltó un latido. -Me casaré con Yuri-chan y dentro de cuatro o cinco años, tal vez podamos estar en una misma habitación sin que me gruña, ¡será perfecto!

El silencio reinó de nuevo en la habitación y Jean al no obtener respuesta a su arrebato irónico, comenzó a ponerse nervioso al creer que había arruinado su única oportunidad, pero entonces la risa del más bajo fue lo único que se escuchó en la habitación.

Jean se quedo anonadado, siempre lo hacía cuando Otabek le regalaba ese gesto sin formalidad alguna, brinco exagerandamente al darse cuenta que ahora, él era acariciado con cariño.

-Dices la verdad. - Jean asintió como un niño pequeño, disfrutando el tacto de su persona amada. -Siento lo mismo.

Y entonces Jean desapareció de su campo de visión, más pudo atraparlo antes de que saliera de la habitación.

-¿A dónde vas? - le tomó de su mano herida, haciendo que el rey se detuviera enseguida frente a la puerta de su alcoba.

-Voy a cancelar el compromiso aunque me muerda de nuevo. - atrajo a Beka a sus brazos para besuquearle el rostro. -Seguro tu amigo se pone feliz, ¿verdad?

-Deja que yo hable. - fue su turno de dejar un beso en ese sonriente rostro que por mucho tiempo cuido, aunque no como realmente quería. -¿E-estas seguro de esto?

Sus labios fueron tomados con cariño, era su primer beso y la mejor respuesta que su rey le había dado.

Su amor estaba seguro.

"La verdad oculta del Rey."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora