Y estaba intentando entender esos rasgos que le hacían amable. Y esa sonrisa que tenia siempre cuando miraba al cielo. Esa coraza de seguridad entre dientes y ese enigma entre cada entraña de su alma. Nunca pensé que echara de menos tanta fuerza que ella podía llegar a tener en los momentos mas frágiles. Pero ahí me dí cuenta que quería ser como ella, que quería aprender a hacer reír a cualquier persona con solo mirarla. Que podía cubrir de ese oscuro infierno con solo llorar. Pero hasta el mismo momento en el que Fran se acercó a mí en silencio y me sacó de aquello no me di cuenta de que necesitaba de su ayuda. De la ayuda de alguien que podía abrirme los ojos.
-Gracias por venir necesitaba tu ayuda. Quiero ser tu tutor legal y tienes que firmarme estos documentos si estás de acuerdo.- Le miré perpeleja, por fin alguien que pudiera cuidar de mi hasta en los momentos de mas frustracion. Pero lo malo esque nos conociamos tan poco que no sabia si podría confiar en el, tantas cosas habia hecho ya por mi, que me di cuenta de todo y mi corazon queria responder esta vez por si mismo.
-Gracias a ti, por quedarte cuando mucha gente ya se ha ido. Y no culpo nada a esa gente.- Me acarició el pelo y me sonrió.
Me sentía segura cuando Fran estaba ahí no sabia como hacerle saber lo preocupada que estaba por si no podia salir de esta sola. Y no quería hacerle culpable de mi desgracia porque aquí la unica culpable era yo por haber creído mas de la cuenta y haber crecido tan rápido en una semana. Me sumergí entre la niebla de la calle, me embadurne entre el viento de cada esquina y esa oscuridad que estaba tomando cada segundo de mi vida en ese momento. Pero se me acortó la respiracion cuando senti una mano fria entre mis dedos, sentía aquella mirada y sin saber como vino se fue.No quería saber como cada encontronazo me surgia de noche entre poca gente.
-Sigueme.- Aquella voz, Me estaba hipnotizando. Sacudí la cabeza y recé para que no fuera el. Para que no fuera el que hacia que me diera miedo cruzar la linea que desafiaba mis sentidos, entonces por un casual me di cuenta de quien era y sin embargo no conocía su nombre. Tenia tanta vergüenza entre tan clara niebla que sonaba irónico que no supiera controlarlo.
-¿Quién eres?- Y me hizo un signo de que me callara, y no tuve mas remedio que aceptar que era la mejor forma de admitir que era lo que tenia que hacer.
Y no paraba de comerme la cabeza con sus artimañas. Quería verle, esos ojos verdes reflejados en mí ojalá no hubiera vuelto a las andadas de buscarle por cada esquina y desquiciar me al verle correr por detrás de mí. La próxima vez que me llamen a las dos no responderé y es que necesito confiar en alguien y sentir que tengo algo.
No le volví a ver.
-Hola, soy Maya. Si necesitas algo confía en mi, estoy en esa mesa. - tendió su mano. Desperté encima de la mesa del comedor del instituto, me fui de los pensamientos nunca escritos.
-Hola, yo soy Alex. - y otra vez el sentado en la butaca más vista de la sala, tocándose el pelo y fumando en aquella esquina. Soltaba el humo contra la ventana y se tocaba la nuca.
Me acerqué tenuemente sin hacer ni un ruido y me senté a su lado fijándome en sus manos y sus heridas casi abiertas. Fijándome en su mirada fija en la ventana. Giró bruscamente, y me miró. Seguidamente fijo otra vez su mirada contra la ventana.
-¿Se puede saber que quieres? - señalé su mano. Y me acercó el cigarro. Pero me miraba perplejo cuando se dio cuenta que en mi vida había fumado, su risa floja y tan contagiosa me lleno de orgullo. "Oírla día si día también seria un placer. "- pensé.
-¿Por que tan solo siempre? - el colocó su mano en mi pierna. Y se me erizo la piel, como no, se dio cuenta de que algo tenia que ver que nunca nadie me había hecho sentir así.
Guillermo se acercó a mi y me cogió del brazo fuertemente. Su cara era un espanto, me horrorizaba verle tan mal.
-No te fíes, Alex. - y me dejo sola. No quería hacerle saber que algo me hacía sentir familiar cuando estaba a su lado.
Pero otra vez llegando a casa me tocó alguien la espalda, vi correr su sombra entre el oscuro cielo azul.
-Espera. - nunca sabría quien se había dignado a ser tan cobarde.
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Tras ese espejo sin salida
Teen FictionQue incomprensible cuando suena aquella canción lenta y me dicen que es hora de bailar bajo las estrellas sin alma en pena. Vestida de punta en blanco para hacer sombra a la luna, me preguntaba si soy tan inhumana como parece o si soy un monstruo.