°• Sus sonrisas •°

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El clima frío se siente ya, es crudo y aún es Otoño. Es complicado, además.

El viento parece tener conciencia y levanta con fuerza cada vez que ve las faldas de las niñas, y da lo mejor de si para desarreglar los elaborados peinados de los chicos.

Impertinente y caprichoso, pero el alivio de muchos.

Ochako Uraraka está preparada. El viento siempre es un enemigo para una chica, sobre todo de una escolar porque las faltas vuelan y los peinados se arruinan, pero no para Ochako. Ella siempre va a clases con sus panties negras y una bufanda al rededor de su cuello atrapando su cabello.

Nada podía salir mal.

Estaba saliendo de los dormitorios para ir a clases, se había quedado dormida e iba tarde pero no sé apuraría, ella había dado aviso de que había sufrido un leve accidente que se vio su cadera involucrada y que no podía caminar con facilidad.

Había pasado la noche anterior, fue en horario nocturno por ello no pudo visitar a Recovery Girl para que le sanara; estaba agotada y muy distraída, su cabeza se sentía pesada y los hombros tensos. Su cuerpo estaba fatigado y planeaba consentirlo con una sesión de media hora en la bañera con sales minerales —que Momo siempre dejaba en el baño común— y agua caliente. Todo iba según lo planeado pero no se fijó en el jabón que se había resbalado y que quedó justo en su camino. La caída fue espectacular, debía admitir, y muy dolorosa, le tomó cerca de diez minutos lograr ponerse de pie. Como ya estaba en el baño, no se permitió el dejar el baño a medias.

Las sales minerales son costosas y no dejaré que pase esta oportunidad. —Pensó.— Seguro dolerá mañana, pero por ahora a disfrutar.

Muy para su pesar, el dolor apareció cuando estaba por dormir, debía acomodarse a cada tanto para conseguir una posición menos dolorosa pero mucho rato en esa posición también era doloroso. Por eso pasó mala noche, y por eso dio aviso de que llegaría tarde.

—¡Kirishima-kun! —Exclamó al ver que el chico salía recién del edificio de los dormitorios. El aludido se sorprendió y se acercó.

—¿Uraraka? —Igual de extrañado por la presencia de la chica.— ¿Aún no vas a clases?

Ochako negó con la cabeza, un poco avergonzada, y respondió: —Nop. Sufrí una lesión anoche y como apenas puedo apresurar el paso, di aviso de que llegaría tarde.

—¿Una lesión? ¿Pero, cómo? —Intentó indagar. La verdad es que daba curiosidad, ella suele ser torpe pero cuando no hay presión de por medio es muy cuidadosa.

—A-ah... Bueno... —No quería relatar tal suceso vergonzoso.— Sólo... me caí en el baño... Hehehe

Ahh... —Fue su única respuesta luego de, sin querer, imaginar el cómo pudo ser, arrepintiéndose de inmediato.— B-bueno, por suerte nada más grave sucedió. Pero, ¿puedes caminar bien ahora? ¿Te ayudo?

—Puedo caminar pero no puedo dar pasos largos y rápidos, aún así muchas gracias, Kirishima-kun. —Le sonrió agradecida.— Aisawa-sensei se molestará contigo si no te apresuras.

—Sí, debería adelantarme pero qué clase de héroe sería si dejo atrás a una compañera. ¡No importa! —Hizo un gesto con la mano para restarle importancia y le regaló una de esas sonrisas de dientes afilados pero que eran tan agradables de ver.

Ochako no pudo seguir negando, era de mala educación también, así que aceptó su ayuda y emprendió la lenta marcha. No sabía cómo él planeaba ayudarle pero si seguían parados, el castigo para Kirishima sería crudo.

Sonrisas de primavera y verano en otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora