El timbre suena, pero como ya es costumbre, nadie recoge.
- Bien, aquí termina la clase. Acordaos de hacer los ejercicios. Y si no entendéis algo, aquí estoy para que preguntéis.
Y es entonces cuando toda la clase recoge.
Había llegado la hora del patio. La hora que tanto alumnos como profesores deseamos.
Mientras camino a dejar la mochila a la sala de la ESO, me encuentro con Cassandra, una compañera, y a decir verdad, una muy buena amiga.
- ¿Qué pasa Alec? ¿Más problemas en la clase de matemáticas? No me extraña, tu clase se las trae.
Eso es cierto. 3º es la clase temida por todos los profesores de la ESO.
- No, bueno, hoy no ha estado del todo mal. ¿Y tú qué tal? 2º tampoco es tan bueno.
- Ya, creo que a este paso, hasta superaran a tu clase, y mira que es difícil...
- Bueno, no creo que sea para tanto, pero, vamos, nada se va a arreglar por quejarnos. Aunque un café a lo mejor ayuda algo. ¿Me acompañas?
- no puedo, me toca vigilar el patio.
- Cierto, lo había olvidado. ¿Quieres que te traiga algo?
- Hombre, un café con leche estaría bien.
- Vale, a este invito yo. Ahora vuelvo.
Bajo las escaleras que llevan hasta la puerta. La secundaria estat en el tercer piso de un edificio, a mi pareces, bastante antiguo.
En cuanto voy a salir por la puerta, alguien me llama.
- ¡Profesor! ¡Alexander!- si, dejaba a mis alumnos llamarme por mi nombre. ¿Quién no lo hace a estas alturas? No estamos en el siglo pasado- ¡Espera un segundo!
- Dime, Rebecca.
- Pues quería saber si te puedes quedar en el patio. Ya sabes, para ayudarme a llegar. A la nota, claro.
Esa aclaración, estaba de más...
- Pues ahora mismo no puedo, iba a ir a comprar unos cafés...
- Oh, si quieres puedo acompañarte.
- Lamento ser yo el que te recuerde que no puedes salir de aquí sin el permiso de tus padres.
- Bueno, peo si el permiso me lo das tu...
- Rebecca, si eso era todo, me quiero ir ya a por mí café.
-Claro, lo siento profesor. Otro día será.
Se gira rápidamente y se dirige hacia sus amigas, que estaban medio escondidas en la puerta del patio.
Esta de más suponer que eso era una apuesta.
Ahora sin interrupciones, sigo mi camino hasta llegar a una panadería, que queda enfrente del colegio, y que nos deja llevar el café para llevar.
La dueña, que ya me conoce, me dedica una sonrisa amable nada más me ve llegar.
Es una mujer muy guapa, a decir verdad. Morena, ojos marrones, lo común, solo que en ella era algo que resaltaba por su tez blanca. Si no fuese porque no pienso volver a permitiré sufrir, ya habría intentado algo con ella. Al igual que ella lo intenta conmigo.
- Hola guapo, cuánto tiempo sin verte, ¿no crees?
- pues si Alexa, la verdad es que la semana pasada estuve algo ocupado con el trabajo.
- ¿y cuando no? Necesitas relajarte un poco, no seas tan exigente contigo mismo.
-No lo soy. Solo me gusta poder hacer cuanto antes todo el trabajo, y así después que no se acumule.
-Sí, lo que tu digas- una breve carcajada brota de mi garganta. Así era ella, sincera-. ¿Y qué te pongo hoy? ¿Lo de siempre?
- sí, un café cargado con leche y un café con leche normal.
- ¿para quién es el otro?- por el movimiento que ha hecho al girar la cabeza, me extraña que no se haya hecho daño.
- para Cass, hoy no puede salir, le toco vigilar.
- ah, claro, Cassandra. Te cae muy bien, ¿cierto?
- sí, la verdad, me ha ayudado mucho a instalarme. Ya sabes, es mi primer año como profesor, y ella ya lleva más tiempo, así que me avisa de lo que me pueda encontrar y me ayuda a solucionar los problemas. Sobre todo ahora que me toco ser tutor.
- ¿y como es que te han cogido a ti de tutor?
- pues nadie más quería- aunque lo digo soltando otra breve risa, es cierto-. Nadie se atrevía con 3º.
- ¿muy mala clase?
- de las peores. Si te soy sincero, se salvan menos de 10 alumnos.
Las caras de esos diez alumnos pasan por mi mente.
Nathaniel, Adele, Renee, Shailene, Luca, Asier y Staicy.
Los únicos que podían sacar más de un cinco en mi asignatura.
vшӧZ
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Imposible de creer.
Teen Fiction"Querido profesor, quiero que usted sea el primero" Y eso, ¿qué quería decir? Esa fue la nota que Alexander recibió un miércoles como cualquier otro. De los anteriores, claro. porque de ahora en adelante, algo cambiará.