Recuerdame.

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Y como odiaba en exceso el trabajo cerca del final de ciclo.

Kirishima caminaba cansado desde la estación más cercana hasta su casa. Gracias a un retraso con dos autores se vio obligado a salir bastante tarde de la oficina, ni siquiera tuvo tiempo de salir a comer, aunque si había visto a Yokozawa, quien le llevo el almuerzo aunque no le había parecido suficiente tiempo a su lado.
Prácticamente arrastraba sus pies, la verdad es que estaba cansado y es que su cuerpo le estaba pasando la factura por la semana de locura que había pasado.

Con bastante flojera camino hasta el elevador saludando muy bajo al vigilante del edificio.

Sabía que Yokozawa debía de estar esperando por él con Hiyo en casa, aún no era demasiado tarde, con algo de suerte podría darle un "Buenas Noches" a su hija y al menos robar un beso a su pareja.

Sin saber por qué, metió la llave en la cerradura muy suavemente, dejó sus cosas bajo la mesa de la entrada y cambió sus zapatos, todo en un silencio casi sepulcral, lo raro es que dentro de la casa tampoco se oyera ruido alguno. Camino por la cocina, la sala incluso se asomó a su habitación, pero no había nadie.

Se acercó a la puerta de la habitación de su hija, estaba ligeramente abierta, iba a tocar cuando escucho un ligero sollozo, probablemente era de su hija, cosa que de inmediato le alarmo y por la cual decidió esperar un poco para ver si la niña se sinceraba con su amado Oniichan, con aquellos secretos que se negaba a decirle a su padre.

— Sé que no tienen razón oniichan... Pero es... Tan solo es que...

— Tranquila Hiyo, está bien que te moleste la situación, pero recuerda que siempre tienes a alguien a tu lado. Tu padre aunque es un torpe, te quiere mucho, Sorata siempre te esperara aquí y también yo estoy para ti.

— ¡¿No le dirás nada a papá verdad oniichan?! ¡Por favor no digas nada de esto!

Escucho a Yokozawa suspirar, el reflejo en el espejo del tocador de Hiyo le permitía ver un poco la escena dentro de la habitación. Hiyori tenía atrapado en un abrazo a Yokozawa, quien estaba sentado a la orilla de la cama, rodeando cariñosamente a la menor de los Kirishima.

— ¿Por qué no le quieres decir?

— Papá ya tiene muchos problemas... Y tú también oniichan lamen...

— Nada de que lo lamentas, siempre tenemos tiempo para ti. No le diré a tu padre — así que él oso si tenía secretos con Hiyo... Eso era traición...— pero no tardes en hablar con él.

— ¿Recuerdas esa película que fuimos a ver al cine? —Hiyori era amante de viajar por el mundo y curiosa por conocer otras culturas, así que fueron arrastrados a ver el estreno de Disney, Coco— esa canción que nos hizo llorar siempre me recuerda a Mamá.

Algo hizo clic en la mente de Kirishima, aquella canción era una dedicatoria de amor en la distancia, perfecta para la situación de Hiyori con su madre. Seguramente algún problema había tenido en la escuela con la mención de su figura materna.

— Tu padre y tu lloraron toda la película... —Yokozawa siempre orgulloso se negaba a aceptar que la película había conmovido su gruñón corazón.

— Aunque me gustó más cantar contigo oniichan.

— Si es una invitación a hacerlo de nuevo me niego Hiyo.

¿Cantar? Ni en sus más extraños sueños Kirishima lograba imaginar a él "Oso gruñón" cantando, menos una canción como Recuérdame.

— Pero eso me haría sentir mucho mejor —y esos ojos de cachorro a los que ni Yokozawa se podía resistir hicieron aparición, haciendo suspirar de nuevo al trabajador de ventas que se levantó de la cama.

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