Capítulo 1.

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Estaba con Arnold, en la calle, para comprar algo para comer, hablábamos de temas indiferentes, al pasar los minutos mientras caminábamos, observamos una escena no muy encantadora.

-       Usted, ¿quién se cree para contradecirme? – Dice uno de los nazis, mirando al joven  judío aterrado.

-       Perdón, no fue mi intenci… - Al casi acabar su frase, el nazi le dio un tiro en la frente.

Todos los judíos, siendo público y testigo de esa escena, el nazi mira a todos con actitud de ganador, superior en manos de sus armas.

            -  Folgen Sie Ihrem nutzlosen Weg. – El nazi se dirigió a nosotros. Mirando acechadoramente a todos los judíos presentes.

(Español: Sigan su camino, inservibles.), Arnold me tomó del codo fuertemente para alejarnos de la multitud aterrada. Ya al finalizar el tiempo de la tarde, compramos nuestro humilde mercado, lo poco que teníamos lo utilizábamos para sobrevivir, teníamos un pequeño ahorro para emergencias, pero ni sabemos qué pasaría si descubrieran ese miserable y mínimo ahorro. Los nazis iban a las residencias de los judíos, a diario se llevaban más de 350 personas, llorando y cubiertas de su propio miedo. Nosotros somos unos de que ha tenido la poca suerte de escondernos, no sabemos cuánto duraría nuestra supuesta suerte.

               Al llegar a la casa, le preparé unos pequeños, realmente, muy pequeños panes para Arnold y yo, solo lo rellenaba con una salsa, ya caducada, en ellos para recurrir un poco de sabor en ellos. Arnold y yo ya estábamos listos para dormir. Podría decirse que ya era casi de madrugada, el cielo oscuro y frío nunca desaparecía, al igual que mi temor. Escuché un ruido, como ruedas acercándose más a la zona, me paré y fui directo a la ventana,  visualicé más de 7 camiones negros, con máximo 5 nazis en ellos. Toda mortificada al ver que iban a las residencias, fui a avisar a mi hermano.

-       ¡ARNOLD DESPIERTA! –Dije agitada, mientras veía el cuerpo de él moviéndose.

-       ¿Qué sucede? – Dice con voz adormilado.

-       Otra vez. – Dice en voz baja, pero igual él me escuchara.

Al decir esa simple frase, ya Arnold sabía a lo que me refería. Fuimos los dos juntos al nuestro “escondite”. Nuestros padres, antes de su muerte, nos habían creado como era como un pequeño pero oculto baúl, quedamos extremadamente pegados mi hermano y yo, pero con tal de sobrevivir a otro momento de pánico, haríamos lo que sea. Se escuchaban gritos, hasta disparos; sin más, se abrió las puertas, los nazis llegaron. Ya es la 4ta vez que nos tratan de encontrar, pero no lo han hecho, pero se lo propusieron. Revisaron cada esquina, Arnold y yo temblábamos como nunca, hasta que escuchamos a uno de ellos…

-       Hier ist etwas. – Al frente de nuestro “escondite”, al acto seguido nos encontró.

Mi hermano y yo saltamos de nervios, dos de ellos me tomaron de lado a lado, mi hermano enfurecido tratando de defenderme, no lo logró, un nazi llegó y le dio un latigazo fuerte en la espalda, mi hermano gimió de dolor. Ya rendidos, nos llevaron a los camiones.

Ya montada en uno de los camiones, pude ver la verdadero temor, miedo, pánico de las mujeres al no ver más a sus esposos, tampoco a sus hijos ni familia. Al lado hasta podrías ver en el fondo, cadáveres ensangrentados, suponiendo que son de los que se opusieron a ser llevados por ellos, al final, fueron llevados a su propia muerte. 

Historia de una judía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora