CAPÍTULO 3: TRES en raya

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¿Nunca te has sentido atrapado al aire libre?¿Esposado pero con las manos libres?

No estoy hablando de cadenas de metal. Me refiero a las cadenas sociales. Esas que hacen que te rías de los chistes malos de tus familiares en navidad. Esas que hacen que te laves las manos en los baños públicos cuando la gente te mira. Esas que te obligan a no defraudar a tus amigos y no echarte atrás hasta límites de decidir asistir a un campamento de dos días con dos hombres que, sin que sepas porqué, te incomodan hasta el punto de darte miedo.

En una ocasión normal, prácticamente no me habría llevado mucho en la maleta más que ropa y un pijama. Sin embargo todos estábamos tan nerviosos que incluso habíamos creado un grupo de whatsapp de los amigos de siempre que íbamos a ir (Todos excepto Pablo, que estaba en el hospital por no seque mierdas) para decir cosas para llevar en la maleta.

Yo llevaría tres linternas que tenía por casa y Javi iba a llevar dos navajas que había "tomado prestadas" de la colección de su padre. Todos decidimos llevar dinero y móviles por si acaso.

Revisé la maleta: Ropa, linternas, algo de picar, pijama, móvil, cargador, un libro... Estaba todo.

Cerré la maleta y fui hacia el colegio.

Eran las 19:14 del Viernes. El autobús llegaría a las 19:30 pero por el grupo habíamos decidido ir algo antes para hablar.

-¿Todo listo chicos? - Animó Belén sonriendo.

-Yo si -Dije- Por cierto. ¿Dónde está Javi?

-Dijo que tenía partido ahora, pero supongo que llegará a tiempo.

-Yo estoy super emocionada. Pero tranquilos que ya he aprendido a jugar a casi todo.

-Por fin buenas noticias –Belén había admitido de repente el papel de líder del grupo- ¿Tu que tal Marta?

-Mientras no venga Oscar...

-Pues tienes suerte, por lo que tengo entendido vendrá más tarde con su coche.

- ¿Cómo lo sabes? –Si. Definitivamente Belén había asumido el mando del grupo.

-Se lo oí decir a uno de los responsables.

-Ojalá se aostie con el coche nano.

- ¡Joder! ¿No estás exagerando un poquito Marta? Al fin y al cabo solamente te ha mirado. Ni si quiera sabemos si fue él el que se cargó el ordenador.

-¡¿Tu estás tonto o que?! No es solo que me mire, es como me mira Y sabes de sobra que fue él el que se cargó el ordenador...bueno...fue el Carlos ese de mierda.

-Por cierto –Dije intentando quitarle tensión a el asunto- El Carlos ese ¿No tiene cara de malo ruso de James Bond?

-¡A que sí! –Belén lo pilló y me siguió el royo.

- ¡Qué va! Tiene cara de cura pervertido.

-¡¿Qué dices?! Es más como un perrillo abandonado...

Seguimos así hasta poco después de las siete y media. Intentando hablar de todo para no tener que hablar de nada.

Javi no tardó mucho en llegar. Llegaban tambien algunos de los otros jugadores que se unieron a la conversación. Carlos, como siempre, se quedó en una esquina, observando.

Guardamos las maletas en el maletero y subimos al autobús. El trayecto duró una hora y media, pero se pasó volando. Hicimos de todo, cantamos, contamos chistes, jugamos a los típicos juegos de autobús... Todo iba bastante bien. Demasiado bien teniendo en cuenta hacia donde íbamos.

Llegamos y descargamos el equipaje. El lugar era bastante grande, tenía un buen patio de tierra con algunas porterías bastante destrozadas.

Pedimos que las habitaciones estuviesen pegadas.

-Habitaciones 227 y 229.

- ¡Chicos en la 27!- Javi estaba emocionado.

- ¿Por?

-No sé, me mola más.

-Pues chicas en la 29. - Marta estaba bastante más animada ahora.

Subimos a las habitaciones en el segundo piso. Recorrimos un largo pasillo arrastrando las maletas durante algunos minutos hasta llegar a las habitaciones. Como habíamos pedido estaban juntas, aunque las puertas estaban separadas unos seis metros.


Dani, Javi y yo entramos en la 227. Javi escogió la cama de la izquierda y Dani la de la derecha, así que me tocó la del medio.

Marta, Belén y Sofía se fueron también a su habitación.

Después de deshacer las maletas nos fuimos los seis a conocer un poco el sitio. Era bastante grande. Tenía tres pisos idénticos a el nuestro conectados con ascensores. Pasillos largos, paredes blancas llenas de cuadros que te seguían con la mirada al pasar, laberintos de escaleras que subían y bajaban...

Estuvimos investigando durante casi una hora hasta que fue la hora de ir a cenar. Nos pusimos todos en la misma mesa. La cena constaba de un plato vacío sobre el que había vomitado alguien. Bueno, algunos decían que era alcachofa estofada pero a mí no me convencían.

Después de "cenar" tuvimos un pequeño torneo de "Camel Up". Aunque no sea relevante para la historia quiero decir que quedé segundo, que lo suyo me costó. El ganador por cierto fue Roberto. Un hombre de unos 26 años del que no hablaré porque todavía no es importante para la historia. La última, fue Sofía, con la excusa de que nunca había jugado.

Nos retiramos a nuestras habitaciones, obviamente no para dormir.

Nos reunimos en la habitación de chicos y empezamos a jugar a algunos juegos de mesa que habían llevado Belén y Marta.

No abrían pasado ni treinta minutos cuando oímos un ruido en la puerta, como de unas llaves.

Marta, Javi y yo nos acercamos a la puerta para ver que pasaba. No pude evitar que un escalofrío me recorriese el cuerpo al abrir la puerta.

Justo delante de nosotros, allí de pie con su americana gris y su maleta plateada, se erguía la alta figura de Oscar.

-¿Qué haces en nuestra habitación? -Marta no pudo disimular el cabreo en su voz.

Oscar le miró con extrañeza pero, debajo de aquella máscara de mal actor pudimos ver como le lanzaba una mirada de deseo que casi le atravesó.

-¡Anda! Ya has llegado. –Dani era listo, sabía perfectamente cuando y como disolver las tensiones en una frase, desviando la atención de Oscar.

Oscar se giró hacia Dani, pero sin dejar de mirar a Marta de reojo.

-Si. Tenía trabajo.

-¿Y en que trabajas? –intervine rápidamente, sabía que necesitaríamos información de el.

-Bfff... Soy oficinista. Papeleo y más papeleo –Lo dijo como si nos tuviera que hacer gracia.

Todos fingimos una sonrisa de comprensión.

-Pero bueno, ya estoy aquí –Dijo quitándole la poca importancia que tenia aquello- Por cierto, ¿Qué coincidencia no? –Dijo mientras nos enseñaba las llaves y componía la sonrisa más escalofriante que he visto hasta hoy - Habitación 228. Parece que duermo justo en frente de vosotros.

OSCARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora