Capítulo 3: La promesa

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Verónica estaba por los aires gracias al gran golpe de la técnica de Freddy.

- ¡Lo conseguimos! - Exclamó Fred eufórico.

- No estaría tan seguro. - Apuntó Freddy mirando el cuerpo inmóvil de Verónica suspendido en el aire.

La mayor gira hacia atrás en el aire, sacando su arco y lanzando una flecha con una cuerda atada. Esta se incrusta en al árbol más cercano, para no caer. Al contrario, dió una vuelta al tronco y, con el impulso cogido, se puso enfrente de Freddy, ahora, con una cara más furiosa.

- Esto solo comienza... - Pensó Freddy poniéndose en guardia.

- Volvamos a hacer...

- Suficiente. - Dijo la mayor dándose media vuelta y yéndose del lugar, dejando a Fred y Freddy de piedra.

- P-Pero... - Tartamudeó Freddy.

- Betty, coge un poco de sabia del árbol y cura sus heridas. - Dijo alejándose.

- Está bien. - Dijo Betty acercándose al inmóvil cuerpo de Freddy, el cual veía junto a Fred cómo se iba su oponente del lugar.

- ¡N-No es justo! - Gritó Freddy, sorprendiendo, no solo a las ninfas, sino también a Fred, quién estaba apunto de hacer lo mismo que él. - Nos hemos esforzado tanto... ¡Queremos ver mundo! - Dijo él saltándosele una lágrima de su ojo izquierdo, quizás por el dolor de las heridas.

- No. - Dijo seca mayor, yéndose finalmente de allí.

Betty se acercó a Freddy, el cual apretaba los puños con fuerza, conteniendo toda su rabia.

Cuando comenzaron a salir pequeñas llamaradas del cuerpo fue cuando todas se dieron cuenta quién estaba controlandolo.

- Fred... - Dijo ella sacando una pequeña botella donde residía la sabia del Árbol de la Vida.

Fred cogió la botella de las manos de Betty y con las pocas fuerzas que le quedaban se fue corriendo a su pequeña cabaña.

Freddy se aplicaba la savia por todo el cuerpo. Las propiedades curativas se podían ver a simple vista, pues, no pasaron ni dos segundos y las heridas se estaban curando.

- No es justo. ¡Estábamos ganando! No puede simplemente parar el combate así.

- No nos toma enserio. - Dijo Freddy suspirando a la vez que deja caer el cuerpo en su cama hecha con hojas y lianas de los árboles.

- ¿Por qué tenemos que hacerle caso? ¿Por qué no simplemente nos vamos?

- Ya sabes por qué. Ella nos acogió y cuidó cuando estábamos perdidos. Es como una madre para nosotros...

- Una madre que nos retiene aquí encerrados. - Dijo Fred poniéndose cómodo en la cama.

- De todas formas, Fred, no duraríamos mucho ahí fuera.

- ¿Tú también? - Refunfuñó él.

- ¿No te acuerdas de que los Carriers desprendemos una aura especial? Si alguien nos detectase, estaríamos muertos. - Dijo cerrando los ojos, dispuesto a dormir.

- Verónica me dijo que había una especie de gema que debilita a los Carriers... Quizás con eso podríamos pasar por humanos normales.

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