CAPÍTULO 8: los OCHO escalones

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Lo cierto es que no soy supersticioso. Nunca he creído en la magia, el horóscopo y mucho menos en el tarot, pero no miento si digo que aquella tirada de cartas cambiaría realmente mi destino.

-¡Espera!- Belén grito de tal manera que todo el mundo se giró- Deja las cartas en el suelo.

Oscar obedeció y dejó las cartas en el suelo, en medio del corro.

Belén se acercó y comenzó a mezclarlas por el suelo como si fueran fichas de dominó.

-¿No te fías de mí? –Preguntó Oscar divertido.

Belén no contestó y continuó mezclando, esparciendo las cartas por el suelo. Yo me acerqué y comencé a imitarla. A los pocos segundos estábamos los dieciséis mezclando por todo el suelo durante unos treinta segundos.

Teníamos un montón de cartas mezclado por todos en medio del corro. Empezó cogiendo Clara, que estaba a nuestra izquierda y continuamos en sentido horario. Fuimos los últimos y comprobamos que estaban todas las cartas.

Cuando abrimos la puerta de la habitación 227 Marta estaba sentada sobre la cama, con las piernas cruzadas, los ojos rojos y las gafas a modo de diadema.

Dani se sentó al lado y le pasó una mano por el hombro. Error. Si crees que lo peor que le puedes hacer a Marta es cuestionarla cuando está desarrollando una estrategia, es que nunca la has intentado consolar cuando está cabreada.

- ¡Quita el brazo o te lo arranco! -El pobre Dani quitó el brazo de golpe como un resorte, como un acto reflejo.- ¿Qué cartas tenemos?

-1,1,1,1,2,3,3,3,3,3,4,4 y 5.-Respondí mirando las cartas.

-Bfff... -Marta se secó los ojos con la mano- Vamos a hacer que ese cabrón llore sangre.

Marta cogió papel y boli y elaboró la siguiente tabla:

1111

2222222

3333

44

5

-Sabiendo las cartas que había y las que tenemos, estas son las cartas que quedan. Los números mas comunes serán 2,3 y 1. Necesito que dos personas bajen corriendo, una que apueste este tres –Dijo extendiendo un tres al aire.- La otra que ...

-Espera -le corté- No se puede apostar, no hasta las siete.

-¿Por?

-Impusimos esa norma para dar nuestras cartas, creímos que necesitarías tiempo.

-Bien pensado.

- ¿Entonces tienes una estrategia para ganar? -Preguntó Belén.

-Ganar solo es lo de menos -Respondió Marta- Si ganamos pero Oscar también no servirá de nada. Tenemos que ganar a la vez que le mandamos a la mierda.

-Si por lo menos pudiésemos pedir ayuda a los demás jugadores...

- Eso es, podría funcionar, si, claro, ¡Lo tengo!

Creo que ya imagináis lo lento que pasó el tiempo hasta las siete de la tarde mientras Marta perfeccionaba el plan, lo lento que comimos para rellenar el tiempo, o la cantidad de conversaciones que tuvimos que no nos importaban una mierda, porque lo hacíamos para dar tiempo a Marta.

Cuando todavía eran las seis y media, la gente comenzó a dirigirse hacia la sala de juegos, donde encontraron algo que no esperaban.

-¿Qué significa esto? –Preguntó Vanesa indignada.

Marta salió al frente, sonriente, mucho mejor que antes.

-Esto, queridos amigos, es un horario. Teniendo en cuenta que todo el mundo quiere hacer ya sus duelos y solo hay una mesa, hemos escrito en esta pizarra un horario donde deberéis inscribiros para realizar los duelos. Nosotros ya nos hemos apuntado. ¿Ah! Y si alguien se niega a luchar en un combate será eliminado automáticamente ¿No os habíamos avisado? Huy perdón. –Marta mostró su mayor sonrisa de falso arrepentimiento.

OSCARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora