CAPÍTULO 15: QUINCE días

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Me acerqué a la esquina y asomé la cabeza para inspeccionar ambos lados del oscuro pasillo, nada, despejado.

Saqué el móvil del bolsillo y, con la linterna, hice algunas señales luminosas hacia el extremo del pasillo.

Una silueta surcó la oscuridad con movimientos ágiles, era Sofía.

Tras unos segundos de espera, tres destellos se encendieron allí, el pasillo estaba despejado.

Me giré hacia el otro lado, esperando ver la señal que indicase vía libre, pero no llegaba. Comencé a impacientarme. ¿Porque no respondía? ¿Le habría pasado algo? ¿Le habrían descubierto?

Tres destellos, por fin, vía libre.

Avancé con sigilo.

Me temblaban las piernas. Me acerqué al ascensor y lo llamé.

Tardó una eternidad en bajar. No pude dejar de imaginar a Oscar sonriendo al abrirse las puertas, ante mis ojos, dispuesto a atacar, o quien sabe qué cosa peor.

Las puertas se abrieron, nada, el ascensor estaba vacío. Traté de recuperar en una bocanada el aire que había perdido cuando había dejado de respirar sin darme cuenta.

Heché un vistazo al interior del ascensor que, tras haberme acostumbrado tras casi una hora en oscuridad total, torturaba mis ojos con aquel fuerte destello de luz fluorescente.

Repasé rápidamente el marcador, cogí aire y apreté todos los botones.

¿De verdad necesitábamos atraerlos?¿Serviría el ascensor como cebo?¿Porqué queremos atraerlos? Todavía me estaba haciendo estas preguntas cuando palpé en el bolsillo de mi chaqueta la pistola de clavos y recordé la respuesta. Teníamos que cortar con aquello de raíz.

Sabía que, en caso de atraer su antención, tardrían todavía unos diez minutos en llegar, aun así, sabiendo que no tenía motivo, me di prisa para esconderme tras el mostrador de recepción.

Pasaban los minutos y nada ocurría. Miré el móvil, ¡Lo que habría dado en ese momento por un poco de cobertura!

Me giré hacia mi derecha para asegurarme de que la puerta estaba abierta. Era mi única vía de escape, así que debía vijilarla como si mi vida depependiera, y de hecho lo hacía, de ello.

Los minutos seguían pasando y no veía aparecer a nadie por ninguna parte. Varias veces pensé en abandonar.

Comencé a ojear las unas que había tras el mostrador.

Apenas había leído dos hojas cuando pude escuchar unos pasos cercanos.

Dejé los documentos y, con las mismas manos temblorosas, cogí la pistola de clavos y me preparé.

Carlos cruzó la puerta y encendió las luces.

Casi instintivamente, cerró la puerta -"Mierda"-Pensé-.

Avanzó con pasos lentos hacia la otra puerta.

Agazapado tras el mostrador preparé el arma.

Necesitaba espera lo máximo posible. Cuanto más lejos estuviese de mi vía de escape, más tiempo tendría para huir.

Carlos siguió avanzando.

Alcé los brazos a la altura de mi cabeza, con la pistola temblando entre mis dedos, bailando ante mis ojos.Inspiré y me dispuse a disparar -3.....2.....1....

El clavo surcó el aire y pasó zumbando a pocos centímetros por delante del abdomen de Carlos hasta aterrizar en el suelo rebotando con un agudo repiqueteo metálico.

-¡Eh!¡Hijo de puta!

Me miró a los ojos.

Salté y corrí hacia la puerta.Salí corriendo y la cerré de un portazo.

Cuando giré la cabeza hacia atrás, Carlos me seguía a unos seis metros por detrás de mí.

Los pasos de Carlos sonaban como pisotones de elefante, quería hacer ruido, quería atraer a Óscar, era un hijo de puta.

Seguí corriendo delante de Carlos.

-¿Y ahora que?- Pensé.

Seguí corriendo, de momento no había rastro de Óscar.

Atravesé una puerta, estaba en el patio interior.

Seguí corriendo, pero esta vez no veía a Carlos.

-¿Le habré despistado?

Me escondí tras una columna e intenté recuperar el aliento.

La puerta de abrió y Carlos apareció a contraluz. Se paró un momento y apoyó sus manos sobre los muslos, Carlos no estaba en tan buena forma como Óscar.

Carlos caminaba con lentitud, como si te no tuviese prisa por atraparme.

Me escondí con sigilo detrás de uno de los arbustos.

La puerta se abrió por segunda vez, era Óscar.

-¿Dónde está?

-No lo sé -lavoz de Carlos sonaba cansada-

Le he seguido hasta aquí pero...

-Si le has perdido te juro que te mato.

Óscar buscaba con energía, con ese entusiasmo que sólo la ira y la venganza pueden dar, prácticamente le brillaban los ojos.

-¿Has rebuscado entre los setos?

Carlos no contestó, pero se adentró en el jardín.

-Mierda- Pensé.

Me desplacé sin hacer ruido hasta el arbusto siguiente.

Óscar activó las luces.

Cinco potentes focos comenzaron a iluminado todo.

"Ahora si que estoy jodido"

Me desplacé hasta el siguiente arbusto, esta vez no me importó el donido, ya que el sonido ensordecedor del motor de los focos lo inundaba todo.

Óscar bordeaba el terreno desde un lado y Carlos desde el otro, me estaban acorralando sin saberlo.

Me dirigí hacia el centro ,seto tras seto.

El sonido de los focos me taladraba la cabeza.

Llegué hasta el centro del jardín.

Estaba en uno de los pocos setos, y la distancia hasta el siguiente era de unos dos metros-hasta aquí he llegado -pensé-

Retroceder era estúpido, Óscar cortaba la salida.

Miré hacia los lados sin saber qué hacer.

-¡Óscar!-Casi me da un vuelco el corazón- Mira esto, a estado aquí.

"Mierda, mierda, mierda"

Me había dejado la pistola de clavos.

-Entonces debe seguir aquí. -Alzó la voz y dijo- ¿Me oyes? Si, seguro que me oyes hijo de puta. -Dijo riendo- No voy a parar hasta encontrarte a ti y a todos tus amigos, y cuando lo haga, os mataré uno a uno, lentamente y con mucho dolor y tú, serás el último, tú serás el que verás a todos tus amigos morir delante tuyo, suplicando piedad a gritos, así que escóndete bien hijo de puta, haz que por lo menos sea divertido.

OSCARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora