Lustful (JaeTen)

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Cuando le jala el cabello y le embiste con fuerza, siente que es capaz de conquistar hasta a la cima del mundo.

Su mundo, resumido en sus dientes de perlas blancas y su sonrisa de terciopelo.

Tal vez, solo tal vez, es adicto a sus gemidos. Cuando le escuchó hacerlo por primera vez, semanas atrás, supo de inmediato que sacárselo de la cabeza sería una tarea virtualmente imposible; una tarea, además, que nunca tuvo intención alguna de realizar.

Quiere que Ten siempre grite su nombre.

—¡¡JaeHyun...!!

—Ten...

Siente tormentas eléctricas en el espinazo cuando acaba dentro de él; dentro, no afuera, porque ama la manera en que su semen gotea de su entrada al terminar. Ten ya no se queja cuando lo hace. Para tales fines, le ha pagado un poco más de la tarifa usual.

—¿Cuándo volveré a verte? —pregunta, teniéndolo abrazado lánguidamente entre los brazos.

—Cuando vuelvas a pagar.

—Mi sueldo no llega sino dentro de un mes...

—El próximo mes será.

Es inflexible en ese punto. Siempre, desde que lo conoce, que ha sido así. No puede abrazarlo por mucho tiempo porque Ten se arrastra hacia los bordes de la cama y saca de su bolso, apoyado en el suelo, un pequeño kit y un encendedor. Con destreza, le ve armar sobre la mesita de noche un papel con unas hebras de colores verdes, al que enrolla y enciende de manera posterior. Le da una gran calada a su porro artesanal.

—¿Quieres?

—No. Estoy intentando alejarme del vicio —responde. Ten se encoge de hombros, riéndose. El olor de la marihuana empieza a hacerle cosquillas, a llamarle como antes—. ¿Por qué te ríes?

—Te estás haciendo viejo. Primero me dejaste de llamar con la frecuencia de antes, ahora intentas dejar la marihuana. Qué aburrido.

—...No me estoy haciendo viejo, es solo que no tengo más dinero —confiesa.

Difícil sería explicarle lo complicado que se tornan las cosas pagándole más de un tercio de su salario tan solo por pasar una noche más con él. Lo complicado que es todo después de pedir dos préstamos bancarios de los que ya ha utilizado todo el dinero, o lo inhumano de sus condiciones al llegar a su departamento, con el refrigerador vacío y la luz amenazando con cortarse a cualquier minuto.

Ten no está obligado a escuchar y mucho menos a entender nada de eso, porque solo está realizando el trabajo por el que le ha pagado.

—En un mes más muchas cosas podrían cambiar —Ten suspira y expulsa más humo blanquecino—. Solo mañana ya tengo tres personas a las que atender. Podría irme con una de ellas. Podría irme solo. Nunca se sabe.

—Pero no te irás, ¿cierto?

Sus delgados hombros se encogen, mientras observa a la nada. El motel que ha rentado esta vez es incluso más pequeño que el de la ocasión anterior, hace una semana, y parece notarlo.

—Depende. Si me pagan más, lo haré.

—¿Pese a que te quiero?

—El mundo no gira por amor. Gira por dinero.

—...Tienes razón.

Ten le devuelve la mirada, y sonríe.

—Me alegra que pienses igual.

No le responde, porque esencialmente es verdad: el dinero es capaz de obtener tantas cosas que sería ridículo pensar de otra manera. Lo más importante, sin embargo, es que el dinero le permite ver a Ten. Tocarlo. Hacerlo suyo, aunque sea por una noche más, sin saber si será la última o no.

No es aún capaz, financieramente hablando, de mantenerlo a su lado, y es obvio que tampoco es capaz de hacerlo de ninguna otra forma.

Como por ejemplo, accediendo a las rendijas de su corazón enjaulado.

———

Treinta días después, se encuentra en los lindes del pequeño parque que sirve como punto de encuentro cada vez que lo llama para ir después a uno de los tantos moteles apiñados en el barrio rojo. Vaga de un lado a otro, pese a que las bancas están vacías. Nadie más permanece allí a esas horas de la noche.

Cuando le da un vistazo a la luna llena, media hora después de la acordada, esboza una sonrisa.

Se acabó.

Aún puede evocar el sonido de su voz, al menos. Da media vuelta para cruzar la calle en sentido oriente y alejarse así del parque; mismo parque en el que se conocieron a través de la siempre descarada forma de ser de Ten, sin tapujos, sin mentiras innecesarias de por medio. Aquel día solo le había tomado unos cuantos minutos en lograr engatusarle, y llevárselo así al motel más próximo del que tan solo les separaba un par de cuadras.

La verdad, Ten podría haber mencionado apenas una petición de tres palabras ("págame y fóllame") y de todas formas se lo habría llevado a la cama, tal como en ese día. No solo es adicto a sus gemidos, sino que a todo su ridículamente perfecto ser. Aún con el olor a marihuana que le acompaña a todas partes —obsesión en la que se había introducido por sus influjos, también—, y la manera rápida en que se retira cuando el tiempo entre los dos se acaba, Ten sigue siendo perfecto a sus ojos.

Hasta ahora, al menos. Da un paso para alejarse. Estará obligado a olvidar.

Pues Ten sabe que es adicto a él, y de todas formas se ha ido.

—¿...Adónde crees que vas, Jae?

Siente un peso en su espalda, unos brazos delgados tirando de él y abrazándolo por la cintura. Suspira. Suspira, y luego ríe, y luego no puede dejar de temblar.

Se ha sentido tan aterrado por su posible partida que le falla la voz al preguntar.

—¿No te irás? ¿No te irás?

—Tonto, ya te lo dije.

El movimiento en su cintura le obliga a darse la vuelta, y al verlo vuelve a suspirar. No es un sueño.

Su mundo entero le sonríe, con blancas perlas a modo de dientes.

—El dinero echa el mundo a girar. Y lo necesito.

Las últimas posibilidades de que se trate de un sueño se resquebrajan y fragmentan, para caer estrepitosamente contra el suelo de su mente. Si fuera un sueño, Ten jamás diría algo como eso.

Pero pese a ello, sigue siendo perfecto.

—Ah, claro.... claro.

Revuelve entre sus bolsillos y retira de ellos los billetes que ha juntado a punta de un mes de esfuerzo. Ten los cuenta, mordiéndose la lengua, y apenas termina su sonrisa deslumbrante vuelve a aparecer.

—Pongámonos en marcha.

Esa noche, está incluso más sumiso que lo normal. Se aprovecha de las circunstancias, como un animalillo desesperado por su presa, y asegura de capturar en sus dientes cada trocito de piel correspondiente a Ten. Sus gemidos imparables no son más que incentivos, claras muestras de que lo está haciendo bien. Semanas de práctica con su cuerpo. Ya sabe lo que le gusta y lo que no.

Es capaz de leer sus señales; es lo único que le queda ante el mutismo de Ten, reacio a mostrar siquiera un poco de sus verdaderos sentimientos.

Tal vez por eso, cuando acaba en él y lo besa, recibiendo una pasional respuesta, logra notar que en sus ojos libidinosos no hay lugar para el cariño. De todas formas, no busca en ellos algo imposible ya.

Solo se conforma con una noche más, fingiendo que lo son todo.

Siendo verdaderamente nada.




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Espero les haya gustado, es mi primer JaeTen <3 Esta pairing fue la ganadora de una encuesta que realicé hace un tiempo en Twitter, pero no me había llegado la inspiración precisamente con ellos, por eso es que recién la subo ><

Si desean más, por supuesto, comentarios son bienvenidos (y votos jiji) ¡Nos vemos!

February // one-shots de NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora