Parte Única

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Había muchas cosas que Katsuki odiaba de su vida: tener que lavar los trastos cuatro veces a la semana, ir a la universidad con un montón de inadaptados, no poder dormir hasta las dos de la tarde, vivir en general

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Había muchas cosas que Katsuki odiaba de su vida: tener que lavar los trastos cuatro veces a la semana, ir a la universidad con un montón de inadaptados, no poder dormir hasta las dos de la tarde, vivir en general.

Pero lo que más odiaba en el mundo era algo muy simple: tener que trabajar en la cafetería All Might.

Era humillante. Y horrible. Lo odiaba con todas las fuerzas de su alma; al lugar, a su jefe, a su colega, al café. Todo era deprimente.

Sin embargo, algunas cosas eran inevitables y necesarias. Él lo sabía de primera mano. Por algo seguía allí, con ese café que olía a pies y un jefe demasiado molesto.

—Joven Bakugo, mejora esa sonrisa —le dijo Toshinori, su jefe—. Ahora que el joven Midoriya no está, necesitamos hacer brillar más este lugar para llenar su vacío.

Katsuki gruñó. Oh, sí. Midoriya —Deku, como él le llamaba— era toda una celebridad.

Y lo decía en serio, aunque le diese asco. De pasar a ser un fracasado en la vida había pasado a ser un fracasado amado por los clientes, y con novio.

Un novio que trabajaba en el café de al lado —el Endeavor. Un bastardo de pelo bicolor que escribía carteles cutres y que daban pena ajena en la entrada de su local. Y con gustos bastante cuestionables, ya que le gustaba el inmundo de Midoriya Izuku.

Los dos llevaban al menos ocho meses juntos ya y habían decidido salir todo un mes de vacaciones a hacer turismo aventura en Australia. Y como Toshinori besaba el suelo por el cual Deku caminaba —y viceversa— por supuesto que el niño tendría permiso para ausentarse por más de treinta días.

Y Katsuki, que era un amargado las veinticuatro horas, no podía darse ese lujo. De hecho, Toshinori había puesto al hijo de un amigo suyo para ayudarlo con todas las bebidas. O quizá porque no confiaba en que trataría bien a los clientes.

Se llamaba Denki Kaminari y era más tonto que un zapato. De hecho, no era más idiota porque la semana no tenía más días.

—¿Coffee significa café? —preguntó Denki el día en que empezó a trabajar—. Porque huele como café pero yo no sé leer en francés.

Bakugo se agarró la frente para no molerlo a golpes allí mismo.

—No, Tontonari. Coffee significa Coca Cola.

Denki frunció las cejas algo confundido, mirando de Bakugo a la bolsa de granos de café.

—No parece Coca Cola...

—Es Coca Cola en polvo. Tú solo ponlo en un vaso con hielo, algo de agua y luego se los das a los clientes.

—¡Okay! ¡Gracias Bakugo! —exclamó el muy idiota sonriente.

Fue divertido ver como una muchacha de aspecto punk le tiró la supuesta Coca Cola en la cara. Y cómo le gritó que volviese a preescolar porque solo un imbécil no sabría la diferencia entre un refresco y café.

Más fuerte que la cafeína [KiriBaku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora