INKERI "La Salvación de los Ángeles Caídos"

Capítulo 4

Símbolos

Vuelve la luz y veo a mi alrededor, estoy en casa, en la habitación de Mikael, sobre la cama y cubierta con una manta, veo el reloj y marca 20:43, no entendía como si hace un momento era de dia, bajo con cuidado las escaleras, veo a Lilo en la cocina, y Mikael entraba por la puerta del Jardín al verme se detuvo.

—Se te ve pálida, Inkeri. Deberías haberte quedado en cama. —Dijo algo preocupado —Estoy bien... —conteste—. Cuanto tiempo llevo en cama— un par de horas— respondió Lilo— Inkeri nos asustaste— dijo mi amigo— donde esta mama— pregunte algo inquieta— tranquila ella está bien, el doctor estuvo aquí, no dijo nada más que tenías un pico de estrés, y ella fue a dormir — me respondió.

— Bueno como ya despertaste podre irme, mi compañero de piso a de estar algo preocupado por que no he dado señales de vida durante todo el día— se acercó a mi oído— aunque no quisiera porque tu nuevo huésped no me da confianza— no seas paranoico— dije riendo.

Mi amigo se fue.

—Mikael quedas en tu casa, iré a mi habitación si necesitas algo estoy al fondo del pasillo— se lo dije subiendo las escaleras.

Cerré la puerta, tome las pastillas que me había recetado el medico esa tarde, que me desmaye, aunque sé que no es solo estrés, mi enfermedad se hace más fuerte; me tumbe en la cama pensando en todo, por alguna razón no podía sacarme de la cabeza a Mikael, mi portátil sonó en señal que había llegado un mensaje, la abrí, di clic en el enlace y tocaron mi puerta.

Me levante, abrí, pero no había nadie, eso era extraño. Cerré la puerta y volví a mi computador, aquel enlace había desaparecido como por arte de magia, guarde mi portátil; bufe un poco, agarre un libro de mi estante y me disponía a leerlo. Sentía como pesaban mis ojos y en un momento a otro me había dormido, o eso parecía.

De alguna manera desperté en una especie de cueva, el olor era nauseabundo, lo último que recuerdo es aquel mail misterioso.

Me acerco a una de las antorchas para alumbrar mi camino, se escucha como mis pasos y las goteras hacen eco en todos lados, sigo mi camino con mi corazón acelerado, llego al final y veo una puerta abierta con simbología extraña enmarcada a la perfección, entre y lo primero en ver fue una silla tallada en piedra con cadenas rotas, el hedor era insoportable.

Bajo mi mirada y veo en el suelo un pergamino desgastado, estaba en un idioma inentendible para mí; los mismos símbolos de la puerta se repiten pero en el destaca uno un triángulo equilátero, en cada esquina poseía un circulo perfecto y en el centro traía una cruz muy bien marcada, era lo que más resaltaba en sí.

Escucho un gruñido profundo y me pongo en alerta, al voltear siento como si alguien me vigilara, hago movientes desesperados con la antorcha para buscar quien había hecho aquel sonido espelúznate, el eco de pasos se hacían más audibles, en el intento de ver quien se aproximaba tropecé y una ráfaga de viento apago mi antorcha dejándome en la oscuridad por completo.

Mi respiración se vuelve muy agitada, ciento un peso enzima mío, empiezo a gritar sin parar.

Abro mis ojos y miro esos ojos turquesas. Están abiertos, veo lo perturbado que está. Su rostro está tenso con preocupación, provocando en mí una sensación extraña. Se ve muy cansado, su pijama a medio abotonar me deja ver algo de su pecho, y pelo atado en una coleta me deja ver aún más sus ojos claros. El vendaje en su abdomen también me es visible.

— Puedo preguntar con qué soñabas— dijo rompiendo el silencio— no lo recuerdo— respondí— pero me llamaste. — no lo recuerdo— respondí confundida.

— Siento haberte levantado, ve a dormir tienes que descansar para que te recuperes pronto— dicho esto el salio de mi habitación.

No entendía como lo llame, había tenido una de mis tantas pesadillas, no recuerdo haberlo mencionado.

Estoy tan cansada. Demasiado cansada para pensar en eso toda la noche. Mi pecho duele cuando intento darme la vuelta paso mi mano por la nariz y una vez más de ella brotaba sangre.