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–Me rindo-se dijo mientras volvía a tomar de un estante un libro que, a pesar de ser poco interesante, llamaba su atención más que el resto-... No hay nada nuevo.

Si hubiese tenido que elegir alguno de esos libros como opción de vida o muerte no lo habría hecho. Ninguno de ellos llamaba su atención y muchos habían sido leídos ya. Buscaba algo nuevo, algo que la sorprendiera.
Llevaba semanas paseando por diversas librerías y ningún título o fragmento de texto que hojeara le parecía suficiente. 
Aquella era su librería favorita. Siempre era la mejor opción para ir de compras, pero incluso esta vez se sintió decepcionada.

Tras unas últimas rondas entre los pasillos y estantes más altos que ella, acabó por rendirse. No iba a encontrar un libro que la atrapara tanto como deseaba que lo hiciera. No había en el mundo un libro lo suficientemente bueno, una historia tan maravillosa que le diera emoción a su monótona y rutinaria vida. Y es que la literatura era su obsesión; había leído desde los libros más antiguos y complejos hasta los más nuevos o sencillos. Conocía sobre literatura de todo tipo y amaba e incluso odiaba a algunos que otros autores. Pero nunca un libro tocó su corazón.

Dejó el ejemplar que había tomado de nuevo en su lugar y, afirmando su mano en su bolso, se dispuso a salir de la tienda. Volvería quizá la próxima semana cuando los nuevos textos llegaran...

Y así fue. Siete días más tarde estaba de vuelta. El sentimiento de decepción también la acompañaba. Nada otra vez... 
Decidió perderse entre los pasillos sin buscar nada específico, a veces merodear y leer un poco de esto y de aquello servía para distraerse un buen rato, pero ya no tenía ganas...

–¿Puedo ayudarte en algo?

Aquella voz no era de la encargada de la librería ni de sus compañeras; era diferente. Desconocida.

Volteó a verla... No conocía a esa mujer. Su cabello largo y su piel tan clara la hacían hermosa. Con una sonrisa amable y devolviendo otro libro a su estante, negó.–No, gracias. No creo poder encontrar lo que busco...

–Dime qué buscas y veré qué puedo hacer...-recitó con tonada poética

–He leído cientos de libros y textos diferentes, al final todos en sus géneros acaban siendo lo mismo-Sonrió. Y ella también lo hizo–. Busco un libro que pueda sorprenderme...

Sonó casi como un reto. La mujer de cabello largo notó entonces que no hablaba con cualquier lectora, hablaba con una experta. Alguien quizá casi tan adicta a la lectura como lo era ella... Tuvo suerte. 

–Vaya coincidencia-susurró-... En tres semanas saldrá a la venta mi primer libro, estoy segura de que éste va a sorprenderte como ningún otro libro lo ha hecho.

–¿Qué te hace estar tan segura?-preguntó casi de forma agresiva, pensando que quizá era alguna estrategia de ventas que la mujer solía implementar. 

–Sé muy bien lo que escribo, querida...-y dudó; no sabía su nombre, pero no permitió que se lo dijera.

Intimidada y con mucha intriga, luego de contemplarlo por escasos segundos, aceptó la propuesta. Un libro realmente nuevo, algo que jamás se había leído antes, y "conocía" a su escritora. Esta iba a ser la última oportunidad...ya había sopesado la idea de abandonar la lectura reiteradas veces. 

–¿Cuál es el nombre?

Una amplia y sagaz sonrisa apareció en el rostro de la escritora. No tardó ni siquiera un segundo en descifrar su interés y por un instante hizo rogar su respuesta. Negando y manteniendo la mirada firme en la de la joven, respondió:–Vas a reconocerlo...

Aquello fue lo último que la escritora le dijo antes de despedirse con la mano y salir de la librería. No pudo negar que quedó intrigada y la ansiedad empezaba a consumirla; necesitaba aquél libro nuevo como al aire para vivir. 
Salió del lugar con las manos vacías y la mente llena de dudas. No podía esperar a tenerlo en sus manos, consumir sus palabras y juzgar qué tan bueno era luego. Su carrera de literatura frustrada por motivos que ya no importaban le había dejado mucho. Y aquella nueva e indescifrable autora la dejó más que llena de intriga y perplejidad. 

Pasaron entonces las semanas correspondientes para el lanzamiento y allí estaba, firme junto a la vidriera buscando novedades. Nada. Qué extraño, juraba que era el día. Todas las semanas se exponían libros nuevos, ella sabía los horarios de memoria. Volvió al día siguiente: nada otra vez. Al tercer día y ya con poca paciencia, regresó. La vidriera todavía se estaba organizando y entró para pasar el rato mientras terminaban de preparar la exposición que se haría más tarde. 

–Creo que me mentiste, "escritora"...-se susurró a sí misma, pasando su dedo índice por los lomos de los libros ordenados por género y nombre. 

Fue entonces cuando sintió que algo llamaba su atención en alguna parte. Recorrió con seguridad los pasillos hasta encontrarlo. Vas a reconocerlo: la escritora tuvo razón. Reconoció el libro como si lo hubiese leído miles de veces y supo que no lo había hecho. 
¿La presentación? Al parecer no era lo típico de la escritora. Recordó igualmente a la mujer, tan hermosa, misteriosa y con las palabras tan justas, y decidió entonces llevarlo y darle una oportunidad.

Con el ejemplar entre sus manos, así pasaron sus próximos días. No podía evitar leerlo. Leía en la mañana, por la tarde e incluso en la noche antes de irse a dormir. Se apuraba en el trabajo y con sus tareas, deseosa de leer por lo menos otra página. Cada palabra, cada frase parecía única. La escritora definitivamente había acertado, tuvo que admitir que la mujer tenía razón.

Y, junto con las emociones y miles de pensamientos, pasaron los cientos de páginas del libro que consiguió enamorar su mente. La invadieron la tristeza y el vacío; pocas veces había pasado. 

Comenzó su búsqueda de nuevo, aunque ahora sería más difícil. Dudaba que algún libro pudiera equipararse al que recientemente había terminado. 
Grandes bibliotecas, librería tras librería: nada. 
Por lo pronto, optó por volver a su favorita y preguntar si tenían más libros de aquella autora o si tendrían alguno pronto. La respuesta fue negativa. No sabían mucho de ella y su seudónimo sólo era un nombre. Ya no podría encontrarla nunca. 

Vagando por la calle, perdida en el mundo que era su mente, algo chocó con ella. O mejor dicho, ella chocó contra alguien. Tropezó, y sus pertenencias se salieron de su bolso. El libro que llevaba con ella a todas partes fue tomado por otras manos blancas. 

–Así que... lo encontraste.

Esa voz ronca y llamativa. La reconocería en cualquier parte incluso habiéndola escuchado una única vez. Alzó la mirada hacia la persona que tenía enfrente y sonrió; la había encontrado. Ambas se levantaron del suelo y guardaron lo que se había caído. La apasionada lectora asintió. 

–Entonces... ¿qué te pareció?

No pudo evitar sonreír y desviar la mirada hacia el suelo. La timidez se apoderó de ella. No pasaba a menudo.–Es el mejor libro que leí en toda mi vida...

La confesión hizo a la escritora soltar una pequeña risa. Era la primera vez que escuchaba tal cumplido. Se sintió orgullosa.–Pudiste reconocerlo...

La lectora asintió. Tuvo que admitir que no solo era realmente bueno sino que amaba ese libro y lo estaba leyendo por segunda vez. Vaya fanatismo se había generado en su interior.

–Eres increíblemente buena...

–Lo sé-su tono fue casi narcisista e hizo a la lectora sonrojarse y reír nerviosa-. Y asumo por cómo no lo dices que no leíste la primera página...

La lectora entonces sacó su libro del bolso y lo abrió en la primera hoja. Allí abajo, cerca del borde derecho, una pequeña dedicatoria: "Porque las casualidades no existen. Para aquella chica que quería sorprenderse, algo nuevo". Salió desde lo más profundo de su ser una mueca de alegría y ternura. Se sentía feliz y completa en ese momento. 

–Es por eso que tardó un poco más en llegar a la venta. Pedí que se agregara la dedicatoria-comentó en tono amable-... Y ya que nos encontramos por segunda vez y puedo asegurar que las casualidades no existen, ¿te gustaría tomar un café?

La lectora, esta vez sin bajar la vista, sonrió. 

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⏰ Last updated: Jan 25, 2020 ⏰

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