Único

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El frío del arma entre sus manos lo estaba poniendo ansioso. Ya no había vuelta atrás.

El temblor de su cuerpo era más que notorio y quizás no debería haber tomado todas aquellas pastillas que había encontrado en el baño. Ahora su estado de paranoia no había hecho nada más que aumentar. Sentía como el sudor bajaba en forma de gotas por su frente, bañando su cabello oscuro como la noche tan oscura que lo envolvía.

Recordó aquellos días en los que no había nada más que sonrisas y amor en su vida. Recordó los viejos tiempos en los que no tenía que sentir asco de si mismo. También pensó en todo que hizo y lo que quiso hacer a medida que iba creciendo.

¿En dónde había enterrado todos esos sueños?

Recuerda aquella los concursos de baile en los que había participado. No había ganado ninguno, pero sí los había disfrutado. También encontró en algún rincón de su mente, aquella tierna imagen de la primera mascota que había tenido en el inicio de su depresión. Que lamentable que el pobre animalito haya muerto sólo unos meses después de maneras extrañas. Desde entonces no había vuelto a encariñarse con ninguno de los animales que fueron llegando a su casa, temiendo volver a pasar por aquel horrible dolor.

Pero su miseria no había hecho nada más que iniciar en ese punto.

Las miradas. Las burlas. El desprecio. Todo se había gatillado al mismo tiempo en el que más vulnerable estaba. Hasta que lo conoció y se enamoró. Se enamoro tanto de ese apuesto chico, que fue su único cable a tierra en los momentos más difíciles. O eso creía pensar.

Con el paso de los años los monstruos en su cabeza no fueron más que creciendo en desmedida, incrementando sus miedos y fobias, transformándolas en terribles trastornos que necesitaban medicación. Se sentía terrible. Nunca había deseado llegar a esa punto de desesperación por escuchar esas voces. Cada día esto empeoraba y aunque buscara ayuda, sabía que no habría ningún cambio. Ya estaba demasiado podrido como para ser salvado. Estaba demasiado muerto por dentro, como para volver a sonreírle a la vida. Estaba cansado de verse en el espejo y sólo encontrar muchos más defectos que el día anterior. Aquella cicatriz, las marcas de viejos abusos, la delgadez extrema, los moretones...Ya estaba harto de todo.

Así que había decidido ponerle fin él mismo.

Había ido a comprar aquella bella arma hace un par de meses, sin decirle nada a nadie y teniendo mucho cuidado de esconderla en el único lugar de su apartamento en donde no la descubrirían. En aquel cajón oculto de su armario, que según él ocupaba para meter viejos papeles y cosas sin sentidos. Claramente sus amigos no se meterían en sus cosas y su novio le dejaba tener su espacio personal. Y con éxito, nadie lo había descubierto.

Había llegado el gran día, por fin sería liberaría de todo lo que sentía. Lo dejaría ir y al fin estaría en paz. Ya no más insultos, no más asco a sí mismo, no más nada. Le pondría fin a sus terrores más profundos.

Acaricia los pequeños detalles que tienen los bordes del arma, pensando hasta cierto punto que es demasiado hermosa bajo la luz de la luna que se cuela por la ventana. En medio de la penumbra lleva el arma hasta su sien, comprobando si es capaz de jalar el gatillo antes de que llegue él. La aleja prontamente al no sentirse del todo preparado y de que además, aun no le ha quitado el seguro.

El frío suelo le esta entumeciendo el trasero y las piernas ya han comenzado a hormiguear por la falta de circulación por la posición en la que esta. Cierra los ojos respirando pausadamente para calmar los temblores, hasta que escucha ruidos tras la puerta de la habitación. Las lágrimas no han dejado de caer por sus ojos desde que ha terminado ahí junto a la cama y lleva el arma otra vez cerca de su rostro. Coloca el arma en su boca y en el mismo instante la puerta de la habitación es abierta.

Ve al chico que entra mirarlo sorprendido, quedándose pasmado en su lugar sin hacer absolutamente nada. Mira una última vez a quién había amado con tanto esmero, sonriendo con aquel característico "eyesmile" que todo el mundo siempre adoraba observar. Lo mira profundamente, recordando ese rostro que alguna vez le hizo tan feliz y sentirse amado.

— J-jimin...- Se escapa de los labios de su novio con clara confusión por lo que sus ojos ven.

Fue entonces cuando se escucha un disparo en la habitación y todo se sume en un sepulcral silencio.

Aquel silencio que siempre había deseado. Los monstruos se habían ido.

Se levanta pese al desagradable hormigueo que hay en sus piernas y camina a paso lento hasta el cuerpo inerte del chico que lo había destrozado en todos sentidos. Mira la sangre comenzar a expandirse por la alfombra que juntos habían colocado, antes de que todo se derrumbara. Vuelve a quitar el seguro del arma que ahora es su nueva mejor amiga y da un segundo disparo en el mismo lugar que el primero. Las lágrimas ya no caen y una inmensa felicidad lo recorre en la más pura satisfacción.

Una sonrisa nace en sus labios y sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí. Marchándose de aquel lugar que tantos malos recuerdos alberga.

Da una última mirada al viejo apartamento y se marcha para siempre.

Ha asesinado al peor de sus monstruos y finalmente, es libre.

Silence | YM [OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora