one and only one

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Su mirada siempre se perdía en el horizonte, no sabía con exactitud que era lo que veía pero de cierto modo la relajaba. Estaba cansada, harta y desesperada. Cualquier adolescente querría simplemente ir de fiestas y beber o en todo caso quedarse en casa y ver series o leer un libro, pero ella no. Ella simplemente lo quería a él.

Ojalá él estuviera aquí conmigo.

Pero eso no se podía. Estaban lejos uno del otro, ella lo extrañaba con toda su alma, extrañaba cada momento que pasaban juntos, la forma en que sus miradas se conectaban en cada clase, la forma en la que ambos sonreían cada que se veían de manera inconsciente. Ella extrañaba su risa, como sus ojos se hacían pequeños cada vez que reía por una tontería de ella.

Cada tarde, después de la escuela subía al tejado y ahí se quedaba, observando el atardecer; Se iba cada que la luna llegaba a su punto máximo, anunciando que ya era suficientemente tarde y el último autobús estaba por irse.

Pero esa tarde podría ser diferente.

—Ojalá estuvieras de nuevo conmigo.— su mirada cayó a sus pies y suspiró cansada. Ya se había cansado de esperar algo que nunca llegaría.

Se quedó un rato más observando sus pies haga que pequeñas lágrimas se asomaron por sus mejillas y dieron paso a un salado sabor en su labios. Sentía la amargura recorrer su garganta, ahorcándola e impidiendo que su respiración fuese continua. Una mano se posó en su hombro derecho, pero ella no volteó. Creía que era producto de su imaginación, incluso se negó al pañuelo que aquella mano le extendió y segundos después la pasó por su mejilla. Simplemente era su imaginación.

—MinJye, te he dicho que no me gusta verte llorar.— su voz inundó sus oídos, corriendo por toda su cabeza haciendo que le de vueltas internamente. ¿Estaba loca? Su voz era más rasposa que antes, producto de la madurez; aún así era tan angelical como la recordaba.

La joven de cabello enmarañado producto de varias horas sin ser cepillado observó asombrada a su acompañante quien no portaba el mismo uniforme que ella, llevaba puesta una simple camiseta blanca con jeans y botas, un clásico de él. Observó su cabello castaño alborotado, parecía que se lo habían rizado un poco y no dejó escapar aquella pequeñita capa de maquillaje sobre su rostro.

El mayor guardó el pañuelo en su bolsillo y se sentó a su lado, observando con ella el paisaje artificial cada vez más oscuro con la caída del sol.
—Ojalá pudiera ver esto contigo todos los días.— comentó él en un susurro. Y de verdad lo deseaba pero no podía; ahora que era una figura pública no podría darse el lujo de ver a MinJye, la pequeña chica de su clase que había sido tan buena con él durante su escuela media en Busan.
Siempre persiguió sus sueños y también fue alentado por ella, lo trataba tan bien y con tanto cariño que Jeon nunca se dio cuenta de los verdaderos sentimientos de la joven. Estaba tan absorto en sus pensamientos y en las audiciones que no pensaba con claridad y una vez que consiguió entrar a BigHit, dejó de tener contacto con la castaña; nunca más volvió a buscarla ni para agradecerle por su apoyo y estaba arrepentido.

Ojalá le hubiera agradecido por todo.

Jeon siempre se repetía lo mismo pero nunca hacía nada al respecto, hasta ese día. 10 días; eran los días que el tenía de descanso y los aprovecho para ir a su ciudad natal, al ver un par de estudiantes con el uniforme que él solía portar decidió ir a visitar su institución. La escuela media y la media superior estaban juntas por lo que no tardó mucho en encontrar la enredada cabellera de la chica que tanto lo hacía sonreír.

—¿Por qué viniste?— preguntó ella luego de un silencio bastante incómodo para ambos, llevaban años sin verse y hacerlo de una manera tan espontánea cómo está no ayudaba en mucho.

—Quería agradecerte todo Min, nunca pude hacerlo de manera adecuada.— le tendió una pequeña caja de terciopelo rojo, con un bonito detalle dentro. Un pequeño brazalete plateado con un pequeño pero hermoso corazón plateado.

—No tienes porque Jeon, yo lo hice por gusto.— se negó a tomar la caja pero el chico sacó el brazalete de la caja y lo coloco en su muñeca, adornándola de una manera bastante bonita para él, su piel pálida resaltaba con lo plateado y le daba un toque único a su parecer.

—Es tuya ahora, se te ve hermosa.— comentó Jeon con una sonrisa ladina, sus ojos brillaban al ver a la chica, llevaba tanto tiempo esperando verla de nuevo pero lamentablemente no sería por mucho.

—Gracias.— susurró la chica y acto seguido lo abrazó con fuerza, esperando nunca separarse de él. Sus brazos la rodearon, eran más fuertes que antes e incluso más confortables. Aquel era un abrazo tierno, con sentimientos encontrados y una armonía tan pacifica que ni el ruido de la ciudad lo hacía incómodo.

Jeon se separó un poco de ella y besó su frente con delicadeza, cerrando sus ojos al sentir el contacto de sus labios con la suave piel de la joven frente a él. La chica no reaccionó; estaba en blanco, nunca esperaba algo parecido, es más, todo lo que sucedía ya se le hacía mucho.

Minutos más tarde de conversaciones aleatorias, abrazos y sonrisas; Jeon recibió una llamada, al parecer era su madre, quien le pedía que regresara a casa ya que se hacía tarde. No importaba cuantos años tuviera, para la señora Jeon, su hijo seguía siendo un niño a pesar de tener miles de chicas gritando por él y muchos éxitos con su edad, Jeongguk seguía siendo su pequeño niño de sonrisa tímida.

—Lo siento Min, debo irme. Espero podamos volver a vernos.— le dio un último beso, pero esta vez en la comisura de sus labios y se levantó rápidamente, rojo como una manzana. MinJye sólo dirigió su mirada a otro lado tratando de evitar a Jeon a toda costa.

—No te preocupes. Cuídate mucho.— El chico asintió a pesar de que la joven no podía verlo por su repentina vergüenza, se rascó la nuca y susurró un pequeño adiós. Comenzó a caminar a la salida más cercana y antes de abrir la puerta que lo llevaría escaleras abajo lejos de MinJye, la recién nombrada corrió tras él y lo abrazó fuertemente por la espalda.

—Ojalá podamos vernos de nuevo, de esta manera.— Jeon se sorprendió ante las palabras de la menor, tomó sus manos y la giro hacia él para abrazarla fuertemente como ella lo había hecho.

—Ese ojalá será más pronto de lo que crees.— y sin pena alguna la besó, le demostró lo mucho que la había extrañado con esa acción.

Se despidió una vez más y caminó escaleras abajo sintiéndose el hombre más feliz del mundo.

Ojalá podamos repetir esto MinJye.

ojalá; j. jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora