Ella era un sueño, algo que podríamos dudar si paso o volvera a pasar. Con lunares que formaban constelaciones y tus ojos se podían encontrar perdidos en el vacío infinito del todo. Movía los mares y protegía la noche, una deidad sin ninguna comparación y yo tenia la posibilidad de poder verla una y otra vez, cada vez que escribía sus historias e ilustraba sus aventuras. Podía ver lo que había enamorado a tantos lectores, una idea lunar y un par de letras al azar.
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