Estaba a la derecha del hombre nazi, sentía un temblor en mi cuerpo, no podría describir mi emoción/terror. Me dio una señal de que lo siguiera, y correspondí a su petición; íbamos a más fondo del campo.
- Agarra la bolsa negra del rincón. – Me señaló el lugar, y alcancé la bolsa, no estaba tan pesada como creía. – Son de mis pertenencias, no la dejes caer ni nada por el momento.
Asentí y seguí siguiéndolo, parecía un laberinto sin salida, solo caminábamos sin dirigir ni miradas ni palabras. Llegamos a un pequeño lugar, mis ojos se abrieron como perlas al ver esa puerta, la puerta de la salida de este infierno. El hombre, fue hacía un carro gris y no tan desbaratado.
- Deja la bolsa a mi lado. – Aún sin mirarme, acepté e hice lo que pidió. – Tú vas atrás.
- De acuerdo. – Dije como pequeña niña asustada e intimidada.
- Es Señor. – Respondió de manera dura.
Asentí como la anterior vez, y me senté en la parte trasera del auto. Al parecer, una simple bolsa esté al lado, que mi persona. Fuimos como 1 hora en el auto.
- Ya estamos pronto de llegar, haga el favor de no comportarse como una sangre sucia. – Me miro por segundos en seriedad, mientras yo ofendida por su comentario.
- No veo la razón de actuar de esa manera, señor. – Respondí en voz seca.
No siguió la conversación, solo noté un gran respiro, como si tratara de no buscar una pistola y dispararme por mi atrevimiento de contestar. Llegamos a un edificio color gris oscuro.
- Cargue la bolsa.
- Está bien, señor. – tomé por la bolsa con mis manos, mientras el cerraba el carro.
Proseguimos hasta la entrada, donde se encontraba una señora con cabello blanco y lentes.
- Guten Morgen Herr Freckman. – Dijo la señora con una sonrisa. Mostró su mirada en mí, de pies a cabeza. – ¿Er wird mit euch sein?
- Ja Ma’am. – Respondió en tono agradable. – Guten Morgen.
La mujer me miraba en rostro desagrado. Además de no poder entender en lo que entablaron en la conversación, seguía firme, como un soldado. El hombre, me miro al siguiente minuto, y otra vez dio señal de que lo siguiera; abrió la puerta, y entramos, en mi opinión, a un lujo de pequeño apartamento. Todo de madera, de buena calidad, pulcro en todo su esplendor, algo impactante.
- Te mostraré tu habitación. – Dijo en voz fuerte.
Se dirigió hacia una puerta, la abrió y visualicé mi “nuevo cuarto”, entré y miré todo con detalle.
- Muchas gracias, señor. – Dije agradecida. Ya se iba a ir, pero lo detuve por un segundo.
- ¿Qué sucede señorita?
- Por favor, llámeme Ava. – Mi voz muy baja, y él me miró extrañado.- ¿Qué le tendré que ofrecer o hacer ahora, yo aquí?
- Tendrás que hacer, todo lo que yo te pida, lo que te ordene. – Dijo en un tono más suave, pero lo que dice no es muy encantador.
Deje un silencio en ello, cerró la puerta, pero antes me señaló donde está mi ropa. Me vestí, con un vestido negro y un adorno blanco en la parte de abajo. Tomé un peine en uno de los gabinetes de madera, y me peiné después de una semana sin hacerlo, aún así, parecía un desastre. Salí del cuarto y espeté unos cuadros de una familia. Una mujer hermosa tomada de la mano con un hombre muy fornido y elegante, junto con un niño y un bebé.
- ¿Qué haces mirando estás fotos? ¿Te he dado el permiso de hacerlo Ava? – Dijo calmado, pegué un salto del susto que me dio.
- Disculpe, solo pasé por aquí y las vi. – Baje mi cara por vergüenza, aunque no sé porque me avergoncé pero igual tuve.
- Solo permitiré esto. Ellos son mi familia Ava, mi madre, mi padre, mi hermana de bebé y yo pequeño. – Dijo con un curva de sonrisa y los ojos mirando fijamente el cuadro.-
- ¿Qué les sucedió? – Dije mirándolo, tuve mi curiosidad, ya que veía dolor en sus ojos.
- Tu gente… Los mató. – Dijo secamente, dirigió su mirada en mí, y me quede en blanco.
Volví a asentir, y me alejé, otra pequeña curiosidad que tuve que al lado de los cuadros en grande estaba escrito en negro en la pared: “Es ist ein Versprechen.” Sin saber su significado, me alejé, no era capaz de preguntarle. Di dos pasos hasta que escuché el sonido de la puerta abriéndose.
- ¡Onkel Onkel , ich habe! – Escuché la voz de un niño. Me acerqué y acerté en mi pensamiento, sí era un niño.
- ¡Hola pequeño compañero! – Salió el hombre y saludo al niño. Primera vez que veía su sonrisa, era espléndida. – Te presentaré a una mujer que estará viviendo por ahora, aquí.
- ¿Ist Ihre Frau? – Dijo el niño, odiaba mi no saber el idioma alemán.
- No hablemos en alemán, ella no sabe, ¿de acuerdo? – El niño alegre asintió.
- ¡Hola! – Vino el niño a mí, y arqueé una sonrisa. – Me llamo Alen.
- Hola, soy Ava – tendí mi mano, y él la estrechó. – Un gusto.
Al acabar, el niño fue a su habitación, y el hombre me dio el recorrido en su apartamento. Me encantó cada detalle de ese lugar. Me dio unas instrucciones que obviamente tengo que ceder a hacer. Las horas pasaban y yo acabé siendo la cena para los 3, aunque ellos comerían más que yo, y además irme a comer en el cuarto mas no, en la mesa con ellos. Después tuve que limpiar sus platos.
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Historia de una judía.
Aventura¡HOLA A TODOS! Esta es mi primera historia, soy una principiante por así decirlo jajaja, escribiré esto con lentitud, no me quiero apurar ni nada por el estilo, simplemente si me da el momento de escribir, con gusto seguiré. No estará completa pront...