El Tercer Otoño

2.4K 68 177
                                    

Pocos saben de que va este fic. Ni yo sabía de él hace una semana. 

Solo quiero decirle al que se atreva a leer, que aquí están expuestas todas mis capacidades como escritor.

@@elgrandiosgargola junto con el  @@Fedeman me inspiraron a escribir Sabores. 

Esta vez fue el amigo 

@@Elvats, con quien con quien entablé un reto. Uno por uno. Yo le pedí un buen pearlaven, y él, como es obvio, me pidió un lapiven.

El reto era de 2000 palabras. Él cumplió y yo también. Pero se me fue de las manos...como me suele pasar. Espero, les guste.



"Y se susurra que pronto llamaremos la melodía,
donde el flautista nos llevará a razonar.
Y un nuevo día amanecerá para aquellos que están de pie.
Y el bosque hará eco con nuestras risas"

STAIRWAY TO HEAVEN

Led Zeppelin

Lo recuerdo entre los trinos de las aves de medía tarde y las hojas ocres del otoño que alfombraban todo a nuestro alrededor. Tiempo aquel en el que las risas eran ecos en el mágico lago de la casa de campo y nuestro padre, una enorme figura que cuidaba nuestro presente. Supongo que para asegurar su propio futuro.

Lo recuerdo, sí, siempre; siempre en ese cielo matutino de estrellas ficticias, producidas por la luz del sol que se filtraba entre las copas de los árboles que en aquel tiempo, se me hacían tan inmensos. Yo me escondía en aquel mágico lugar observándote siempre hasta que te asustabas. Me divertía un poco, sí, pero jamás dejaba que te pusieras a llorar.

Todo comenzaba en la casa de la ciudad, donde afuera las bocinas de los carros, el aire sucio y las maldiciones de los peatones eran el pan de cada día. A través de la ventana, la vida se esparcía apresurada, sin darse tiempo siquiera de vivir.

Pero adentro, un bullicio de risas y prisas se desataba, casi siempre después de las 7 de la noche cuando papá nos daba la noticia haciendo gala de su siempre vivo optimismo.

Apenas terminaba de hablar y en la estrecha casa donde el olor a viejo lo era todo, se emprendía la locura: empacando, escogiendo ropa, haciendo planes de jugar en el bosquecillo, de bañarnos en el lago y prometerle a papá que esta vez sí atraparíamos al bagre. Gritábamos emocionados mientras hacíamos todo esto. Y papá solo tenía que decir:

-Lapis, Steven. La próxima semana, nos vamos a la Casa de Campo- y la vida aburrida en aquella casa de ciudad se volvía felicidad pura.

Conocíamos de sobra la rutina, incluso tú la comprendías a pesar de solo contar con 12 años. El oficio de papá como compositor muy frecuentemente lo hacía buscar lugares alejados y tranquilos para encontrar lo que él llamaba "sus musas" (que en esos escapes, supongo yo, las encontraba en el fondo de las botellas de whisky).

Sea como fuere, le daba resultados, y por ende, le daba dinero. Siempre fue el mejor en su arte. Por eso de hacía un par de años, un amigo, un exalcalde que se había hecho rico a costa de un pueblo, le prestaba una casa cerca de un lago y de frente a un pequeño bosque que terminó por volverse nuestro mágico mundo, nuestra Terabithia particular.

Ahora entiendo que esos fueron los mejores años de mi vida. Pero hay combinaciones que dan fórmulas inconcebibles, cambios que llegan rompiendo reglas y escenarios puestos por el mismo satanás.

Todo fue muy diferente a partir del tercer otoño. Tú esperabas con la emoción de siempre el anuncio de papá, pero yo, yo ya no. Yo tenía mis propios planes. Por esa fecha, acababa de cumplir, 16 años.

El Tercer  OtoñoWhere stories live. Discover now