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—¡NO PUEDO CREERLO, DOYEON! Dime cómo es eso de que estás saliendo con Ong. Él es tu enamorado, novio y esposo. Debo decir que mi sueño se hizo realidad.

Volteé a ver a Hyeri  que se encontraba parada en el umbral de la puerta. A qué se refiere con su sueño, Dios. ¿Qué clase de otros sueños tiene Hyeri? Me volví a enfocar en mi armario tratando de decidir entre que ropa me pondría hoy: el mayor dilema que tengo todos los días.

— Se lo pedí yo este fin de semana.

—Espera, qué. —salió del  umbral de la puerta para colocarse entre mi armario y yo—. De dónde sacaste tanta valentía. Es la primera vez que le pides esto a alguien, ¿cierto?

—Sí, pero-

—¿De dónde salió esta nueva Doyeon? Porque me estoy enamorando de ella. 

Ni yo lo sé, pero estaba de acuerdo con Hyeri que me estaba enamorando de mí. Ese día y los siguientes Seongwoo me venía a recoger siempre. Sí, eso fue lindo. Prácticamente era la primera persona que veía en mi día, solo eso me alegraba la vida. Trataba de siempre hacerme reír. En el auto, cantábamos todo tipo de canciones; desde las canciones más tristes hasta las canciones de películas animadas que me fascinaban tanto, ¿quién no ama las canciones de Toy Story? Seongwoo y yo lo hacemos. 

—Trata de decirme algo lindo. —dijo Ong mientras acariciaba mi mano estando sentado al frente mío y teniendo recostado la mitad de su cuerpo en aquella mesa de la biblioteca. 

—Mírate, tratando de ganar cumplidos.—dije sonriendo mientras puse mi barbilla en el hueco de mi mano izquierda y apoyé aquel brazo en la mesa. 

—Nunca me dices algo lindo. 

—Seongwoo. —reí y ahora yo acariciaba su mano.— Se supone que las chicas son las que piden eso.

—Los chicos también necesitamos amor y atención. No evadas mi pregunta.

—¿Qué clase de cosas lindas quieres que te diga?—alcé las cejas y él miró a otro lugar buscando su respuesta.

—Dime que te gusto. 

—Eso lo sabes, Ong. 

—Solo dilo.

Doyeon, dime que me quieres.

—Daniel, tú ya sabes eso.—puse mis ojos en blanco. Era la tercera vez en la semana que me pedía esto. 

—Pero no te cuesta nada decirlo, yo siempre te lo digo. —se acercó más a mí para poder mirarme a los ojos mejor, enfocarse solo en mí.

—Yo te amo, Daniel.— lo dije por primera vez.

—Me gustas mucho, Ong.— lo dije sin dudarlo por primera vez ese día.

Vi una sonrisa tonta en su rostro desde ese momento. Se paró para salir a nuestra clase juntos. Colocaba su brazo en mi hombro siempre y lo hizo ese día en el que fuimos al pasillo para revelar por primera vez que nos encontrábamos saliendo. Pude notar su sonrisa y emoción; saludaba a todo el mundo y creo que no conocía a la mitad de ellos. Mientras él hacía eso yo trataba de no sonreír tanto como el lo hacía, pues me sentía la protagonista de una película y yo siempre soy el rol secundario en todos lados, pero parecía que para Ong yo era la protagonista de su película.

Vi a Daniel con su enamorada conversando con un grupo de chicos en los alrededores de los pasillos. Ong saludaba a todos y no prestaba atención cuando él se nos quedó mirando, crucé miradas con él y no solo fue por unos segundos. No me quitó la vista, mientras su enamorada  seguía conversando con aquellos chicos, Ong depositó un pequeño beso en mi mejilla. Notó a Daniel.

Me sorprendió el beso de Seongwoo y pude ver a Daniel fruncir sus cejas al verlo. Nos dejó de ver después de eso y volvió a sonreír. Actuó como si nada hubiera pasado, como si no hubiera visto nada.

Aquel día esperando a Seongwoo en los vacíos pasillos  de la universidad traté de pensar en alguna idea para el proyecto de Ética, odio ese curso, creo que ya lo dije antes. Miraba el mural de premios distraída con todos aquellos trofeos que hacían destacar a nuestra universidad de las demás.

—Por fin, te encuentro sola.

Escuché decir, volteé tan rápidamente que mi cabello golpeo mi rostro. De nuevo me encontré con él en el solitario pasillo sin el ruido de alguna persona que no sea nosotros por los alrededores.

No dije nada, solo vi a Daniel que se mostraba a una distancia considerable esta vez. Me miraba serio y quizás tenía aquella mirada de cólera u odio que poseía en nuestros últimos meses de relación.

—¿En verdad, te encuentras saliendo con él?

—Sí. —respondí asintiendo y frunciendo mis cejas a la vez.

Vi a Daniel acercarse lentamente hacía mí, yo retrocedía con cada paso nuevo que él hacía en mi dirección. Llegué a tocar la pared con mis manos, sentía miedo, él ya no se encontraba a una distancia prudente. Me miraba con aquellos ojos de confusión y quizás una pizca de tristeza. Se encontraba tan cerca de mí que podía sentir su respiración agitada.

Me acarició la mejilla tan delicadamente, su mano temblando me sorprendió. Miré aquellos ojos negros buscando alguna respuesta,  Daniel luchaba contra alguna fuerza que le prohibiera tocarme o hasta hablarme  y hacer todo lo que estaba haciendo en ese momento, lo sentí tan claro en su mirada. No quería seguir viéndolo y solo desvíe mi vista hacia su pecho. Me apoyé completamente a la pared, dejé de sentir miedo y comencé a tranquilizar mi respiración tan agitada de hace unos momentos.

—¿Por qué? —dejé de mirar el pecho de Daniel para mirar sus ojos nuevamente que siempre estuvieron ahí, viéndome. —¿Por qué eres su enamorada?

Sonó el timbre y Daniel siguió acariciendo mi mejilla, una y otra vez. Al escuchar llegar el ruido de los alumnos en los pasillos aledaños, Daniel se alejó sin mirarme y empezó a caminar como si nada hubiera pasado.

Él camina siempre como si nada hubiera pasado, cuando pasa todo para mí.




Más que ayer.  »KangDanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora