( ̄ヘ ̄)

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19/02/2015

Siempre se ha dicho que el cerebro modifica las cosas más preciadas que queremos recordar, pero está claro que también interviene en los sueños y, no me lo niegues, siempre es molesto soñar algo emocionante y que por la mañana no recuerdes ni un detalle. Yo, por ejemplo, soy una persona que casi siempre olvida lo que sueña, soy incapaz de agarrar un papel y escribir sobre lo que pasó por mi mente. Los únicos sueños que se quedan incrustados en mi mente son de los que menos quiero saber. Algo que nunca he entendido es por qué algunos se repiten, la mayoría no tienen ningún motivo para aparecer una y otra vez cada noche. El caso es que uno de los sueños más irrelevantes que tuve fue el que más me preocupó durante bastante tiempo, y las razones son más que entendibles. 

Todo comenzó un día en el que, como era de esperar, me desperté y por unos 10 segundos mi cerebro empezó a revelar lo que había soñado, pero esto se desvaneció al instante. Al día siguiente ocurrió lo mismo. Todo esto se repitió durante una semana entera hasta que yo me di cuenta. Una noche decidí apuntar lo poco que recordaba en un papel para poder compararlo en la mañana. Mientras lo hacía me preguntaba si de verdad debería darle tanta importante a esto. Al día siguiente comprobé que todas las cosas que estaban en el papel habían aparecido esa noche, así que decidí completar lo que ya estaba escrito.

''Me despertaba en un lugar amplio con varias murallas rodeándome, el suelo era de piedra. A lo lejos se veían varias torres y un pequeño río que atravesaba el lugar''. 

Sí, eso era lo que cada noche martirizaba mi cabeza, he tenido sueños mucho más intrigantes que hubiera deseado que se repitiesen como este. Pero en el fondo me llenaba de curiosidad, quizás era un sitio que ya conocía.

Una tarde decidí volver a revisar el papel y analizarlo detenidamente, pero llegué a lo conclusión de que era absurdo seguir pensando en el tema y lo aparté un poco de mi mente. Quise deshacerme del papel, no sin antes hacer una pequeña bromita. Escribí algo que nunca pasó en el sueño: ''En ese momento, las torres se caían''. ¿Por qué lo hice? ¿De verdad era algo de necesario? En fin, después de eso tiré el papel a la basura y me sacudí las manos como si me hubiese quitado un gran peso de encima.  

Me fui a dormir bastante confiada, incluso llegué a pensar que gracias a mi ''heroica acción'' nada volvería a repetirse. No tuve suerte, volví a soñar a lo mismo, pero esta vez sentía algo más, como un fuerte ruido, además de eso recuerdo haber visto una nube de humo enorme. Me desperté de un brinco, sentí bastante rabia pero al recordar lo del humo y el ruido me puse a pensar por unos segundos. Me tranquilicé rápido y bajé de la cama, aunque notaba que hacía más frío de lo normal. Abrí la ventana para ver si el frío se debía al mal tiempo y entonces contemplé lo más extraño que pude ver en toda mi vida. El paisaje era totalmente diferente al de mi calle y me resultaba demasiado familiar, pero estaba muy ocupada asustándome como para darme cuenta, como siempre. El ambiente que podía verse fuera no parecía muy agradable, y siendo sincera tenía muy pocas ganas de salir a investigar. La curiosidad me pudo, me abrigué con la primera chaqueta que encontré en mi armario y salí corriendo de aquella casa que, además, por fuera tenía una fachada diferente a mi verdadero hogar. No había ningún alma, a pesar de que el lugar donde me encontraba era una ciudad grande y sin dudas estaba habitada. Se veía luz a través de las ventanas, pero parecía ser que a nadie le apetecía salir debido a aquel frío congelante. Delante de mi supuesta casa había un pequeño hostal con las puertas abiertas de par en par, entré sigilosamente y vi que en la entrada había un anciano. 

—¿En qué puedo ayudarle?

—Pues, quiero saber dónde estoy —me sentí tan estúpida al decir eso que aparté la mirada del hombre.

—Oh, ya veo, eres extranjera. Entonces, bienvenida a Silmertown —no se esforzó mucho en darme la bienvenida, parecía como si decirlo le agotase.

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