Mi Dama de Blanco

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Hubo una vez, en un extraordinario y hermoso mundo, una hermosa mujer de cabellera blanca.

A simple vista, todo en ella era perfecto, su cara con rasgos delicados, su piel de porcelana, su voz tan dulce, y su hermosa sonrisa.

Ella era una curandera muy amable y gentil. No había mal que ella no curara, ni persona que no la amara.

Un día, se empezó a esparcir el rumor de que la hermosa mujer era una terrible bruja, que solo curaba para robarle la energía a sus víctimas.

Todos en el pueblo la encararon. Todos marcharon a la casa donde vivía la joven y gritaron por explicaciones.

Ella solo salió tranquilamente de su casa y acepto ante todos el hecho de ser una bruja, pero negaba que alguna vez le haya hecho daño a alguien.

La muchedumbre solo se indignó y, mostrando misericordia por todas las personas que curo, la desterraron del lugar.

Ella no dijo nada, solo tomo una bolsa q se encontraba en el suelo, y empezó a caminar en dirección sur.

Paso un tiempo, los pobladores empezaban a olvidar el asunto, y los clanes y manadas se mantenían al margen de ello, por miedo del gran poder que sabían, poseía la bruja.

En tanto la mujer, vivía en una pequeña cabaña entre los límites de una manada y un clan, teniendo la seguridad que nadie la buscaría en ese lugar.

Vivía una vida pacífica, cultivo un huerto del que se alimentaba. Y sembró miles de flores y hierbajos que utilizaba para sus remedios.

Una noche fría, cuando el invierno se estaba acercando, un ruido afuera de la cabaña, alertó a la mujer.

Ella tranquilamente salió a ver de qué se trataba. Fijo su vista en el huerto, buscando lo q estaba mal. Tal fue su sorpresa al encontrar a un hombre desnudo e inconsciente entre sus rosas azules, sus favoritas.

La mujer preocupada, lo cubrió y lo arrastro dentro de la cabaña. Lo acomodo en su cama y trato de revisarlo. Pero antes de tocarlo, este despertó de golpe.

Una vez que ambos ojos se encontraron, ya no hubo marcha atrás. El destino los entrelazo para siempre.

El hombre nerviosamente se presentó, mientras que la mujer no decía nada y lo veía fijamente, curiosa de cómo había terminado desnudo entre sus flores, que con tanto esmero hacia crecer.

Él sólo se disculpó y le contó lo sucedido. Al parecer había sido atacado por unos vampiros mientras se dirigía a su manada. Ganó, pero termino tan agotado y desorientado que acabo inconsciente.

"Eso explica el que estés desnudo" empezó a reír la mujer, mientras que el lobo quedo admirado por la dulce voz de la mujer y su hermosa sonrisa, para luego avergonzarse de su estado al natural.

Ambos charlaron toda la noche. Él le contó como era su manada, fuerte y unida. Y ella le contó como termino en esa cabaña, acogedora pero solitaria.

La mañana llego y con ella una despedida, no sin antes acordar otro encuentro. Ambos estaban ansiosos por la siguiente visita, solo se despidieron con una sonrisa. Pero mientras el hombre se marchaba, sintió una gran opresión en el pecho, común de alguien que mintió.

Las semanas pasaron y las encuentros se volvieron más frecuentes, la mujer esperaba todos los días a que aquel hombre saliese de entre los arboles con esa boba sonrisa que tenía y parecía no darse cuenta. Y él, solo quería revivir el paisaje de verla a ella sentada en su pórtico esperándolo.

La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora