Capítulo 1

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La oscuridad es abrumadora. He estado tanto tiempo a oscuras que siento como si hubiese sido ciega toda la vida. A pesar de que a causa de la falta de visión mi sentido del olfato era fuerte no podía distinguir más que un fuerte olor a aceite.

Comencé a mover mis pies estirandolos para poder encontrar cualquier cosa que me sirviera aunque sea para desatarme las manos. Pero nada, me resigne a esperar escuchar algo.

La ceguera me enloquecía nunca me había sentido tan débil y vulnerable.

Por un momento resonaron las palabras de mi tía diciéndome que tenga cuidado, que eran tiempos difíciles, que no debían encontrarme, que era valiosa. Esto último no lo entendía, en el momento en que lo dijo supuse que se refería al valor que ella me daba. Pero las últimas palabras que recuerdo de mi captor fueron "la encontramos, Es ella."

No se que significa, no se quien creen que soy. Pero si se que ahora estoy en quien sabe donde, adolorida y totalmente vulnerable. Sin saber que me deparará inclusive en el minuto siguiente a este.

Creo haber perdido la noción del tiempo hace demasiado, ni siquiera se cuanto tiempo pasé desmayada y ahora ya no se cuanto tiempo llevo despierta.

En algún lugar de la habitación se escuchó el sonido de una cerradura abriéndose. Una orda de pánico recorrió mis venas.

Una puerta se abre y a continuación se escuchan unos pasos cada vez más cerca. Siento que alguien me toma y me empuja a levantarme y caminar. No voy a reusarme, se lo que me conviene.

Me sacan la venda.

La claridad me encandila y me cuesta unos segundos enfocar mi vista y visualizar el espacio.

Metal, es todo lo que se deja ver a mi alrededor. En frente de mi hay un hombre de movimientos torpes y nerviosos con una barba azulada y una bata blanca hasta los tobillos. Las arrugas de su rostro me hacen deducir que es algo mayor.
Aquel hombre Mira hacia el suelo y da a entender que todas sus actitudes parecen tan desconfiadas que me podría hasta burlar.

-Que quieren de mi?- sale de mi boca y aunque mi cuerpo esta famélico y débil mi voz no tiembla ni por un momento.

-s-señorita nno estoy autoriza-ado para hablar con usted. De-ebe esperar al jefe- Tartamudea

Antes de cualquier otra pregunta saliera de mi boca aparece un hombre. Era casi tan alto como la puerta. Su pelo era de un color violeta rojizo, corto e inamovible. Parecía un militar. Y aunque estuviese en esta situación y tuviese mejores cosas que pensar. No pude evitar notar los colores tan extraños que cada uno tenia en sus cabellos.

-¿Cómo Amaneciste?- habla el hombre con un tono sarcástico y una sonrisa diabólica en su cara.

- ¿Quién eres?

- Tranquila, corazoncito. Yo hago las pregunta acá- su mirada desafiante era firme contra mi- Sin más rodeos. Donde esta?

¿Que? ¿Donde esta qué? No puedo evitar pensar que esto es una confusión y que ellos creen que soy alguien más.

- No entiendo de que hablas.

- No te hagas la estúpida.¿Donde esta? o tendré que tomar medidas para sacártelo a la fuerza.

- No se de que esta hablando, yo no tengo nada. se confundieron de persona.

- Te sale bastante bien el papel de inocente. Pero a mi no me engañas, ahora DIME DONDE ESTA!- su puño golpeo la mesa y el sonido retumbo en mis oídos.

Cada vez estaba mas segura de que mi vida corría peligro y que no sabia que querían estas personas de mi o de quién tal vez pensaban que yo era.

Amatista - Saga IntineribusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora