Capítulo Setenta y Ocho

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Carlos sentía como si su cabeza estuviera a punto de estallar, la razón era simple, ok, no era tan simple, no para él y no era sólo la razón, eran las razones, y se reducían a que frente a él estaba sentada la niña más bonita que él alguna vez haya visto intentando ignorar al idiota que no se había cansado de repetirle desde que llegó, que deberían intentar salir alguna vez de nuevo, Karen comenzaba a lucir fastidiada pero no más que él. Y la otra razón era que todo esa sensación de celos que lo estaba hostigando en su interior era tan nueva como un recién nacido.

—Deja de torturar mentalmente al muchacho —le pidió Antonio a su lado mientras fingía hojear una revista.

—Lo haré más real si no deja de susurrar cerca de ella —advirtió Carlos verificando la pantalla de su celular y revisando el nuevo mensaje de texto que había enviado su madre y se leía amenazador, respondió con un rápido "prometo que estoy bien, y me pondré al corriente con las clases, también te amo", antes de levantar la vista y encontrarse con la mirada de Karen, quien Carlos supuso no lo estaba mirando precisamente a él, sino que intentaba desesperadamente ignorar al hombre sentado a su lado y más pronto de lo que supo él ya estaba sonriendo hacia ella y una hermosa sonrisa se formó en la comisura de la boca de Karen como respuesta. Carlos se sintió suspirar y supo entonces que eso no era normal.

—¿Eso que veo y escucho son celos? —preguntó su amigo dejando la revista de lado—, ¿en Carlos Treviño?, el mismo que decía sentir amar a todas —ironizó su amigo.

—Oh, calla —pidió Carlos siendo interrumpido por la voz de Karen.

—Iré a revisar si Danna está bien —anunció la chica—, intentaré tardarme —agregó en voz baja mientras se ponía de pie.

—Debería acompañarte... —comenzó a decir el hombre que más temprano se había presentado como "Iván".

—No es necesario —interrumpió Carlos apenas dándose cuenta de lo rápida y severa que sonó su respuesta—, yo la acompaño —agregó mirando a Karen—, claro, si tú quieres

—Claro, gracias —respondió ella luego de unos segundos.

—Nosotros ya nos vamos —anunció Saúl poniéndose de pie—, nos despiden de Danna por favor, llamaré después para ver qué sucede

—Pero yo no quiero irme —murmuró Iván a su amigo.

—Adiós —se adelantó Antonio.

—Es mejor que nos vayamos —le reiteró Saúl a Iván.

—Sí, nosotros te avisamos si algo sucede —aseguró Edgar a Saúl.

Y con esas últimas palabras dichas en la sala de espera, Carlos comenzó a caminar en silencio al lado de Karen en dirección a la habitación de Danna, cuando doblaron en la esquina de uno de los pasillos, acercándose más hasta donde su amiga se recuperaba, supo que tenía que comenzar a hablar rápido si es que quería lograr algo con Karen, finalmente, lo más probable era que él y Antonio regresaran a su casa ese fin de semana y realmente le causaba angustia irse sin por lo menos haberle hecho saber que le gustaba, le gustaba de una manera que nunca antes había experimentado, tal vez, incluso la expresión "me gustas" no sería suficiente.

—Karen —murmuró él, deteniéndose a mitad del pasillo, envolviendo su mano alrededor del brazo de ella.

—¿Qué sucede? —preguntó ella mirando primero el agarre que sostenía sobre su brazo y después mirándolo a los ojos.

—Quiero... uhm, quiero...hablar contigo —logró responder Carlos sintiéndose como un verdadero idiota, apenas creyendo que de verdad hubiera una mujer para él que lo hiciera ponerse tan nervioso. Y se golpeó mentalmente en la cabeza, decir que Karen era la mujer para él, era algo un poco irrespetuoso, no se trataba de un objeto o algo, ella era algo mucho más valioso, pero... claro que si alguna vez ella quería estar con él, sería una de las mejores cosas que podrían sucederle.

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