¿Puedes ser tú?

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No podía creer su mala suerte, para finalizar el día esperaba que los servicios de tren ya estuvieran normalizados, pero viendo que ya eran pasadas las cinco y cuarenta de la tarde, dudaba que de momento eso sucediera. Deslizó los dedos por su frente que empezaba a dolerle, pero tenía un sueldo promedio, no podía darse grandes lujos como la adquirió de un automóvil.

Ugh, odiaba viajar en ese transporte, por las tarde en la hora pico era un infierno. Al menos en tren llegaba mucho más rápido, aunque el viaje fuera igual de fastidioso. Pero ahora no, tendría que estar mínimo dos horas parado y con gente demasiada pegada y sudada a sus lado, el bus realmente era lo peor.

Joder, maldito servicio público. Pero que más podía hacer, nada.

Ya quisiera tener su propio auto, pero aún le faltaba para eso; desgraciadamente.

Como era previsto, estaba parado en la mitad del bus, apretado y tratando de sostenerse para no darse de bruces al piso cuando el conducto decidiera que era perfecto para frenar de repente. Cansado TaeMin suspiro, cerró los ojos por varios minutos. Tenía mucho sueño, pero dudaba encontrar un asiento vacío, la gran mayoría que viajaba solía tener una larga distancia de viaje al igual que él.

Giró el rostro apoyándolo en el brazo, ocultando un bostezo que lo dejo con los ojos un poco aguados. Haciendo alguna clase de equilibro, se sostuvo con una mano del tubo donde iba parado tratando de maniobrase y ajustar los auriculares que se le iban cayendo. Resoplando con cansancio, hurgo en el bolsillo cambiando la canción aleatoria que iba sonando.

Cuando el bus se detuvo abruptamente estuvo a tan solo cinco centímetro de darse un cabezazo y seguramente de romperse su perfecta nariz. Alzando la vista, fusiló al chofer por el espejo retrovisor. Seguramente este no se daría cuenta, pero que importaba. Todo su odio iba dirigida a ese sujeto.

Maldito, idiota.

Bostezando, desvío la vista hacia el costado, justo donde la puerta del medio se abría, apoyado en los caños que servía de apoyo, un tipo alto, le sonreía.

Frunció un poco el ceño sin ser muy obvio, distraídamente bajo la mirada mirando hacia el costado. Pero no le pareció que nadie le devolviera la mirada al sujeto. Mordiéndose el labio un poco, se colocó nuevamente recto. Miro al tipo en cuestión, que le brindó una media sonrisa junto a un asentimiento de cabeza.

Genial, tenía a un loco que se había enamorado de él en tan solo una hora de viaje. Devolviéndole la media sonrisa de igual forma, elevó una ceja inquisitiva. El muchacho alto, cruzo los brazos con aires de "Mírame, bonito". TaeMin se río para sus adentros, no sin antes darle una inspección rápida, o al menos de lo que era capaz de ver.

Era evidente que era mucho más alto que él, moreno, cabello negro con algunos rizos que le quedaban bien, lo hacía bastante inocente en apariencia. Claro, TaeMin descifró que de inocente mucho no tenía. No te ponías a coquetear con cualquiera en el bus. Siguió bajando por su cuello y cayó sobre los hombros anchos del tipo.

El tipo estaba bien, más que bien pensó TaeMin. Notó un cuerpo trabajado, cuando este cruzo los brazos. La simplona remera negra desgastada se le ajustaba perfectamente a su pecho. Era su tipo; debía admitir. Volvió la vista hacia el rostro ajeno y sintió tan solo poquito de vergüenza. Lo había escaneado de una manera nada disimulaba, pero que más daba, no era él quien había empezado a mirarlo como psicópata.

TaeMin miro por la ventana, ya no faltaba mucho para llegar a destino. Debía empezar a moverse hacia la puerta, así no se le haria complicado bajar. Mejor antes que a las apuradas. Pero debía ir justo a la puerta donde estaba el sujeto que era su tipo, porque sip, estaba más que seguro que era su tipo. Pidiendo permiso a la gente que estaba a sus costados fue mirando el piso y al frente para no pisar ningún pie. Pidiendo disculpas llegó a la puerta apoyándose en los barrotes donde se sostuvo para no caer.

Señor CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora