"Eres mi favorita, bruja..."
Esa frase retumbaba en mi cabeza mientras me veía tumbada en la gran cama. Él me mordía suavemente el cuello.
"Te deseo..."
¿De verdad él había dicho eso..? ¿Esto estaba pasando?
Notaba cómo dejaba un reguero de marcas en mi piel. Como marcando su territorio.
"Eres mía..."
Sentía escalofríos. No era igual que siempre... Era más... tierno.
Me besaba con pasión, no con violencia... Casi con... ¿afecto?
"Soy tuyo..."
¿Q-qué? Mi cuerpo se estremecía bajo el suyo. Sentía algo que no podía explicar. Me invadía un calor muy diferente al infernal que solía sentir. Un calor agradable y maravilloso...
¿Qué demonios pasaba? Esto no podía ser real... Se sentía demasiado perfecto para ser real...
Se acercó lentamente a mi oído para comenzar a susurrar.
"Yo..."
Se me cortó la respiración. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.
"Te..."
Mi cabeza estaba a punto de explotar cuando de repente...
—¡Mhh!—me desperté con un gemido sordo.
Me incorporé de un golpe en la cama. ¿Qué acababa de pasar...?
Me dolía la cabeza y me costaba respirar. Un sudor frío me cubría todo el cuerpo. El corazón me quería escapar del pecho.
Respiré hondo y traté de recobrar el aliento.
—¿Estás bien?
Levanté la vista sobresaltada.
Solo entonces me di cuenta de que una muchacha estaba sentada en el borde de mi cama, mirándome con preocupación.
—Perdona, no quería asustarte—dijo con voz dulce y suave mientras su rostro se ruborizaba ligeramente.
Me di cuenta de que era la pequeña pelirroja a la que había reemplazado el día anterior. ¿Qué hacía despierta? Miré a mi alrededor, estaba oscuro, todavía era de noche. Las otras chicas estaban en sus camas dormidas.
—N-no... no me has asustado—le contesté, aún tratando de respirar con normalidad—. ¿Qué haces en mi cama?
Se apresuró a levantarse con timidez.
—L-lo siento... no pretendía...
—No, no, tranquila, no pasa nada—me resultaba adorable lo nerviosa que parecía. Ver a una de las chicas siendo tan... real... como si no estuviera atrapada aquí... era una sensación indescriptible.
Se volvió a sentar lentamente, suspirando y llevándose la mano a la frente, como si tratara de tranquilizarse. No pude evitar soltar una pequeña risa. Cerré los ojos sin dejar de sonreír, no recordaba la ultima vez que algo tan trivial me hizo reír.
Volví a abrirlos para encontrarme con los iluminados ojos de la pelirroja observándome. Pero apartó la vista rápidamente.
—Yo... eh... bueno, quería darte las gracias—susurró mirándose las manos, apoyadas en su regazo—. Por lo de... ya sabes.
—¡Ah...! No... no me las des—dije un poco avergonzada, seguía sin estar segura de si lo había hecho por ella o por mí—. En realidad... lo hago muchas veces, más de las que querría reconocer...
Me miró sorprendida.
—¡Oh, no! ¡No es que me arrepienta! Quiero decir que...
Suspiré. ¿Cuáles eran las palabras adecuadas? La pelirroja parecía cada vez más confundida, casi tanto como yo.
—Yo... Ay, no lo sé—me encogí, abrazando mis rodillas y escondiendo la cabeza—. Es... complicado...
Sentí la mano de la muchacha en mi hombro, como intentando reconfortarme. Levanté la mirada y me encontré con sus ojos preocupados, me miraban con una expresión sincera y amable. Era increíble... Aún no estaba rota, aún era capaz de sentir, no estaba corrompida, todavía tenía esperanza...
Una lágrima corrió por mi mejilla, pero traté de secarla lo antes posible. No estaba segura de si era por felicidad... o porque sabía que no duraría mucho.
—Yo... lo único que quiero es que nadie más tenga que sufrir este infierno—dije la verdad, aunque para mí ese infierno era muy distinto al de las demás.
La pelirroja no dijo nada, se limitó a mirarme con... ¿admiración, quizá? Si ese era el caso, no me merecía esa admiración. Cada vez que pensaba en esa habitación... y en él... mi cuerpo temblaba y mi alma ardía. Eso no era digno de admirar, ni siquiera era digno de compasión.
La muchacha pareció saber lo que estaba pensando, pues se me acercó y me susurró suavemente al oído:
—No sé por lo que habrás pasado aquí... pero en cualquier caso, me pareces muy valiente...
La vi apartarse ruborizada y levantarse rápidamente.
—Mm... espero poder seguir hablando contigo...—dijo justo antes de volver deprisa a su cama al otro lado de la sala—. B-buenas noches.
—Buenas noches...—respondí en un susurro que no creo que la chica oyese.
La seguí con la mirada en la oscuridad de la habitación mientras se alejaba. Notaba algo extraño en esa muchacha, algo... agradable y... radiante.
Al menos esta pequeña charla me había servido para calmarme después de ese... sueño. En mi cabeza se mezclaban imágenes de la pelirroja, que se veía tan indefensa y aterrada en aquella terrorífica habitación, y que ahora parecía tan viva y... real.
También se mezclaban imágenes de él... recordé el sueño que había tenido momentos antes... Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No, no debía pensar en él. No de ese modo. Era horrible... Pero... Como tantas otras veces él se adueñaba de mi mente. ¿En qué podría pensar si no?
En... ¿la pelirroja?
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Fuego infernal
Fiksi Penggemar"Las llamas parecían querer escapar de la chimenea, agitándose y tiñendo así las paredes de un rojo oscuro aterrador. El fuego reflejaba en sus ojos una voraz y repugnante locura. Él sabía que yo era suya. No había otra opción. Jugaba conmigo como s...