Edgar Allan Poe II

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Fuera, la lluvia rompía contra las contraventanas y hacía temblar las sombras de las pocas velas que arrojaban luz. Sinembargo nada de ello parecía descuidado o fuera de lugar, todo estaba donde debía de estar, eso sin duda.

Yo tomé asiento primero, seguida del Doctor, no había corregido a Poe con su error al confundirle con un vulgar doctor. Y eso sí que era raro.

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Poe cruzó una pierna sobre la otra y nos contempló fijamente durante algunos segundos, a mí me preocupaba su aspecto físico, lo que desde lejos parecía una palidez propia de un escritor romántico, ahora se me antojaba excesiva y febril, si bien sabía con quién estaba hablando, una cosa no quitaba la otra. Por otro lado estaba el hecho de que el Doctor no gustaba de quedar en un segundo plano, al menos eso parecía siempre en la serie, tal vez estaba frente a un Doctor más maduro, menos infantil, que prefería, cual Holmes, observar en silencio los detalles y después analizarlos en silencio, en vez de anticiparse a los acontecimientos.

- Y bien, ¿con quién tengo el placer de hablar?

Esta vez no fui yo quien habló. - Yo soy el Doctor, y ella es Clara, mi ayudante.-

Poe asintió y volvió a sonreír débilmente. Me parecía extraño ver sonreír a alguien como él. Es decir, sí, tenía algunos relatos cómicos, pero el resto de sus obras, su vida entera... todo era drama. 

- ¿Son producto de mi mente?- habló de nuevo el poeta

- No creo, no estás tan loco todavía- Y con esa frase comenzó una de las conversaciones más divertidas de mi vida. Aunque no tuve oportunidad de hacer ninguna intervención, al menos no una más allá de un par de palabras, he de decir que me encontraba sinceramente bien. Tenía la impresión de encontrarme en una especie de bunker, y que la lluvia era la metralla que rozaba el refugio. Nada malo pasaría si nos quedábamos aquí.

En un punto de la conversación el Doctor se acercó a la TARDIS y me hizo un gesto para que me acercara. Al hacerlo, me dijo en voz baja:

- Volveré a por ti, Clara.- Me besó la mejilla, cerró la puerta de la cabina y desapareció. 

Yo no era casi tan incapaz de moverme como Edgar detrás de mí, mirando, ambos con igual incredulidad, aunque por distintos motivos, el lugar en el que la gran cabina azul de policía, había estado segundos antes de desaparecer.

- Bueno querida, creo que necesitarás una habitación para esta noche- Y tan tranquilo, Edgar Allan Poe me ofreció una habitación y una cena, no demasiado nutritiva, algo que espero solucionar pronto, por el bien de ambos.




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HE VUELTO

Lo juro, no estaba muerta, es solo que el bachillerato me consume el alma y la inspiración. Pero esta historia me encanta escribirla, así que tened la seguridad de que le daré un justo final, no ahora, tal vez dentro de varios capítulos, pero terminará justamente para Clara... o no. :)



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