Patito Feo. (James Maslow & Tn)

Capítulo 4

Mi corazón golpeaba fuertemente contra mi pecho, por un lado, estaba la gran necesidad de volverlo a ver, de volver a sentir aquellos cálidos labios que un día probo, pero por otro, sólo quería escapar, cómo lo había hecho en estos dos años para ahorrarse la necesidad de otro corazón roto.

- _____. – musito Adam. – ¿Qué te sucede? – pregunto al ver la fina capa de sudor que cubría la frente de la chica.

- Estoy...nerviosa. – sonrió falsamente. – sólo quiero que esté día termine, para llegar a mi casa a dormir, pensando en que él no está aquí. – Adam sólo me dio una tierna mirada y me abrazo.

Aquello dolía, dolía pensar que mi corazón aun latía por él. Que no lo había olvidado aun y menos ahora que había vuelto...a mi vida.

El profesor entro y detrás de él, cinco chicos. Y el último era la peor pesadilla de ____. Entro con aquella sonrisa que lo caracterizaba, pero de alguna razón, estaba diferente, no tenía aquel encanto, ni sinceridad de hace dos años; ahora estaba forzada y sin brillo.

- Ellos son los nuevos compañeros, espero que los acepten, aunque creo que sí, ya no son chicos de secundaria, están en la universidad. – miro a los cinco chicos. – pueden tomar asiento. – hizo una seña con su mano, mostrándoles la sala completa.

______ se acostó sobre su brazo, escondiendo su cara en el hueco que se formaba allí. Esperando que James no la viera.

Pero su pesadilla, acababa de comenzar.
El sonido de una silla deslizándose sonó delante de ella, tenía miedo, por lo que su cabeza aun se encontraba enterrada en sus brazos.
Adam estaba callado, lo que acrecentaba su miedo, no le hablaba y quería por lo menos que le susurrara quien había sido el sujeto que se había sentado delante de ellos.

Pero nada...así que se obligo ella misma averiguarlo.

Levanto la cabeza lentamente y aquel exquisito aroma masculino encanto sus fosas nasales, aquel perfume de hace dos años se volvió a colar entre sus narices.

Había sido él, se había sentado a escasos treinta centímetros de ella, tendría que oler y ver aquella cabeza de su...pasado cada día.

Ahora sí que iba a estar difícil que no se vean.

Atontada miro a Adam, quien se encontraba igual de sorprendida que ella. Adam se inclino y susurro a su oído.

- Estás muerta. – rió por lo bajo mientras _____ lo aniquilaba con la mirada. Se llevo las manos a la cabeza como signo de frustración.

¡Esto no podía estar pasándole a ella!

Pero...recordó las palabras de su amigo «Estás muerta» Lo miro nuevamente. Y luego suspiro. El profesor pasaría asistencia, debía levantar la mano y decir el típico «Aquí» En voz alta, y sus imitaciones de voz, no le servían, de todos modos, James al escuchar aquel nombre se voltearía a buscarla y allí la encontraría y no la dejaría tranquila hasta que hablaran.

- ¿Adam? – pregunto el profesor mirando la clase.
- Aquí. – levanto la mano su compañero, mientras _____ seguía aun en su pequeño escondite.
- Karen.
- ¡Aquí! – sonrió mirando a la clase. –

El profesor siguió, luego de que nombraran a aquel chico Jack, le tocaba a ella.

- ________ George. – la silla de adelante sonó nuevamente, el chico se había movido impresionado, detrás de él, una suave voz, pronuncio un ahogado «Aquí» y no necesito voltearse, para saber, que aquella voz era la de ella, la de su pequeña.
James se giro, comprobando que sus sospechas eran ciertas y allí estaba. Su cara más perfilada, sus labios rosados como los recordaba, su nariz más respingada y su cabello había crecido notablemente –aunque seguía cortado con las mismas capas.