Narra Astrid:
Estaba muerta de hambre y a pesar de que Miles quería descansar le convencí para comer algo antes de dormir.
–¡Ah! ¡Cómo echaba de menos esta comida!– Dije mientras comía.
–¿Que le pasaba a la otra comida?
–En comparación con esta, no tenía nada de sabor.
–Ya, oye, me alegro de que te guste, pero estoy agotado. Necesito dormir un rato.
Miles dejó su comida casi intacta y fue al dormitorio. Yo, por mucho hambre que tuviera, no podía dejar a mi chico en aquellas condiciones, así que lo dejé todo y fui con él. Me tumbé con él, le abracé por la espalda y él cogió mis manos y las entrelazó con las suyas.
–No es lo mismo agarrar la almohada que agarrar tus manos.
–Eso espero. Yo también extrañaba tus manos. Bueno, tu todo.– Se rió y bostezó.
–Tengo mucho sueño, mi estrella.
–No te preocupes.– Le besé en el cuello por detrás.– Descansa mi niño.
Miles se quedó dormido en pocos segundos. Yo me quedé a su lado todo lo que pude. Hubo momentos en los que a mi también me entraba sueño y pegaba alguna cabezadas. La última vez que me desperté, el sol se estaba poniendo. Miles se había despertado y se estaba preparando, se estaba vendando las manos con fuerza, seguramente para no hacerse daño a la hora de sujetar el arco.
–Hey, hola.– Dijo al verme despierta.– ¿Cómo estás?
–Bien. ¿Y tú?
–Bien, bueno... todo lo bien que puedo estar, supongo.
–Si, yo también estoy un poco... muerta de miedo.
–No te preocupes. Tu siempre fuiste la mejor en los entrenamientos. Te irá bien
–¿Pero y si fallo o algún Hada Oscura se cuela hasta el Núcleo y...?
–No te preocupes.– Me interrumpió.– Si te pasa algo, estaré ahí. No te pasara nada mientras yo esté contigo.– Dijo y me beso la frente.
Por detrás de Miles vi como la noche se encendía. Él también lo sintió, miró por la ventana y después volvió a mi.
–A million dreams... ¿Recuerdas?
–For the world que are gona make.– Dije mientras asentía.
–Saldremos de esta.
Miles y yo terminamos de coger nuestras armas y salimos de casa. Todo el mundo salía con nosotros y nos juntábamos al inicio del Puente.
Al fondo, comenzamos a ver algo extraño. Se estaba abriendo una especie de portal, pero en vez de abrirse, en El Puente salió un rayo hacia el cielo y fue ahí donde se abrió el portal más grande que jamás había visto. Comenzaron a entrar millones de hadas, como una masa enorme negra y morada donde solo se oían los gritos que me dijo Matt en su momento.–Permaneced juntos.– Dijo Nike y los guardianes mayores se pusieron delante de nosotros, menos Loveday, que dirigía a sus cupidos volando sobre nuestras cabezas.
Yo me mantuve firme junto a Miles mientras el ejército de hadas se acercaba rápidamente. Desde que empezó todo esto, comprendí lo que era tener miedo, y sin casi darme cuenta, agarré la mano de Miles y la apreté, simplemente para convencerme de que estábamos juntos.
–Mantened las posiciones un poco más.– Dijo Libra mientras agarraba su espada con fuerza.– Un poco más...
Cuando pude distinguir el primer rostro de aquellas hadas, Hugo gritó "¡Ahora!" con todas sus fuerzas y salimos corriendo hacia la amenaza.
Enseguida noté que la mayoría de los guardianes había perdido agilidad durante este tiempo y aprecié que muchos seguían heridos. Pero aún así se defendían como auténticos héroes.
Pero pronto tuve que centrarme en mi lucha por que se me venían encima. Nada más clavarle una flecha a la primera se convirtió en una nube de humo negro y desapareció.
«No está mal» pensé pero antes de que pudiera dar otro paso, alguien me agarró de lo brazos y me elevó por los aires. Miré hacia arriba y vi a Davina levantándome.
–Oye, has adelgazado.
–¿Qué haces?
–Confía en mi, cuando te suelte dispara a todo lo que se mueva.
–¿Que?– Grité.
Antes de que pudiera decir nada más, Davina me soltó. Caí en picado clavando flechas a diestro y siniestro pensando en que me estrellaría contra el suelo, pero antes de caer, Miles me cogió en brazos.
–Oh, has adelgazado.
–Otro. ¿A que ha venido todo esto de dejarme caer?
–Idea de Loveday.– Dijo dejándome en el suelo y disparando un par de flechas.– Es bastante eficiente.
–Si ya, pero podríais avisar para la próxima vez. ¡Cuidado!– Dije y dispare una flecha por encima de la cabeza de Miles acabando con un hada que venía directa hacia él.
–Gracias.
–Tu procura sobrevivir.– Dije y se alejó.
Las horas pasaban, cada vez me sentía más cansada, cada vez veía a menos guardianes y cada vez retrocedamos más. Era una locura, casi habíamos llegado a palacio y si cruzaban esa puerta... ya no habría marcha atrás.
Al rato me di cuenta de que no había visto a Discordia en toda la noche. Entonces sentí una corriente de viento, miré hacia atrás y la vi deslizándose como si fuera invisible. No podía permitir aquello, así que salí corriendo hacia ella y la empujé por detrás quedándome encima de ella. Discordia rió y después me agarró dándome la vuelta y quedando ella por encima de mi, que me agarraba de las muñecas pegándolas al suelo.
–No creí que fueras a volver, la verdad.
–Nunca te dejaré ganar. ¿Me oyes? ¡Nunca!
Discordia volvió a reír y apretó más mis muñecas que empezaron a arderme, como si estuvieran en llamas. Grité por el dolor intentando liberarme, de nuevo vano.
–¿Lo sientes Astrid? ¿Sientes como no eres capaz de ganar?
–No, no... ¡No!
Grité y sentí una gran energía recorrer mi cuerpo. Abrí los ojos de golpe y vi que Discordia se levantó de golpe. Directamente me cogí de las muñecas, que ahora estaban al rojo vivo y me seguían ardiendo, pero ella miró hacia arriba y sonrió.
–No podréis aguantar mucho más.– Dijo y después desapareció y con ella todo el ejército.
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La ultima guerrera de la luna
FantasySi creíste que el amor, el equilibrio, la justicia, la bondad, los sueños y la inteligencia eran cosa que nadie decidía, estabas equivocad@. Los guardianes nos ocupamos de inculcaros esos valores hasta los diez años, a partir de ahí es cosa vuestra...