MARTES 10:35

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Logre acomodarme en un pequeño muro de concreto. Cuando los rayos del sol se volvían más fuertes y las voces de los alrededores se convertían en gritos de euforia solo podía encontrar quietud en el mismo espacio de siempre. El pequeño muro de concreto confiable, cuyo color iba desde un amarillo chillón hasta un verde muerto, su pintura se había caído y lo poco que quedaba estaba cubierto por una especie de capa de moho verde, no el lugar más lujoso desde luego, pero el único que me brindaba serenidad cuando no podía soportar tanto estimulo exterior. Las voces se escuchaban a lo lejos, pero sus ruidos incesantes se confundían entre el cantar de las aves diurnas y el sonar de las hojas de los árboles que me rodeaban. Desde que comencé el curso en este Instituto el año pasado elegí como lugar favorito uno de los parques que rodeaban a la edificación, vamos que era esto o detrás del aula de música donde todos los adictos se ponían a fumar a las diez de la mañana.

Nunca me habían gustado las multitudes, ni los ruidos fuertes, ni el sol, ni lo que implicase salir. Las pocas fiestas a las que fui estuve de arrastrado por Eva o por Jonas, o por ambos cuando decidieron ligar, pero simplemente no funciono. Mi madre decía que a ella nunca le había gustado tener que rodearse con tanta gente, le causaba ansiedad y se estresaba tan fuerte que el primero que le hablase se llevaba unos insultos por listo. Quizá lo herede de ella. O quizá me acostumbre a ser un friki que se la pasa todo el día encerrado en su habitación sin contactar con otros individuos humanos, aunque los que tienen la dicha de poder estudiar en este prestigioso Instituto son mucho menos que humanos y más como animales salvajes.

-Vamos tonto – Escucho una voz desde lejos, reconociblemente Eva. – Que te he estado buscando en todas partes.

Se sienta a mi lado y me observa con sus ojos bien abiertos, Eva siempre había sido muy linda, cabello castaño algo rojizo, ojos verdosos y piel blanca como la nieve. Además de tener un carisma inigualable y una capacidad de contactar con los demás y hacer lo que simplemente quiere porque quiere cuando quiere, algo que le podría envidiar.

-Que sabes que siempre me siento aquí -. Reprocho

-Pero es que es el primer día de clases -. Bufa – Al menos para ti.

-¿Que querías? Si eres la única que soporto.

Rie. – ¿Ah sí? – me da un golpe en el hombro a lo que reacciono con una sonrirsa –Vamos que se nos hace tarde.

Caminamos un poco hasta llegar a una de las alas del Instituto, el estacionamiento donde no había ningún auto y los estudiantes lo usaban para descansar. El recinto constaba de dos viejos edificios que el gobierno restauró para ser aptos para dar clases: o sea, colocaron unos cuantos calefactores y unos casilleros. Ambos edificios se conectaban por una serie de jardines y plazas donde se podía comprar comida y hablar de lo maravillosa que es la vida. A lo lejos logro divisar a Jonas con alguien que no logro identificar. Un chico. Muy alto, un metro noventa podría decir. Cabello dorado peinado hacia atrás, con una especie de porro en su oreja derecha. Vestía con una chamarra azul de jeans desabrochada con una camisa blanca con alguna especie de mensaje en color negro que no podía distinguir. Mientras más nos acercamos siento como se vuelve más intenso mirarle. Siento que todo va en cámara lenta y como su piel refleja la luz del sol, su cabello dorado pasa a tonos amarillos y marrones. Sentir como sus ojos se posaron en mí y lograr ver su cara en el mayor esplendor solo se me ocurrió una cosa: Guapo.

MUNDO PARALELO (EVAK)Where stories live. Discover now