10| Un encuentro inesperado

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Despierto agitada por tercera vez esta semana. Pego la almohada a mi cara y grito de la frustración, no puedo creer que a mí me esté pasando esto.

¡Carajo! ¡Soy yo!

Sólo fue una maldita noche como las demás. ¿Por qué no puedo parar de soñar con esos malditos ojos grises que me persiguen torturándome?

Me restriego la cara con ambas manos y me paro dispuesta a darme una ducha lo bastante fría como para bajar mi temperatura y hacerme despertar por completo.

No he tenido tiempo de ir al club por trabajo y una parte de mi admite que también es por miedo de volver a verlo.

¡Maldición!

Lo admito fue grandioso. El solo recuerdo de esa noche me hace estremecer de pies a cabeza, pero esa intimidad que jamás había compartido con ningún otro me hizo querer salir despavorida en dirección opuesta y me impide siquiera platearme en volver al club o al menos por un tiempo.

Me hizo desear explorar su cuerpo de todas las formas posibles y sucumbir a todas su órdenes si objeción alguna.

Pero eso no es posible y en definitiva no me lo puedo permitir.

Nada de conexiones Sofía. Recuérdalo bien.

Al terminar de arreglarme bajo al comedor, Zac se encuentra sentado en la barra de desayunos comiendo cereal, mientras Beth se mueve por la cocina.

Le doy un beso en la coronilla y él me sonríe.

—        Buenos días mamá.

—        Buenos días mi cielo. ¿Listo para el partido?

Encoje sus hombros metiéndose a la boca otra cucharada de su cereal favorito.

—        Estoy pensando en no ir.

—        ¿Por?

Beth me pone enfrente un vaso de jugo recién hecho y un plato con fruta picada bañada en miel. Ella entrecierra los ojos y lo señala con la clara advertencia de que no intente hablar con la boca llena, me río por lo bajo y cuando me ve a mi yo volteo tomado el jugo discretamente, ciertamente es mejor no hacerla enojar tan temprano.

—        Me está empezando a aburrir.

Suspiro dejando el vaso sobre la superficie.

—        Zac has entrado y salido de todos los deportes de la escuela, está bien experimentar y encontrar el que más te guste, pero ahora no puedes abandonar al equipo, ellos cuentan contigo.

—        Lo sé, pero siento que no se esfuerzan lo suficiente.

—        Entonces enséñales.

—        Lo intentaré.

Sonrío satisfecha y me apuro a desayunar, cuando termino con mi fruta me levanto y paso a darle un beso sonoro en la mejilla que lo hace reír.

—        Es hora de irme cariño.

—        Que tengas un buen día —dice con los mejillas llenas de cereal.

Beth se voltea y lo señala.

—        ¡Zac!... pásate el bocado.

Voltea buscando mi apoyo con la mirada y yo trato de verlo lo más seria que puedo sin reírme.

—        Ya la escuchaste.

Beth complacida continua con sus cosas mientras yo le guiño el ojo a mi hijo haciéndolo reír, ella se da cuenta y voltea amenazante. Esa mi señal de salida y le mando un beso.

Mi Tentación (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora