La feria pasó como rayo. Volvimos con la sensación de estar en la cima del mundo de los juegos en red, pero yo me siento a la vez en una sima oceánica del mundo emocional. Además de profundo, mi corazón se está ahogando. Pero no estoy seguro de qué debería hacer.
La rutina, sin embargo, no es la misma. Hicimos varias teleconferencias entre Mica y Canela desde Argentina y Stefano y yo desde Italia.
Trabajamos en la idea del nuevo proyecto, de los gráficos y el guion. Ahora deberemos comenzar a armar el anteproyecto con más detalles.
Por más que lo intenté, Italia no me ayudó a centrarme en lo que debía. Día y noche el remordimiento inútil por las cosas que ya no puedo solucionar, por las palabras dichas, por los gestos no realizados me torturaron.
Mi único sosiego me lo brindaba Cinnamon con su espontaneidad, dulzura y amistad.
Decidí volver a casa con la familia y amigos que van a saber ayudarme a aclarar mis sentimientos. Faltan diez minutos para aterrizar. La luna llena brilla en su apogeo. Desde la posición en que estamos, no la veo, pero parece seguir al avión. Su reflejo nos persigue fisgoneándonos a través de los grandes espejos de agua de la ruta, que conforman el río Paraná, todo el Delta del Tigre llenando de venas refulgentes su imagen, el río Uruguay y el Río de la Plata.
La imagen es soñada. Un círculo argénteo que corre tras nosotros mientras el avión avanza, escondiéndose en suelo firme para quedar al descubierto en los cristales acuíferos en los que examina su esplendor cada noche.
Permanece de incógnito al entrar en territorio federal, mientras las luces de mi Buenos Aires querida se extienden por kilómetros y kilómetros. Cada vez que vuelvo a mi país después de tanto tiempo, siento una alegría inmensa de saber que por fin estoy en casa, que no hay lugar más bello que la propia tierra, no hay cultura con mejores matices, no hay amigos más entrañables, ni familia más querida. Pero esta vez siento la dualidad de estar feliz de volver a casa y la incertidumbre de que pasó demasiado, sabiendo que se logró muy poco.
Matu no aguantó más de una semana alejado de Mica y viajó a Argentina inmediatamente. No me cuenta mucho, aunque sé que ella lo vuelve loco desde hace tiempo. Cada vez que hablamos, me cuenta que a la noche sale con ella a solas y que el fin de semana le toca el combo completo. Sí, llevan a pasear a sus bebés porque Damián parece estar enredándose con alguien que lo tiene muy ocupado los fines de semana. Dicen que es una cuarentona conocida y que está más buena que comer pollo con la mano. Gracias a Dios que mis dos viejos son hombres, porque parece que es la madre de uno de los chicos de la banda y más de uno se quiere matar.
Pablo y Matu me reciben en el Aeropuerto de Ezeiza. Pablo está hablando muy animadamente con unos australianos del mismo bando que él.
—¡Tano! —un apodo mío que va y viene según la intensidad del acento que traiga de allá—. ¡Nene! ¡Por fin! ¡Bienvenido! —dice con su voz más afeminada mientras que nos abrazamos con Matu.
—Pablo... ¿qué tal? —lo saludo pretendiendo un poco de hastío y revoleando los ojos.
Deja a sus australianos con un gesto y ellos se despiden llevándose una tarjeta, seguramente con una cita programada. Me abraza.
—Por favor decime que lo trajiste al guapiturri...
—¿A quién?
—¿A quién va a ser? ¡A Stelogano! ¡Stefano! Ay me tiene loco, no pude parar de pensar en él. Me hago la cabeza mal.
Me saca una valija de la mano y me arrastra afuera junto con Matu, que tiene una contextura física considerablemente menor a nosotros dos.
—Pablito... ojalá te lo ganes. Te lo digo de todo corazón. Pero, no te vi poniéndole mucho empeño.
Caminamos al estacionamiento mientras lo torturamos.
—Es cierto Pablo —se acopla Matu—.Yo diría que nada de empeño, para la labor que te espera, porque en realidad no creo que a Stegrano le guste tanto comerse el bicho. Te faltó pilas con eso ¡eh!
—¡Él es el bicho! —me ensaño mientras nos ponemos a cargar las valijas en el auto.
—Dejá de mentir. Stefi es di-vi-no. Además es muy amable y simpático. Mirá que yo sé que puedo ser pesado, pero él siempre fue un amor. Hasta conseguí que me invite a las fiestas gamers que van a hacer acá.
—Porque quiere congraciarse conmigo para exprimirme todo el jugo después.
—No, no, no. Él me reconoció que el peor error de su vida fue no contratarte para Dioses y guerreros y eso es porque sabe lo que se perdió. ¡Y mirá que el juego es un éxito igual! Aprendé a aceptar las disculpas cuando llegan. Él hace rato que te reconoce públicamente por lo que valés. No seas cabezón.
—¡Cabezón es él! ¿Sabés lo que me dijo? —continúo ante su sorpresa por mi vehemencia—. Dijo que le daba lo mismo si el milhojas era de dulce de leche o de cualquier otra cosa. ¿Podés creer eso? ¡Cualquier otra cosa! ¿Qué puede saber ese tano ignorante de milhojas o dulce de leche? Pero además... ¿Cómo se atreve a decirme algo así a mí? ¿No sabe cuál es mi apodo?
Pablo me vuelve loco todo el camino hablando sin parar de Stefano y justificando su punto de vista acerca del sacrilegio imperdonable sobre el milhojas, que no pienso excusar. Pero luego la cháchara derivó en mil cafés para que vayamos a degustar facturas los tres juntos, y sobre todo, milhojas... y de dulce de leche, y mil heladerías para probar distintas versiones del helado de dulce de leche: granizado, con almendras o nueces, granizado de chocolate blanco, con pasas, al ron, con Marroc, coco al dulce de leche y todas las variaciones de otros gustos mejorados con dulce de leche. Por fin siento que estoy en casa.
👠👠👠
Estoy inquieta. No paro de pensar desde que volvimos sobre todo lo que hablamos con Mica en el vuelo de vuelta a casa. Entre las interrupciones de los tres bebés, (el de treinta y sus dos hijos), logró que le cuente todo lo sucedido con lujo de detalles. Ella no parece creer que esté todo terminado. Al contrario.
Cada vez que me mira, intenta tranquilizarme con una gran sonrisa en el rostro como si le hubiera contado que me pidió casamiento. Aparenta saber más de lo que dice y me hace sentir que se me escapa algo.
¡Bah! No puedo guiarme por lo que ella diga. Hace diez años también me decía que todo se resolvería. Es cierto. Nunca dijo cuándo.
Volver al trabajo rutinario se hace difícil con la cabeza tan masoquista insistiendo en volver vez tras vez al recuerdo del mismo momento vivido en la ducha, y luego al mismo olvido. Ese sueño que no recuerdo, me atormenta. Cada día me despierto creyendo que se me escapa de entre los últimos destellos de luz soñolienta en mi retina.
Llamo a mi papá que está de vacaciones en Córdoba con Indio y Ale, los padres adoptivos de Milho, y me entero que Milho ya llegó de Italia y está con ellos. Una puntada de celos se me clava en mi orgullo.
Me cuenta lo bien que la están pasando. Está contento de estar con él después de tanto tiempo que no lo veía.
Igualmente él no hacía tanto tiempo, como yo, que no lo veía porque siempre que volvía a casa de sus padres, se encontraban. Mi papá nunca se metió en mi vida personal, pero esas veces trató de hablarme de él y de que lo perdonara, no importaba lo que hubiera pasado con nosotros en Europa, ni cómo se hubieran iniciado todas esas calumnias sobre mi vida. Sigue siendo igual de discreto y no me pregunta nada. Pero me da a entender que sabe que nos vimos. Hablamos un poco del proyecto nuevo y desliza que Milho está muy entusiasmado. Con eso finalizo la charla.
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Hola!!!
Amig@s!!
Si están muy, muy ansiosos por saber cómo sigue esto... sepan que les abrí un portal al "más allá" si quieren seguirme también Hola en la plataforma verdecita (Sweek) jaja! Donde ya subí el capítulo completo por ésta vez. Y necesito ayuda para que el jurado del concurso actual lea ésta historia (que ya la histórica quedó finalista en el concurso 2017!!)Gracias!!!
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Confusiones virtuales
RomanceDesde que Milton D'angelo (Milho) se libró del programa de protección de testigos, permaneció en Italia donde su habilidad con la programación y diseño de juegos de realidad virtual lo han convertido en el favorito de los gametubers y de las revista...