Alone

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Jimin mecía las verduras que se freían en la sartén mientras movía su cuerpo al son de la suave melodía que sonaba en la radio.

-¡Minnie! ¡Cariño podrías traerme un poco de café! ¡Por favor! – el grito de su esposo lo saco de su momento de baile. Tomo la jarra de café y se dirigió a la oficina del pelinegro.

Entro y se acerco al escritorio donde Namjoon escribía en la computadora. Vertió el líquido en la taza a lado del moreno. Este se veía frustrado.

-Gracias cariño- le dijo al pequeño rubio con una sonrisa cansada. Esa era una de las cualidades de Jungkook que Jimin tanto amaba. A pesar de todo el trabajo y estrés que podía tener acumulado, nunca perdía su cariño y dulzura en su tacto, especialmente a su persona. Se acerco y poso sus manos en los hombros de Jungkook, empezando a masajear suavemente el área.

- ¿Falta mucho? - preguntó haciendo referencia al manuscrito.

- No - respondió el pelinegro, disfrutando del tacto del rubio. – Solo la última página, el final. Aún no puedo decidirme

- Lo lograras. Siempre lo haces. - Jimin trataba de reconfortarlo. Tampoco le era agradable ver que la persona con la que compartía su vida estuviera triste o preocupada.

-Gracias, príncipe - respondió para volver su atención a la computadora. Jimin salió dejándolo trabajar.

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Habían pasado un par de horas desde la conversación y el rubio observaba la mesa servida. La cena ya estaba fría y Jimin estaba molesto, se había tomado horas para cocinar porque quería preparar la comida favorita de su novio, pero esta parecía mucho más apetecible para las moscas que para su esposo que ni siquiera daba señales de salir de su estudio pronto. Hace meses que Jimin no había tenido que recurrir a su "táctica" para que el menor terminara un escrito con éxito.

Decidido, camino hacia la oficina del pelinegro. Se recostó en el marco de la puerta, observando a Jungkook. Este se revolvía el cabello, anotaba cosas en papeles para después romperlos y botarlos sin siquiera atinar al basurero. Escribía en la computadora y después lo borraba molesto. Era un desastre. Y Jimin sabía perfectamente lo que necesitaba. Avanzo hacia el gran sofá dentro de la oficina y se sentó en el recostándose completamente en el espalar.

Se dejo llevar por la vista de los músculos de Jungkook remarcados por la polera, el aroma del menor anegando la habitación y cada una de sus facciones molestas que solo lograban excitarlo aún más. Con esas imágenes en mente llevo su mano a su entrepierna. Empezando a masajearla sobre la ropa.

- Kook...Kookie – jadeo con sus abultados labios húmedos y entreabiertos.

Jungkook se negó a desviar su mirada hacia su pequeño novio. No quería hacerlo. Esta vez estaba dispuesto a termina el manuscrito por si solo. Quería dejar en claro que no tenia debilidad por el rubio, aunque supiera perfectamente que se era una mentira descarada.

- Jimin. No es necesario. Estoy avanzando - dijo con voz fuerte, una voz que usaba para tratar de alejar a su novio pero que sabia solo lo provocaba más.

Como supuso, el rubio continúo tocándose, pasando por sobre sus palabras como si valieran menos que nada.

-Ahh...ah...Jungkookie. – Jimin había dado un paso más. Bajo su pantalón y bóxer hasta las rodillas. Ahora bombeaba su miembro sin descaro alguno. Los sonidos para este momento habían empezado a surgir efecto en el pelinegro. Solo un pequeño vistazo al rubio y sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo. La visual lo había debilitado completamente. Su esposo con los ojos ensombrecidos, los labios entreabiertos y brillosos y su polera algo levantada dejando entrever su abdomen. Era excitante para cualquiera, mucho más para Jungkook cuando todos estos síntomas eran en su nombre.

➳ Detrás de las palabras de un escritor frustrado ●『Kookmin ☾ OneShot 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora