Viktor y Yuuri caminaban a través del Bosque Blanco, admirando una vez más los paisajes monocromáticos que, mezclados con los colores del cielo, resaltaban en su máximo esplendor. Los aromas que se desprendían de los árboles eran dulces, llenos de vida y frescura. Esa atmósfera les recordaba a los meses que pasaron juntos, acompañándose y cuidándose, pese a ser desconocidos.
El pequeño Aysel iba más adelante, brincando y explorando cada rincón que se le presentaba. Para él, era un panorama nuevo y sentía la necesidad de descubrir y revelar los secretos que ocultaban los espíritus y animales que vivían allí. Todo le maravillaba y le causaba sorpresa; una sorpresa demostrada en sus expresiones de alegría.
—Mañana llegará mi padre y mi hermano —informó el de melena platinada, rompiendo finalmente el silencio que había impuesto—. Les mandé un mensaje hace dos días para que volvieran de su misión.
—¿No es contradictorio que dejen al reino sin un miembro de la familia real? —cuestionó, deteniéndose al mismo tiempo que Viktor lo hacía—. Tengo entendido que el rey no ha concebido hijos con ninguna de sus esposas y se ha divorciado de tres de ellas, quedándose sólo con la primera.
—No puede tenerlos —respondió, sentándose en una roca plana cubierta con capas de espesa nieve—. Si no hay descendencia directa, él no puede continuar gobernando y el trono pasa a mis manos y permanece en mi familia.
—Así que Aysel será el próximo —enfatizó mientras contemplaba a su hijo correr de un extremo a otro para recolectar frutillas—. Eso lo dejaría como soberano de ambos reinos. Krasys y Snowland estarán bajo su dominio total.
—Sí —confirmó, estirando sus brazos hacia el frente, donde Yuuri estaba—. Quiero pedirte un favor —confesó, tomando entre sus dedos las manos opuestas.
—Dime —murmuró, arrodillándose delante del príncipe para estar a su altura—. Estás en tu derecho de exigirme, todavía te debo una disculpa.
—No, no me digas eso o me aprovecharé de tu inocencia —canturreó, aferrándose al tacto del mayor. Le fascinaba, no iba a negarlo, siempre le había encantado el calor que Katsuki transmitía porque contrastaba con su frialdad y le producía sensaciones que lo estremecían—. En realidad, son dos peticiones —corrigió, un tanto nervioso y atemorizado.
—Está bien, confío que no serán peticiones egoístas —expuso, provocando una risilla traviesa en Viktor. Y esa simple acción, conquistó una parte de él, porque amaba escuchar sus reacciones y amaba más ser el causante.
—Tómame como tu esposo y quédate a mi lado —susurró, agachando la mirada por primera vez. Se sentía expuesto, avergonzado y abochornado porque sí, estaba siendo egoísta y quería serlo con Yuuri.
—Bueno, tú dijiste que somos esposos porque nuestro matrimonio sigue siendo válido —contestó, enternecido por el leve sonrojo que mostraban las mejillas de su pareja—. Sobre lo segundo, sabes que soy el rey de Krasys y mi deber es con mi pueblo. Podría intentar una temporada en Snowland, por ti y por nuestro hijo, pero necesito regresar a mi reino.
—Lo sé —admitió, soltándose del agarre que lo retenía—, pero yo estoy incapacitado ahora. Mi cuerpo es sólo una imitación de lo que era, no soy el Viktor de antes y no sé cuánto más lo soportaré. Llegará un instante en el cual no pueda transformarme y seré un lobo el resto de mis días.
—No pienses en el futuro y vive tu presente, disfruta a Aysel —sugirió, sujetando del mentón al menor para obligarlo a alzar la vista—. Quiero que vivas y te enamores, no importa si es de Ulysses.
ESTÁS LEYENDO
Reyes del invierno #Pausada
FanfictionEl norte y el sur; la nieve y las flores; la Luna y el Sol. Siempre han sido reinos opuestos, pero también han estado obligados a mezclarse. El destino no es un dictador, lo es el dios que descendió a la Tierra y tiñó los cabellos de sus hijos, otor...