Me desperté gracias a los insoportables rayos del sol, que me llegaban justo en la cara. Me levanté y me fui a duchar, luego me vestí con unos jeans ajustados y una blusa rosa claro y una linda pañoleta azul ya que voy a ir de comprar con mi madre al mercado.
-Buenos días, amor. Desayunemos para ir a hacer las compras.
-Claro mamá.
Desayunamos y nos fuimos al supermercado en el auto de mi madre.
-Samanta anda a buscar la leche, yo mientras ire a buscar las otras cosas- dijo mi madre tomando un carrito.
-Okey, vuelvo de inmediato.
Me dirigí hacia donde se encontraban los lácteos, tomé la leche y al darme vuelta choqué con un chico muy lindo de ojos hermosamente azules, cabello negro y una sonrisa encantadora; estaba con una camisa blanca sin mangas y unos jeans.
-¡Cuidado!-exclamé cuando salí del pequeño trance.
-Lo siento, no te quebraste ¿o si?- dijo con tono burlón.
-Jaja, que gracioso. Idiota.
-Bueno, adiós preciosa. No te vayas a derretir en el camino, bombón- me dijo y se alejó.
¿Quien se creía ese para llamarme así? Me fui caminando hasta donde estaba mi madre, pero es chico me seguía a pasos largos y con una mirada intensa, hasta que terminé por ir corriendo.
-¿Por qué vienes corriendo, Samanta?- me dijo mi madre.
-No es nada mamá, no te preocupes- le respondí.
-Bueno Sam, ya nos vamos.
Llegué a mi casa, me senté en el sofá y largué un suspiro. No paraba de pensar en aquel chico con el que me topé en el supermercado, desearía volver a encontrarmelo por ahí, aunque era un idiota.
-Hija, amor ¿Puedes ordenar la mesa para comer? mientras yo termino la cena.
-Claro mamá- le dije mientras colocaba los platos en la mesa, los vasos, las servilletas y los utencilios para cenar.
Cené junto a mi madre y cuando terminamos ayudé a desocupar la mesa para irnos a dormir. Acompañé a mi mamá a su cuarto y luego me fui al mío con mi computador. Revisé mis páginas sociales y luego me dormí.
Me levanté y quise ir al parque que queda cerca de mi casa. Hice lo de todas las mañanas y luego me vestí con unos jeans fucsia, una camisa larga a cuadros de colores y unas converse moradas.
Mi madre no estaba en casa, ya que ella trabajaba en una oficina bancaria, se iba a las 7:30 am. y volvía a las 10:00 pm. así que tenía tiempo para desayunar y poder ir al parque.
Al salir de casa me dirigí hacia el parque, el cual quedaba a solo una cuadra. Me senté en una banca que esta junto a una fuente de agua y me dediqué a observarla detalladamente.
-Te quiero- logré escuchar al otro lado de la fuente.
-Yo también te quiero, Katherine- reconocí esa voz, creo que era el chico con el que me topé en el supermercado. Me levanté del banquito y lo comprobé, era él. Y lamentablemente tenía novia.
Me fuí del parque, no quería seguir viendo a esa pareja tan enamorada. Tal vez me puse un poco celosa, pero no sé por qué si él no es nada mío, ni siquiera sé su nombre. Solo sé que es el chico mas lindo que he visto en mi vida.
Llequé a casa, me fui a mi habitación y mire mi reloj de pared, eran las 3 de la tarde, así que decidí tomar una siesta.
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