Obsesión Anónima ©

Capítulo 17

La curva de mis labios cae al instante en que él la sube, su perturbadora sonrisa lo dice todo; creías que ganarías pero ahora estás peor. Trato de apartar la mirada del retrovisor, pero él me atrapó, en todos los sentidos.

Un instante después sube la velocidad de forma inmediata. El terror corre por mis venas, mis pupilas se dilatan en una milésima de segundo y mi cuerpo empieza a temblar.

Escucho como las sirenas se alejan, los gritos de las personas también y algo más, siento como se aleja mi esperanza. La única y pequeña luz de esperanza.

Observo al monstruo que tengo delante de mi, sus carcajadas son lo único que se escucha ahora. Veo por el parabrisas como desaparecen los hogares y empieza una ruta vacía y desértica. Las sirenas desaparecen lentamente, la velocidad en la que vamos es temerosa, cualquier movimiento en falso al volante y caeremos en una dolorosa y lenta muerte dentro del vehículo.

—¡Te tengo! —dice entre carcajadas, cantando una victoria.

Luego tose fuertemente, luego ríe y vuelve a toser. Siento que le explotará la garganta en cualquier momento. Al parecer él no tiene nada que perder.

Y a decir verdad, yo tampoco.

Entonces, cuando me percato de que las sirenas son un sonido casi inexistente, me levanto lentamente de la parte trasera. Mis huesos crujen internamente, el dolor muscular es tal que siento que me han machacado con un martillo por todas partes. Me arrastro a medias hasta llegar a sus espaldas, atrás de su asiento. Él no se percata, está demasiado ocupado riendo.

Entonces, lo hago.

Con todas mis fuerzas lanzo mis uñas directo a su rostro, algunos de mis dedos se clavan a su arrugada piel, y uno de ellos penetró algo gelatinoso y viscoso. Creo que fue su ojo.

Él grito del hombre es grave y salvaje, como el de un animal.

Luego, gira el volante bruscamente, provocando que el coche de vueltas y se impacte contra el pavimento.

Lo único que veo antes de perder la consciencia es como todo se comprime en una milésima de segundo.

Después, me pierdo en la infinita penumbra de lo que creo es la muerte.