1

78 10 12
                                    

Dejo caer mi trasero en el primer asiento junto a la ventana que veo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dejo caer mi trasero en el primer asiento junto a la ventana que veo.

«Qué lugar, simple y aburrido. Siempre es como el día anterior... » —subo todo el volumen, tratando de ya no lidiar con mis pensamientos ni el molesto mix de reggaetón que acaba de poner el conductor del transporte público.

Pestañeo repetidas veces para alivianar el peso de mis párpados, algo común que me provocan los lunes por la mañana. Miro a través de la ventana, hoy ha amanecido nublado, los charcos en las pistas me recuerdan el lluvioso día de ayer; trato de enfocarme en las personas que van caminando: las madres van de la mano con sus inmaculados niños bien uniformados, los adultos corren desesperados tratando de conseguir algún taxi que los lleve al trabajo. Nada fuera de órbita, los mismos parques, las mismas calles, los mismos perros, al parecer 16 años en la misma ciudad han terminado por convertirme en un ser amargado, y este día en especial, es el peor de todos.

¿Razón? Pues he sido traicionada por mi mejor amiga. O mejor dicho. Ex mejor amiga.

¿Cómo se le ocurre a esa maldita abandonarme? Hasta ahora no me lo puedo creer, incluso la muy mundana ha osado en culpar a sus padres, diciéndome que ellos la obligaron a cambiarse de escuela.

Uy sí.

De seguro en este preciso momento Melania Josefina debe estarse tomando una selfie con su nueva mejor amiga. ¿Y qué hay de mí? Ahora sin Mela, pasaré el resto del año sentada en la carpeta marginada del salón junto al lindo tacho de basura.

Este es mi fin, adiós vida social.

«Mira, ahí va esa chica tan extraña. Una preciosa madeimoselle. Es penoso sin dudar. Que no encuentre su lugar. La que una chica rara es. »

—Bella, cariño, no me ayudas—susurro y revuelvo mi mochila para cambiar la canción, siento una presencia y por acto reflejo levanto la mirada encontrándome una enorme barriga.

No lo pienso dos veces e instantáneamente me paro, cediendo mi asiento a la señora embarazada, ella me responde amablemente con un suave gracias.

Me sostengo del pasamano, e intento cerrar mi mochila con la mano libre. No me sorprendo al ver mi cartuchera caer al piso del autobús.

Genial.

Me inclino perezosamente con intención de alzarla, sin embargo mi acción es interrumpida.

Hércules se agacha para recogerla, intenta limpiarla torpemente sin resultados positivos, alza su mirada dando directamente con mis ojos, haciendo que mi pobre corazoncito salte de emoción, él me da una sonrisa y me tiende la cartuchera con delicadeza.

Cof, cof, cof.

Sé lo que se están preguntando, ¿Hércules? Bueno, en mi defensa...No, creo que no tengo defensa. Solo diré que durante mi etapa de rebeldía, me tomé el atrevimiento de bautizar a aquél pelinegro dueño de mis pensamientos nocturnos, ese chico que me conquistó desde la primera vez que lo vi en este autobús.

Me dejo caer suspirando en el asiento que él acaba de desocupar, y al fin pude cerrar mi mochila.

Es increíble como mi día gris se acaba de llenar de chispitas de colores.

Lo busco con la mirada, ¿Dónde se pudo haber bajado? ¿Se habrá tirado la pera? Si mal no recuerdo, aún falta para que llegue a su escuela. Levanto disimuladamente mi cabeza y lo veo a la distancia, se encuentra parado junto a la puerta sosteniéndose del pasamano.

¿Lo ven? Este chico es un amor, yo ni siquiera tuve la necesidad de hacer una lista explicando las razones por cuales mi Hércules es sinónimo de lo que toda mujer quiere. Él solo se gana su buena fama. ¿Lo vieron? ¡Él me ha cedido el asiento!

Muchas veces me gustaría ser lo suficientemente valiente como para acercarme, saludarlo, preguntarle su nombre, su dirección, su teléfono o si tiene novia. Sin embargo soy demasiado cobarde como para hacer este tipo de suicidio moral, es por eso que me gusta mirar desde lejitos su cabello azabache, sus cejas gruesas, sus ojos claros, su nariz varonil, su barbilla, y la forma de su lindo trasero... sí, dije trasero ¿Y qué? Se lo miraba, ¿Y qué? Soy pervertida, ¡¿Y QUÉ?!

Voltéate antes de...Oh mierda.

Por más que trate de hacerme la loca, sé que me ha pillado infraganti, lo sé porque nuestras miradas se cruzaron, apenada bajo la vista hacia mis manos sudorosas, muerdo mi labio inferior, recordando lo bien que le sienta su uniforme.

La mujer embarazada tiene una sonrisita cómplice en el rostro que me hace suponer que ha sido testigo de cada uno de mis movimientos.

Aguarden un segundo. Ese uniforme. Cielos, quiero darme una bofetada. ¿Cómo no me di cuenta antes?

¡Mela irá a ese colegio!

Como si con pensamiento la hubiese invocado, una notificación se hace presente en la pantalla de mi móvil.

Melania Josefina: Megara, ¿Sigues enojada conmigo? :'(

Yo: ¡Amiguitaaaaaaaaaaaaaaa!

Melania Josefina: OPD! ¿Ya no me odias?

Yo:

Melania Josefina: ¿Y esa foto? Ya te dije que te compres otro celular, tu cámara es un asco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Melania Josefina: ¿Y esa foto? Ya te dije que te compres otro celular, tu cámara es un asco.

Yo: Mela, es todo mi zoom. 😒

Yo: En fin. ¿Te recuerdas de Hércules?

Melania Josefina: Obvio sí. El chico del bus, el que te gusta, duh.

Yo: Está en tu escuela.

Yo: Mela, hoy es el gran día, saca tus habilidades de agente de FBI y demuéstrame cuanto me quieres. De ti depende la existencia de mis futuros Herculercitos.

Mela: JAJAJAJA, okay loca ¡Déjamelo a mí!

Enviado 07:12 am.

***

🐥

Amor sin datosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora