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Yo: No sabía que eras demasiado joven para mí

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Yo: No sabía que eras demasiado joven para mí. :(

Presiono el botón de enviar, riendo y aplaudiendo como foca retrasada.

¡Madre Santa! ¡Estoy troleando a mi crush!

Regreso a la pantalla de mi teléfono, tres puntitos me indican que Sean sigue escribiendo; dando un suspiro desganado aprovecho en tomar capturas a la conversación para enviárselas a la Dr. Mela Corazón.

A microsegundos de presionar el enviar, mi acción es interrumpida por una llamada entrante.

Es mamá.

La escucho conversar con papá hasta que se da cuenta que he contestado— ¿Meg, estás vestida decentemente? —Su repentina pregunta hace que me examine completa.

—Sí creo ma. —respondo con una sonrisa hasta que capto su mensaje subliminal. —Oye, qué insinúas.

Perfecto, vamos a ir a un restaurante con los Russo, estamos con el carro, sal ahora mismo.

No tengo ningún problema con ver a los mejores amigos de mis padres, mi sonrisa cae cuando soy consciente que al salir de casa no habrá WiFi, y si no hay WiFi no hay Sean; si no hay Sean, no habrá boda y si no hay boda, no habrán mini Megaras y mini Hércules.

El sonido del claxon me saca de mis pensamientos.

Ya llegaron.

— ¡Mamá, no! —gruño al teléfono—¡Mamá! —No recibo respuesta, los sonoros pitidos me indican que acaba de cortar.

Maldigo entre dientes, vuelvo a enfocarme en el aparato electrónico, termino de enviar las capturas pendientes, mi vista cae en el contacto de Sean la tortuga, que sigue escribiendo.

Golpes atormentan la puerta principal.

No necesito una bola de cristal para saber que esa manera especial de tocar es de mamá; corro como el viento hacia mi armario, me coloco unos tacones de cinta, agarro un abrigo negro y bajo las escaleras como si la vida me dependiera de eso.

Al abrir la puerta el aire frío golpea mi rostro haciéndome estremecer entera. Mamá al verme cruza los brazos y eleva ambas cejas.

—Megara, vamos a ir a un restaurante, no a un funeral.

Me limito a resoplar los mechones rebeldes que cubren mi frente, solo espero que no me pida que me cambie de ropa.

¿Ropa negra y pelirroja? Sí, esa soy yo, un sexy huayruro.

Avanzamos hacia el auto, mamá se sube en el asiento a lado de papá a quién saludo con un gran abrazo, Gin logra abrirme la puerta; una aire fraternal me invade, ella está arropada hasta más no poder, por mero impulso agarro sus mejillas y las aprieto como lo haría una anciana con sus nietos.

El carro arranca dando inicio a una partida de lucha libre con mi hermana en el asiento trasero.

El carro arranca dando inicio a una partida de lucha libre con mi hermana en el asiento trasero

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—Recuerden saludar con besito a todo adulto que se nos acerque, no me hagan quedar mal, ¿Okay?

—Okay—respondemos mi hermana y yo al unísono.

Tras darnos unas últimas indicaciones, entramos al restaurante seguidas de nuestros padres, una clara melodía se hace presente.

Miro asombrada a mi alrededor, todo es tan pulcro con toques rústicos, suntuosas lámparas cuelgan del techo, enormes ventanas facilitan la vista hacia el jardín que rodea el lugar. Dios, las mesas circulares son preciosas, un mantel crema las cubre resaltando las rosas rojas que llevan en el centro.

¡Este lugar es perfecto para una primera cita!

—Guau—Escucho decir a mi hermana asombrada al entrar al restaurante.

—Miau—suelto traviesa al ver que un buen mozo se nos acercaba.

Antes que papá le explicara que ya teníamos una reservación, la señora Russo apareció ahuyentando al pobre mozo, ella tan cariñosa como siempre nos dio un cálido abrazo para luego llevarnos a nuestra mesa.

Tomamos asiento saludando al señor Russo, quien nos esperaba leyendo la carta. A mi lado Gin está con un puchero, supongo que esperaba la presencia de la hija menor de los Russo. Yo por mi parte me relajo al notar que los señores vinieron solos, y no trajeron a la chusma consigo.

—Tía Clara, ¿Dónde está Molly? —curiosea Gin.

—En el baño, preciosa. —responde la mejor amiga de mamá.

¿En el baño? ¿Sola? Mi mamá ni loca dejaría que Gin vaya sola al baño.

A menos que...Nah.

Deja de pensar boludeces, y piensa en Sean, pide la clave de WiFi, ¿Qué esperas?

Busco con la mirada si algún mozo está cerca, sin resultado alguno mi visión recae en el asiento frente a mí. Esperen un segundo ¿Por qué demonios hay una silla extra?

—Hola Megatron.

***
🌚

Amor sin datosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora