capitulo 26

53 2 1
                                    

           Seis meses después

Desperté de golpe, con esa maldita sensación de frustración que me acompañaba desde que Lía llegó a mi vida.
Miré la hora en mi reloj mientras intentaba acomodar mis ojos a la tenue luz que se colaba por el gran ventanal...
Las 4:15 de la mañana, ahg, sabía que ya no podría continuar durmiendo por mucho que lo intentará. Por lo mismo me levanté ya vencido y me encamine como se había convertido en una molesta costumbre a la ducha para enfriar mi recalentado cuerpo. Y es que ya no sabía qué más inventarme para mantenerme dentro de mis cavales, la convivencia con Lía era algo tensa, y no era porque ella fuera conflictiva para convivir, era muy fácil. Demasiado para mi gusto.
No el problema radicaba en mi, que no podía apartarla de mis sueños más eróticos. No era culpa de la chica que fuera tan atractiva incluso con ropa holgada y de deporte. Y a medida que los meses fueron pasando su cuerpo empezó a manifestar la recuperación de aquellos kilos que la faltaban para estar en el peso adecuado a su estatura y edad.
Lo mas complicado fue eso, luchar con ella para que no se salteara ninguna comida, la rehabilitación de su pierna marchaba muy bien, tenía que reconocer que tenía una tolerancia al dolor físico increíble. Porque desde que la saque una semana después de la cirugía no volvió a tomar ibuprofeno. A la semana siguiente de llegar a la estancia descubrí su truco para el controlar el dolor.
La muy... "Sabionda" Patinaba desde los tres años de edad, por lo que sabia muy bien como mantener a raya las molestias de las lesiones. Cada día una hora antes de disponerse a que cumpliera la fisioterapia que yo le imponía tomaba una ducha de agua muy caliente y masajeaba durante toda esa hora su pierna, aflojando de esa manera los músculos agarrotados, lo suficiente para que pudiera soportar las tres horas de ejercicios sin casi problemas, y luego volvía a encerrarse en la alcoba que dispuse para que ella ocupará y a meterse en el agua caliente para soltar la contractura y entumecimiento de su cuerpo...
La primera parte de su plan funcionaba a la perfección porque siempre cumplía con las dos horas de ejercicios que yo le exigía y ella se empecinada agregaba una hora más a la rutina.
Cómo fue que la descubrí? Seguro que se lo estarán preguntando....
Pues, sabía lo que hacía porque me lo había comentado ella anteriormente, porque quería saber si podría aplicarlo para ver si podía tolerar la terapia sin causar daño en la lesión.
El problema fue cuando descubrí que cuando se metía al agua luego de la rehabilitación eso no la ayudaba en nada más que aumentar el dolor que sentía.
Cómo lo supe?
Aún aprieto los dientes de solo recordar lo que escuche detrás de la puerta de su baño aquella noche que fui a buscarla para ayudarla a bajar a cenar..

                   Flash back

" Tienes que soportar el dolor Anyelia. Esto no es peor a lo que Héctor te ha echo...
No es peor que sentir el filo de la cuchilla enterrarse sobre tu corazón de aquella forma en que lo hizo.
Esto es solo dolor físico, para poder ponerte en pie primero siempre tienes que caer.
Sabes que duele como el infierno, pero conoces el dolor, sabes manejarlo. Soporta Lía!! Soporta!! Que al final del camino habrá valido la pena sentir este dolor, a que estés postrada en la maldición de la  cama."

Tuve que salir de ahí como toro enardecido, porque si hubiese escuchado una sola maldita palabra más habría entrado sin importarme que seguramente estaba en la ducha, desnuda habría cogido ese maldito beso de su boca por el que mis labios quemaban...
Baje como alma en pena hasta el gimnasio que había en la planta baja y me metí de lleno a apagar aquella frustración a fuerza de golpes contra el bendito saco de boxeo.  Golpeaba con furia una y otra vez, hasta que por fin dos horas y media después el agotamiento me alcanzo.  Y para que? Para cuándo por fin pude detenerme y sentirme mejor girar sobre mis pies y encontrar a la dirección responsable de ese arrebatado sentimiento parada frente a mi.
Sus ojos estaban fijos en los míos, oscuros, sombríos...
Cómo si pudiese leer mi mente empezó a caminar hasta el pequeño dispensador de agua y saco un par de frías botellas de agua. Camino hasta donde yo me quedé clavado mientras abría una y me la tendía en completo silencio.
La tomé...
Qué más podía hacer, no había nada que pudiera decir para explicar mis razones de machacar tan frenético el puñetero saco de box...
Cuando el líquido paso por mi garganta enfriando mi  interior mi voz pico por ser escuchada.

Aunque no quise te comencé a amar... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora