capitulo 27

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Su cuerpo pegado al mío, ese maldito calor traspasando mi piel, sus ojos oscurecidos y esa dichosa boca que me llamaba.
La bese, la bese porque ya no podía contener más esto que ella me provocaba. Sentir sus suaves labios en mi boca me perdió por completo, aprese su cuerpo pegándolo aún más si me era posible al mio.
Mi lengua busco por inercia el permiso para entrar en su boca y saborearla como quería...
Sabia que yo le atraía lo suficiente como para corresponder el beso, sus manos se aferraron a mis hombros y se dejó arrastrar por mi, que ya la estaba arrastrando para pegarla en la pared que tenía frente a mi.
Porque quería recrear mis manos en ese cuerpo que me estaba consumiendo, porque quería sentir como y hasta donde la podía seducir...
Cuando su cuerpo toco la pared mi boca seguía llenándose de la suya. Y enterrando las yemas de mis dedos en la piel húmeda de su cintura. Sus labios hervían sus manos quemaban la piel de mi cuello, un gemido estrangulado escapó de su garganta y me enloqueció tanto que aferré sus caderas y la levanté obligándola a enredar sus piernas en mi cintura, quería sentir todo su cuerpo estremecerse por mi tacto. Mi boca probaba todo lo que podía, sus labios, su cuello...
Mis manos se perdían paseando por su cuerpo.
Dios!! Ella era como el dulce néctar que no quieres dejar de probar...

- Nat... Na thaniel...

Gimió con la voz entrecortada recargando su cabeza en la pared y dándole a mi boca el acceso a la piel de su cuello y el escote que enmarcaba sus senos. Sus manos sujetaron mi cuello y me apegaron más a su piel...
Volví a su boca ya perdido, sabiendo que en el momento en que esto se detuviera tendría que confesarle lo que sentía por ella. Porque ya era evidente que no lo podía seguir conteniendo ni ocultando. Y no ya no podía ni quería hacerlo...
Por el contrario quería obtener todo lo que ella pudiera darme.

- Nathaniel...

Volvió a susurrar, nuestras respiraciones eran entrecortadas, colapsadas y me obligaron a separarme de su boca, pero no podía soltarla...
Fijé mis ojos en los suyos mientras el rubor de su rostro y su agitada respiración me perdían más de deseo...

- Yo... Yo no... No se qué
- No más, Lía... No busques excusas. No donde no las hay...

Pedí bajándola con cuidado y haciéndole apoyar los pies en el suelo. No me aparte de ella, solo un paso y volvería a tenerla pegada en mi cuerpo. Solo nos daba el espacio suficiente para aclarar un poco algunas cosas...

- Nathaniel esto...
- Esto es lo que es. Es lo que sentimos, lo que nos pasa...
- Yo...

Intento interrumpirme pero no le permiti que lo hiciera...

- Yo te atraigo Anyelia, eso no puedes negarlo. Y...
Y tú me atraes a mi lo sabes. La pregunta es hasta cuándo vamos a fingir que no es así?

Pregunté sin apartarme de ella.
No lo haría, no más...

- Nathaniel yo...
- Tu eres MI ESPOSA. Y yo no quiero seguir fingiendo que no siento nada por la mujer con la que estoy casado...
Estoy harto de hacerlo.

Suspiré apartándome un par de pasos. Cuando vi que temblaba y sus ojos se llenaban de esas malditas lágrimas. Me sentí un tonto, un maldito tonto por confesarle lo que sentía. Era evidente cuándo sus ojos empezaron a soltar esas malditas lágrimas y se apartaron de mi que ella no sentía de la misma manera...
Me giré sobre mis pies para salir de aquí, no podía mantenerme enfrente de ella, no sintiendo ese dolor por el rechazo. La entendía, pero eso no significaba que no me doliera...
Su mano me detuvo ya en la puerta evitando que saliera.

- Espera, por favor Nathaniel...
No pienses lo que no es. Yo...
Yo si, si siento algo por... Por ti..

Confeso tartamudeando. Y sentí mi cuerpo temblar.

Aunque no quise te comencé a amar... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora