Danna.-
El sábado por la mañana desperté con el sonido de mi celular anunciando un nuevo mensaje, uno de Adi avisando que pasaría a dejarme mi libro a mi casa más o menos en una hora y media, así que arrepintiéndome —sólo un poco— de haber estado despierta hasta casi las cuatro de la mañana y de no poder seguir durmiendo —lo cual era un poco sínico, porque ya era la una de la tarde— me incorporé sobre mi cama y me quedé mirando mi pantufla en forma de hongo, como los que salen en Mario Bross, y decidí que si tenía que levantarme ya, primero debería ir a desayunar o comer, lo que fuera, necesitaba un poco de comida en mi sistema, así que calcé las pantuflas que Edgar me había regalado el día del amor y la amistad y que, hacían un extraño conjunto con la pijama que mi madre había conseguido para mí hace ya un par de meses, pantalón de franela con estampado de arcoíris y una blusa de algodón que conseguí en Texas con la leyenda "Cambia mi vida Daemon Black" en el pecho, sí, era un poco extraño, pero me gustaba usarla para dormir; deambulé hasta el baño para refrescar mi cara y cepillar mis dientes y por último tomé mi bata y mientras salía de mi habitación terminaba de pasar una mano dentro de una de las mangas. Casi tropecé con una de las lámparas altas que adornaban el pasillo que llevaba a mi habitación y cuidando no volver a cometer ese error mientras miraba con más detenimiento lo interesante que era mi calzado comencé a bajar las escaleras y a pensar en qué me gustaría para desayunar, era un pensamiento interesante dado que Chely descansaba los fines de semana, entonces, alguien se aclaró la garganta haciéndome levantar la vista y fijarme en los ocupantes que me observaban desde los sillones en la sala, si es que la tierra me quería tragar algún día de mi vida, ese hubiese sido el momento perfecto para hacerlo.
—Buenas tardes —saludó mi hermano con una pequeña sonrisa en la cara y poniéndose de pie para caminar hacia mí.
—Eh... hola a todos —musité notando como mi pulso se aceleraba de a poco al notar que, Antonio estaba sentado ahí, tan cerca, luciendo tan bien como siempre lo hacía y yo estaba vestida como si tuviera diez años.
—Hola Dan —respondió un coro de hombres.
—Iré a... la cocina —sintiendo como se acumulaba sangre en mis mejillas avisé mis planes a mi hermano frente a mí que me miraba sonriente—, ¿necesitan algo? —pregunté elevando un poco mi voz.
—Estaba pensando en que podrías ser una linda hermanita conmigo y compartir con nosotros las crepas que te enseñó a hacer Chely, incluso dejé algunos recipientes afuera, para la mezcla —dirigiéndole una mala mirada deseché su idea y negué ligeramente— ok, no... iré en un rato por palomitas —decidió, asentí de acuerdo mientras comenzaba a caminar en dirección a la cocina.
Comprobando que Manuel sí había dejado algunos recipientes afuera, incluyendo la batidora, comencé a dejarlos nuevamente en su lugar y a servirme un poco de jugo de naranja justo antes de que la señora Rosa entrara a la cocina.
—Buenas... buenos días Danna —se corrigió.
—No se preocupe Rosa, es tarde —admití dando un sorbo a mi jugo de naranja, ella asintió dejando algunas bolsas sobre la isla de la cocina.
—¿Qué te puedo ofrecer para que desayunes?
—No te preocupes, sólo comeré cereal, no tengo mucho tiempo —respondí buscando un tazón y sacando del refrigerador un envase con leche.
—¿Fruta, no? —cuestionó pasándome la caja del cereal chocolatado.
—No, gracias —respondí observando a Manuel entrar a la cocina aún sonriendo con diversión.
—Hola señora Rosa —saludó mi hermano a la señora.
—Buenos días Manuel, ¿necesitas algo?
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Mentiras de Amor
Teen Fiction¿Qué haces cuando intentas reparar un corazón roto por tu propia cuenta? ¿Le lloras día tras día a la chica que te dejó por uno de tus mejores amigos? Porque claro, la sigues amando. ¿Sales con un montón de chicas para olvidarla? No, ninguna de la...