Megabyte, megatron, megapixel, mega drive, megabot... y no sé cuántos más apodos me ha puesto el homúnculo frente a mí.
-Hunter, mira cómo has crecido-exclama mamá, acercándose para darle un abrazo- ¿A que está simpático, no? -esa pregunta va dirigida hacia mí, el simio con cerebro sub-desarrollado me mira con una sonrisa socarrona esperando por mi respuesta.
¿A qui isti simpitiqui ni? Repito en mi cabeza.
-No, está horrible. -Doy una bocanada de aire y enmarco la sonrisa más angelical que mi rostro puede formar.
Los señores Russo y papá rieron escandalosamente, en cambio mamá mantenía los ojos bien abiertos con una sonrisa de boca cerrada. Diantres, ya me puedo imaginar lo que me dirá cuando lleguemos a casa.
-Horrible, claro. -Hunter ríe por lo bajo-Pero aun así te gustaba. -dice retándome con la mirada.
Golpe bajo.
Expulso el aire por la nariz, cierro lentamente los ojos y cuento hasta diez.
Recuerda, Megara, la paciencia es la madre de las virtudes.
¿Es que acaso él siempre me recordará mi pasado oscuro?
En mi defensa, eso ocurrió hace muchos años atrás, cuando las hormonas empezaron a poseer este pobre cuerpecito inocente libre de pecado, ¿Qué puedo decir? Era de esperarse que sintiera una leve atracción por el niño castaño que veía todos los fines de semanas, ese pequeño mocoso, era el hijo de los mejores amigos de mis padres.
En primaria, nuestros apoderados tuvieron la genial idea de mandarnos a la misma escuela, Hunter y yo íbamos a la misma clase y tras unas series sucesos que no puedo recordar con exactitud, decidí entregarle una carta de amor, no pregunten por qué, pero toda mi clase sabía lo que en ese entonces estaba a punto de hacer; y bueno, para no aburrirles con mi romance del pre-escolar, lo resumiré, el niño de los ojos bonitos lo partió a dos.
¿Qué rompió Hunter?
Pues la carta...y mi corazón.
Eso trajo como consecuencias una infinidad de cosas, como por ejemplo que una pequeña Mela lo quisiera tirar escaleras abajo, pero se nos ocurrió una mejor idea, ¿El resultado? Pues, él me odia. Y yo lo odio por haberme dejado un trauma de por vida, gracias a Hunter no he podido mantener una relación por más de un mes, gracias a Hunter no puedo decir al menos un me gustas, un te quiero o un te amo. Mi primer novio me terminó porque según él yo no era cariñosa, el segundo prácticamente iba por el mismo camino, y antes de que me terminara, lo hice yo.
Tengo miedo al rechazo.
-Megara, linda, no le hagas caso, está así desde la mañana. -La señora Russo agita su mano restándole importancia.
Me limito a elevar una ceja y asentir dándole la razón; siento la mirada fulminante del feto de orangután sobre mí, cerciorándome que ninguno de los adultos presentes me vea, le enseño mi dedo corazón en todo su esplendor.
Él suelta un bufido.
Los mozos llegaron con nuestra cena, la hija menor de los Russo, Molly, y mi hermana pequeña fueron al patio de juegos con la excusa de que la comida aún estaba caliente; los adultos comenzaron a hablar de temas banales, en los cuales ni Hunter ni yo estábamos invitados.
Es el momento preciso para pedir la clave de WiFi.
Mientras otro mozo, que no estaba tan bueno como el anterior, me dictaba la clave. Sentí algo golpearme bajo la mesa.
Agradecí al camarero y miré a Hunter fijamente.
-Ops, ¿Te golpeé? Como lo siento.
-Guárdate tu lo siento por donde no te dé el sol, ahora sentirás la furia de mis zapatos taco punta. -murmuro por lo bajo.
-Chicos, ¿Ya decidieron que carrera van a estudiar? -Oh, al parecer ya cambiaron el tema de conversación.
Suficiente.
Si le hacen un halago más al zopenco, me largo.
-Hunter, querido, ¿No tienes alguna recomendación para que Megara llegue al cuadro de honor?
Eso es todo, eso ha colmado mi paciencia.
-Gracias por la comida, estuvo deliciosa, iré afuera a tomar un poco de aire. -Me levanto emitiendo un rasposo ruido con la silla, y señalo la puerta principal.
-Pero Megara, aquí adentro también hay aire. -dice Hunter.
Cierro los ojos, inspiro hondo pidiendo clemencia por tercera vez en esta noche.
¡Dios! Cómo me gustaría sacarle esos dientes que tiene uno por uno sin anestesia.
Al voltearme, logro escuchar un quejido proveniente de Hunter, los regaños de su madre son audibles hasta mi ubicación, con una sonrisa triunfante camino a paso seguro hasta llegar a la gran puerta que da inicio al bello jardín. Siento como se me eriza la piel al salir del salón, el frío me hace estremecer entera.
A lo lejos puedo divisar unos asientos de madera, sigo caminando sobre el césped hasta posicionarme frente a una de ellas, saco el celular de mi abrigo, mi sonrisa se expande al leer los últimos mensajes que el chico del metro me envió.
Lo amo, lo amo, lo amo, lo amo, ¡Lo amo! Sean es taaaaaaaaan tierno, puedo sentir su amabilidad y carisma a través de sus mensajes.
Yo: No te vayas >.<
Apenas logro presionar el enviar, mi celular es arrebatado de mis manos.
- ¡Hunter imbécil! ¡Dame mi maldito teléfono!
Por más que intento perseguirlo, me es imposible hacerlo con los zapatos que llevo.
-Megatron, ¿Quién es Sean? ¿Es tu novio?
¿Mi novio? Pff ya quisiera.
En segundos llego torpemente a su lado procurando no caerme, su rostro luce aturdido, aprovechándome de su desconcierto arrebato mi celular de sus sucias manos. Le saco la lengua, y doy media vuelta para regresar al salón, sin embargo su brazo me detiene.
Algo anda mal.
Algo anda realmente mal.
***
🐥
Si les gustó, no se olviden de pintar la estrellita, me harían muy feliz.
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Amor sin datos
Short StoryMegara Pines insistió a su mejor amiga para que averiguara el número del sexy chico que siempre veía en el metro, el día que lo consiguió no dudó en guardarlo en sus contactos, sin embargo tras una serie de eventos desafortunados que involucra un ce...