Bonito

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AU, donde los personajes son sólo estudiantes normales y tienen 11 años.

La secundaria Watford había organizado un retiro en el bosque para los alumnos de primer año, al que asistieron prácticamente todos.

La estaban pasando muy bien, organizaban competiciones en equipo, iban a nadar, corrían por el bosque y por las noches, cuando cada uno se iba a la cabaña que les correspondía, asaban malvaviscos, contaban historias de terror, o jugaban a ver quién era el último en dormirse.

Esa noche los profesores se habían reunido porque querían tener un rato para ellos, por lo que los estudiantes aún estaban despiertos.

En la cabaña más alejada se encontraban Philippa, Agatha, Deborah, Collin, Simon y Baz.

Estaban jugando verdad o reto, ya que Agatha había dicho que era muy temprano como para ir a dormir.
Los seis giraban la botella, hacían preguntas o asignaban retos fáciles de cumplir. Lo cierto es que Simon se estaba aburriendo un poco, el solo quería ir a su cama y seguir comiéndose las galletas de la cena.

Deborah giró la botella y esta apunto a Agatha — ¿Verdad o reto?

—Verdad — respondió la chica, nerviosa.

—¿Te gusta alguien que se encuentre en esta cabaña?

Todos voltearon a verla y Baz puso los ojos en blanco.

—Porfavor, todos sabemos la respuesta a eso. Este juego es muy aburrido — comenzó a levantarse pero Philippa lo agarro del brazo e hizo que volviera a sentarse.

—¿Quieres que esto sea interesante, Baz? Bien. — dirigió la vista a Simon — ¿verdad o reto?

—¿Qué? Ni siquiera giraste la botella — protesto, pero la niña castaña le dirigió una mirada severa, que logró intimidarlo un poco — De acuerdo, verdad.

—¿Qué se siente no tener padres?

Todos la miraron confundidos, desconcertados, porque sabían a que se refería.

—Philippa — comenzó Baz — eso no es...

—Chist — lo callo la chica — deja que Simon me responda.

—Bueno... Yo nunca pienso mucho en eso, es que — se quedo callado — Eh...

—Supongo que debe ser difícil — comentó Collin — ver que todos los papás van por sus hijos a la escuela o a las juntas y por ti un señor que no sabes ni quien es. Porque por lo que nos contaron las maestras ese señor te adoptó hace poco, ¿no?

—Pero el es mi papá, no importa si n...

—A mi una vez me dijo mi hermana que la mayoría de las personas adoptan a los niños solo porque les tienen lástima — esta vez hablo Deborah — ¿es cierto?

Los ojos azules de Simon comenzaron a cristalizarse. El era un miembro del orfanato hasta hace unos meses, pero un día un hombre muy amable fue a visitarlo, le contó que su esposa había muerto hace poco, junto con su hija, le dijo que cuando lo vio, reconoció el mismo brillo en sus ojos que los que había en los de sus más grandes amores.
A Simon lo conmovió mucho, probablemente el hombre lo adoptaba solamente porque necesitaba curar o llenar el hueco que le habían dejado su esposa e hija, pero el pequeño rubio no dejaría pasar la oportunidad de tener un padre.

—¿Qué pasó Simon? Cuéntanos.

—Ya déjenlo.

—¿Qué pasó Baz, no era esto lo que querías, diversión?

—Si Baz, deja que Simon nos cuente. El es él único de nosotros que no tiene padres reales, solo queremos saber que se siente.

El pequeño rubio, sin soportarlo más se levantó y salió corriendo de la cabaña. Afuera había comenzado a llover.

Los cinco lo observaron irse, Philippa, Collin, Deborah y Agatha estallaron en risas, y Baz los fulmino con la mirada.

—¿Qué les pasá? Se suponía que era un juego. Tenía que ser divertido.

—Fue divertido — dijo Agatha limpiandose las pequeñas lágrimas que tenía de tanto reír — ¿tu no te divertiste?

—¡Son unos malditos idiotas!

Baz tomó su chamarra y se dirigió a la puerta.

—Ve a consolarlo corre — habló Collin.

—Infantiles — dijo Philippa y Baz salió de la cabaña, azotando la puerta.

Comenzó a caminar cuando logró ver a Simon sentado debajo de un árbol, con las manitas en la cara y el agua resbalando de su cabello.

—Hey Snow, ¿estas bien? — dijo y después se sento junto al rubio.

—Baz, vete.

—¿Porqué? Quiero estar aquí.

—No te burles — respondió el ojiazul con la cara aún enterrada en sus manos.

—En serio, quiero saber si vas a estar bien.

Simon y Baz no eran mejores amigos, ni amigos, tampoco eran enemigos, eran totalmente indiferentes el uno con el otro. En clases nunca hablaban, y en los tres días que llevaba el campamento solo se habían dirigido la palabra cuando les tocaba estar en el mismo equipo en las competencias.

—¿Realmente crees que El Hechicero no es mi padre solo porque me adoptó?

Baz no pudo evitar soltar una risita.

—¿El que? —preguntó, pero el rubio hizo caso omiso — Hey, ¿el que? —seguía sin responder — Escucha, lo importante con los padres es que te hagan sentir seguro, que te quieran y protejan siempre... No es necesario que sea tu padre biológico para que cuente como tu familia— le dio un leve empujón en el hombro y Simon lo miro al fin. Se veía más tranquilo, e incluso le dedico una sonrisa a Baz por lo que había dicho.

Estaba rojo, tenía los ojos un poco hinchados y cristalizados. Se veía tan tierno.

—El Hechicero, así le digo a mi papá porque siempre intenta hacerme sentir bien, y porque para mi es un mago porque siempre me da todo lo que necesito. Además, el día que me visitó por primera vez me pareció que era una persona muy inteligente y le dije que se parecía a Dumbledore de Harry Potter.

Baz rio.

—Quisiera conocer a tu papá, seguro tiene una enorme barba blanca y nariz aguileña — dijo aún entre risas.

Simon se rió con el. Baz noto que sus labios eran muy rojos y que en sus mejillas se formaban unos hermosos hoyuelos.

—Bonito — dijo Baz, parando de reír al fin.

—¿Eh? — preguntó Simon, un poco desconcertado y aún con una pequeña risa en sus labios.

—Te ves bonito cuando sonríes.

Las mejillas del rubio se tornaron de un tono rojizo y se quedó mirando a Baz, y al parecer fue en ese momento cuando el chico de ojos grises se dio cuenta de lo que había dicho.

—Eh, y-yo... Ehhh — parecía nervioso, ¿porque estaba nervioso?

—Gracias — interrumpió Simon, mirándolo a los ojos.

Ambos sonrieron y Baz se levantó para después ayudar a Simon. Estaban empapados.

—¿Qué voy a decirles? Van a reírse de nuevo — preguntó Simon preocupado.

—Limitate a ignorarlos, siempre funciona.

Se dirigieron de vuelta a su cabaña, la cual estaba enfrente, así que antes de abrir la puerta Simon dijo:

—Por cierto, tu también te ves bonito cuando sonríes.

Snowbaz One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora