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Chienna

Todo comenezó un día como cualquiera.

Estaba en un bar cerca de la playa, sola, tomando una copa después de irme de casa por una discución con mi marido. El muy bastardo decía estar "muy cansado" para escuchar las estupideces que hacía yo durante el día, claramente yo no le importaba y por supuesto él tampoco a mi.

Se preguntarán ¿Porqué está casada con alguien a quién no ama?

La respuesta es simple: matrimonio por conveniencia.
Llevábamos 7 años de matrimonio y ni siquiera habíamos logrado llevarnos bien.

Lo único que rescataba de la relación, era que podía hacer lo que quisiera cuando quisiera y él jamás me controlaba.

Mi miserable vida se apartó de mis pensamientos cuando una salvaje melena rubia apareció en mi campo de visión.

Sus despampanantes ojos me observaron de pies a cabezas, su sonrisa me impactó cuando nuestras miradas se conectaron, y mi pulso fue diligente cuando se acercó a hablarme.

-¿Qué hace una mujer tan hermosa lamentándose en un antro cómo éste?-

-Déjame preguntarte ¿qué hace un joven tan apuesto hablándole a una lamentable señora?-

-¿Lamentable señora? Perdona el atrevimiento, pero hace mucho no veía a alguién tan sexy y atrayente.-

Le atraía, y él a mi... ¿qué me detenía?

-Jamás te había visto aquí... ¿o si?-

-Vine de vacaciones con unos amigos, imposible porque si fuera así ya te hubiera hablado antes; eres demaciado bella como para ignorarte.-

-¿Cómo te llamas encanto?-

-Jay, Jay Alvarrez.

Él era encantador, si no pasaba algo entre nosotros, si yo le decía "estoy casada" y me iba, hubiese sido una locura. Agradezco todos los días de mi vida haberme ido a su hotel juntos, fue el mejor momento de mi vida.

Él me hacía sentir la mujer más afortunada y deceada del mundo, en tan poco tiempo su compañía se había vuelto indispensable para mi; pensar en todas las tardes y noches que pasabamos juntos me hacía no querer separarme núnca de él, pues Jay era lo único que me daba fuerzas para seguir adelante. No quería que eso terminara, no podía si quiera pensar que todo terminara, que él se fuera, se olvidara de mi y conociera a otra mujer; una más joven y bonita que yo.

Nos llevábamos 15 años, pero eso no importaba, nos amábamos y yo haría lo que fuese por tenerlo siempre a mi lado, incluso la más tonta locura.

Y ahí estaba yo, esperando que el idiota de mi marido saliera de su oficina y se dignara a atenderme, cuando las voces de mi hermano y de mi irritante sobrina se comenzaron a escuchar por todos lados. Me acerqué a la puerta y oí con suma atención.

-Ya basta hija, estoy harto de tener que solucionar tus problemas.-

-Ya está, no va a volver a pasar.-

-Eso me vienes diciendo hacé más de un año. ¿Cuándo vas a madurar?-

-No empieces papá, ¡soy madura!-

-Pues entonces demuéstralo...-

-¡¿Cómo?!-

-¡Ya para con las fiestas, el alcohol, salir con un chico distinto cada día! ¡Concéntrate en el estudio Ale! ¡Demuéstrame que eres alguien responsable, establece una relación seria, cásate, comprometete o al menos convive...pero haz algo que me haga pensar que no eres una niñita.-

Y ahí se me ocurrió, era algo rebuscado y poco cuerdo, pero era lo que necesitaba... La necesitaba, y ella a mí.

Necesitaba a Alexis.

*-*

Jay en multimedia. 😍

ConcubinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora