La historia que estoy a punto de contarles sucedió hace mucho tiempo, cuando apenas era un niño. Si mi memoria no me falla creo que tenía doce años, la edad en que todo se nos hace posible y lamentablemente descubrí algo que marcó mi vida, situación que no había podido contar hasta ahora. Mi nombre es Juan Téllez y en ese entonces estaba muy de moda el ecoturismo, algo que a mucha gente le apasionaba hacer. Mi padre, un biólogo que le gustaba estudiar la flora de la región, me llevaba con él a sus excursiones para que, según él, aprendiera un poco más sobre la naturaleza y mi Estado natal. Normalmente, siempre nos dirigíamos hacia la carretera nacional rumbo a Montemorelos, y nos deteníamos cerca de una localidad llamada El Uro, pero esta vez a mi padre le dijeron que habían encontrado una especie nueva de árbol, muy cerca del camino que llevaba a El Barrial. Así que nos incursionamos hacia aquél lugar en busca del árbol desconocido. Durante el trayecto mi padre discutía de como es que ahora la selección mexicana de fútbol estaba en un buen momento, -Quizá hasta podrían llegar a la final en esta ocasión- mi padre dijo. Yo en cambio me dedicaba a escuchar y a responder sólo de vez en cuando; realmente no quería hablar con él porque no me había dejado estar con mis amigos, ya que creía que eran una mala influencia para mí porque eran muy holgazanes, la verdad a mi no me importaba y si me enojaba mucho, pero no podía hacer nada al respecto, porque cuando mi papá decía que tenía que hacer algo, lo tenía que hacer. Ya habíamos cruzado gran parte del trayecto cuando de repente todos los automóviles que seguían la misma dirección que nosotros se detuvieron repentinamente y mi padre tuvo que detener el auto también, recuerdo que por poco y nos estrellábamos con el carro de adelante. Todos empezaron a bajar de sus automóviles, parecía que había sucedido un accidente y así fue, dos automóviles habían colisionado contra un trailer, fue todo un espectáculo. Mi padre me dijo que me quedara en el auto, yo obedecí a regañadientes, lo único que alcancé a observar fue como dos paramédicos recogían restos humanos desde el acotamiento lateral y al decir restos humanos, me refiero a “restos humanos”, ya que pude observar que uno de ellos traía un brazo desprendido de otra persona en su mano y estaba a punto de meterlo en una bolsa de plástico negra, esa que usan para la basura; otro de ellos metía con mucho cuidado la cabeza de lo que parecía un niño, recuerdo muy bien la cara de espanto de aquél hombre, realmente era terrible. Yo estaba atónito, no podía hablar, por unos momentos me imagine que esa era mi cabeza y que colgaba del brazo del rescatista, todo mundo me observaba como me desangraba. Fue toda una pesadilla. Pasó un rato y mi papá no se había dado cuenta de lo que yo estaba viendo, pero cuando se dio la vuelta para verme, se asustó mucho y me dijo que me fuera al asiento de atrás. Yo no le hice caso, estaba estupefacto, hasta que se acercó y me sacudió un poco hasta que reaccioné, su cara estaba alterada, como si se echara la culpa de que yo haya visto aquella situación tan horrible, pero nada se podía hacer, lo había visto y jamás se me iba a olvidar. Me dijo que me metiera en la parte trasera de los asientos y que no observara nada. Al cabo de un rato, la circulación se reanudó y mi padre subió al auto para continuar nuestro viaje. Me asomé por el medio de los dos asientos delanteros y le pregunté que fue lo que había pasado, el sólo me respondió -nada hijo, tan solo fue un accidente-. Yo sabía que no había sido solamente un accidente, yo sabía que había sucedido algo terrible, pero mi padre quería que no me perturbara así que no pregunté más al respecto. Yo creo que realmente el que no se quería preocupar más era él, aún así, supe desde ese momento que nuestro viaje estaba marcado con rojo, ¿por quién?, sólo Dios lo sabe.
Pasó un rato y por fin llegamos a la entrada de El Barrial. Me pareció tan primitivo que puse mi cara de disgusto, me decía a mí mismo "Otra vez a batallar con esto de la acampada". Pero traté de mostrarme lo más complacido, ya que mi padre era de los que se desilusionan fácilmente cuando muestras repulsión hacia algo que a él le gusta. Empezamos a subir por el camino de terracería, mientras mi padre me contaba las maravillas de este árbol que estábamos a punto de conocer; me comentaba parecía tener vida, aunque suene absurdo, era cierto lo que decía porque supuestamente el susodicho árbol adquiría una posición nueva durante la noche y así cada mañana sus ramas estaban con patrón diferente. Realmente era asombroso pensar en un árbol que pudiera hacer esos movimientos y sobre todo en tan corto tiempo. Empezamos a preguntar a los lugareños sobre el lugar en donde se encontraba el árbol misterioso, pero nadie nos quería decir donde estaba. Muchos de ellos se escudaban diciendo que no conocían el lugar, pero se veía que si sabían donde estaba, porque se ponían muy nerviosos; otros en cambio decían que no deberíamos ir a ese lugar porque siempre sucedían cosas muy extrañas y que muchas personas no volvían más cuando se internaban en esas tierras. Mi padre estaba muy consternado, decía que no creía que a inicios del nuevo milenio todavía existiera gente con supersticiones y fantasías de ese tipo. Aún y que nadie nos quería ayudar, mi papá estaba decido a encontrar ese lugar, él creía que la gente los ocultaba porque no querían que destruyeran más el ecosistema, ya que había muchas compañías que poco a poco estaban consumiendo las áreas vírgenes sin reglas. Pasaron como alrededor de dos horas y por fin pudimos encontrar a alguien que nos quiso ayudar a encontrar el lugar exacto donde estos árboles habitaban. Era un hombre de alrededor de unos 60 años, muy misterioso por cierto, andaba solo y parecía no importarle su apariencia en lo más mínimo, andaba todo desarreglado y la verdad olía un poco mal. Este hombre, que se hacía llamar Nico, le dijo a mi padre que lo llevaría hasta el lugar a cambio de que le pagara 500 pesos. Mi padre se sintió robado al principio, de hecho reaccionó un poco mal, posiblemente porque ya estaba cansado de buscar el maldito lugar, pero al final de una negociación a fuerzas mi padre aceptó, pero sólo le iba a dar 400 pesos, el hombre aceptó también. Nico subió al auto y le dijo a mi padre que se dirigiera hacia un camino que estaba a la derecha por donde veníamos. Mi padre inmediatamente viró el carro hacia la derecha y tomó el camino. Pasaron otras 2 horas, ya empezaba a oscurecer y aún seguíamos buscando, mi padre seguía todas las instrucciones que Nico le decía. Cada vez que avanzábamos, los caminos se hacían más espesos, como si nadie pasara por ahí, estaban llenos de hierba y cubiertos por árboles grandes, también había diferentes especies de plantas; mi padre parecía no importarle mucho el tiempo que llevábamos conduciendo, ya que iba describiéndole a Nico toda la variedad de flora que nos encontrábamos en el camino, Nico lo escuchaba silente, como si fuera el mejor alumno de la escuela. En cambio yo, estaba desesperado, ya quería que llegáramos a algún sitio a acampar, porque tenía mucha hambre y mi papá me había prometido que haríamos carne asada al terminar de colocar el refugio.
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El Claro
ParanormalCuando un niño y su padre hacen un viaje de campamento al bosque, descubren algo que no debía ver ningún mortal... algo que el bosque protege... algo o alguien...